Capitulo 2: Sospechas

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Aziraphale había caído en una especie de rutina bastante desagradable para su ser, empezando por el hecho que los repentinos dolores de cabeza estimulados por olores no habían hecho nada mas que empeorar, incluso la loción que amaba tanto de Crowley le provocaba nauseas; y ese era otro punto: las malditas nauseas y vómitos. Por toda la madrugada y mañana no podía comer prácticamente nada porque todo lo que entraba a su estómago era devuelto haciendo que el momento favorito del peliblanco fuera arruinado por completo, generándole un hambre terrible cada mañana que lo tenia irritable y a la vez deprimido, porque Crowley con la mayor paciencia del mundo le preparaba lo que creían que podría asentarse un poco en su estomago y procesar aunque fuera un poco los alimentos, pero de todo lo que intentaban nada funcionaba frustrando aun más a Aziraphale llevándole a contestar de forma "grosera" a su amado que solo quería ayudarle; en esos momentos sentía gran consuelo de sus mascotas que apoyaban sus cabezas con delicadeza en las piernas del peliblanco para recibir una triste caricia de este y al cabo de mimarlos un rato se sentía mejor, eventualmente el más alto también se acercaba para abrazarlo y decirle que pronto mejoraría y volverían a la normalidad.

Pero cada día que pasaba aumentaba la preocupación de Crowley por la salud de su ángel, insistiendo le que fuera a un medico para saber que diablos le sucedía o se vería en la necesidad de llevarlo obligado el mismo, mientras que Aziraphale solo se negaba dejando el tema de lado cuando lo hablaban; pero la gota que rebalsó el vaso fue un día cuando este fue atrabajar solo a su librería. 

- Ángel... Aziraphale mírame a los ojos- hablo el más alto sacándose los lentes haciendo que la mirada azul chocara con la suya castaña- prométeme que cualquier cosa que suceda me la dirás, y la próxima vez que te suceda algo iremos al medico te guste o no ¿entendido?- su mirada era seria, transmitir miedo, tristeza y una profunda angustia de pensar que algo malo le podría pasar a su ser más preciado. 

- Lo prometo no te preocupes Crowley... creo que ya estoy mejorando- mintió descaradamente son una sonrisa demasiado forzada, mas aun para su esposo; ni siquiera se sentía medianamente bien esa mañana pero sentía que debía forzarse a su rutina para supervisar que en su librería todo estuviera en orden como le gustaba- si me llegase a sentir mal estarías enterado. Ahora ve a trabajar querido- finalizo dándole un casto beso en los labios y saliendo del auto fue a la puerta de la librería diciendo un "te amo" apenas perceptible excepto para el pelirrojo. 

-Tambien te amo... mucho mi ángel-  terminó antes de marcharse en el Bentley directo a su oficina. 

Ya en su librería, Aziraphale empezó a revisar todo, el orden de los libros, las estanterías en su posición correcta, los papeles y documentos en su lugar bien separados, tuvo la necesidad de mover algunas cosas de lugar pero una voz de fondo lo distrajo.

- ¡Señor Fell! ¡Que gusto verlo por acá de nuevo!- hablo la joven chica en una escalera acomodando los libros en las estanterías altas. 

- Hola Muriel - saludó cordialmente a su empleada que bajaba de la escalera para acercarse le. -¿cómo han estado las cosas por aquí?- 

- Bastante bien señor Fell. Me preguntaba por que había estado tantos días sin pasar por la librería, pero no quería molestarlo si estaba de vacaciones o si estaba enfermo, por eso mismo atendí a varios clientes que aparentemente decían ser habituales; hubo tres esta semana que buscaban primeras ediciones de las novelas de Jane Austen y un tipo muy raro que quería buscar...-se aclaro la garganta avergonzándose un poco por lo que estaba apunto de decir- como se lo digo... pornografía...- el pudor de la chica le causo gracia a Aziraphale sacandole una risa que contagio a la chica para después seguir con su explicación, sin ella darse cuenta de la mueca de dolor que se plasmo en el mayor debido al nuevo e intenso dolor de cabeza que sintió seguido a la vista borrosa y escuchar un poco lejana la voz ajena- no supe que contestarle así que le dije que hablaría con usted y volviera en unos días, porque supongo que no tenemos ese tipo de libros ¿verdad señor Fell?... ¿señor Fell? ¿se encuentra bien?- al fin se había dado cuenta preocupándose de la situación de su jefe sosteniéndolo del brazo.

We Are On Our Side [Good Omens-  Agosto Mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora