Capítulo 16

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El cielo empezaba a teñirse de anaranjado a medida que la gata sin pelo continuaba avanzando por entremedio de los árboles y arbustos. Su objetivo era llegar a la orilla del supuesto lago, y de ahí empezar a buscar un lugar donde quedarse. Le dolían las patas de tanto caminar, pero cada vez estaba más segura de que se acercaba al lago.

Ese era el segundo atardecer desde que Cisne la había dejado en las montañas luego de la muerte de Calabaza y el primero desde que la curandera del Clan de las Montañas Altas la había ayudado.

– Si no fuera por ella, no estaría aquí ahora.– Comentó para sí la minina.

El sonido de los pájaros y de la suave brisa moviendo las copas de los árboles le resultaba relajante, pero sabía que tenía que mantenerse atenta a cualquier otro sonido que pudiera significar un peligro, sobre todo ahora que se encontraba tan cerca de lograr su objetivo.

Lila daba pasos lentos y cuidadosos, pues no quería hacer sonar su collar y atraer una visita indeseada ahora que se encontraba sola.

– Estar con Búho o con Cisne me sería de gran ayuda ahora.– Pensó, sintiendo un hormigueo en el lomo y dando la vuelta con temor, pero sin lograr oler o ver nada.

La minina empezó a avanzar cada vez más rápido, pues se estaba haciendo tarde y tenía sed. El bosque seguía lleno de arbustos, pero los árboles se empezaron a hacer menos frecuentes. Aún no sentía ningún olor que pudiera asociar con un lago, pero ahora que el paisaje empezaba a cambiar tuvo la certeza de que se encontraba muy cerca del lago.

Llegó un momento en el que ya casi no habían obstáculos en su camino y pudo sentir un suave olor a humedad. Con el corazón a toda velocidad, Lila empezó a correr hacia el frente, sintiendo la brisa en su cuerpo y la tierra en sus zarpas y manteniendo los ojos entrecerrados. Nunca se había sentido tan libre en su vida.

Volvió a sentir el aroma a humedad, pero ahora mucho más cerca. Lila abrió sus ojos azules como platos y se detuvo. Al frente suyo, se encontraba una última extensión de tierra antes de ser reemplazada por una superficie plana y de aspecto suave, un poco más allá se encontraba una masa de agua enorme. Ese tenía que ser el lago. El brillo del sol se reflejaba en el agua, creando un bonito paisaje natural. La minina ahogó un grito de alegría.

– ¡Lo logré! ¡He llegado al lago de los clanes! – Exclamó la gata esfinge, corriendo hacia el agua con la energía renovada.

No se había percatado de la altura en la que estaba hasta que corrió hacia el lago. Si no se hubiera detenido, habría caído casi dos veces su tamaño. Luego de bajar con cuidado, se acercó a la superficie del lago y empezó a tomar agua.

El agua estaba fría, pero poco a poco se estaba acostumbrando a consumirla. Podía ver su reflejo con mayor claridad en esa agua, a pesar de que el brillo del sol a esa hora del día resultaba un poco molesto.

Una vez saciada su sed, la gatita procedió a caminar por la orilla del lago, teniendo cuidado para no llegar a mojarse las patas. Ahora que había llegado a su destino, ¿A donde iría?

– Quizás pueda encontrar algo como una granja y ser una solitaria como Calabaza o Cisne.– Murmuró para sí la minina.

¿Pero cómo saber si había una granja cerca? De lo poco que había recorrido, no había ninguna señal de un lugar como ese cerca, así que tendría que dar toda la vuelta al gigantesco lago, lo cual demoraría mucho tiempo y no tendría nada que comer por todo ese tiempo.

– Creo que tendré que avanzar así.– Pensó. Aunque la idea no le parecía de lo mejor, era lo único que podría hacer.

Poniendo en marcha su plan, avanzó por la orilla del lago, pero ahora mirando por el lado en el que estaba antes de ir a tomar agua. Aún no se oscurecía el cielo, por lo que tendría bastante tiempo para encontrar un lugar para quedarse.

Los Gatos Guerreros #1 - La Tensión de los Clanes: Zarpas SalvajesWhere stories live. Discover now