Nunca supe como se llamaba
aquella niña de trenzas largas,
solo sé que siempre lloraba
en un rincón donde nadie la molestaba.Tampoco supe si ella necesitaba apoyo, si alguna vez habló con alguien, si pudo enmendar sus errores, si pudo salir adelante.
Yo solo la veía llorando en silencio, cada mañana que había clases, pero todos los meses de primavera sonreía sin importarle a nadie.
Me acerqué un día a ella, tal vez por curiosidad o por compasión, sonriendo le pregunté si jugar ella quería y me sonrió con admiración.
Fue la última vez que la vi con vida, ya no supe más de ella, pobre niña tan tranquila que tenía una vida muy larga por vivir.
Tal vez ya había vivido todo y era el momento de partir, no sin antes dejarme una carta que decía que no la podía abrir, hasta que diez años pasen y les contaré a continuación un poco sobre mí y de mis lamentos hasta el día que la pude abrir.
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La niña de las trenzas.
PoesíaAlgunas cosas que salen de nuestra mente son en lugares inoportunos. ¿inoportunos para quién? esa es mi pregunta, pues las ideas más locas y geniales no tienen un lugar de esos, porque solo fluyen pero ¡ojo! no las dejes escapar, podrías arrepentirt...