Capitulo 2 (Editado)

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Con mi mochila en la espalda pedaleo de pie con todas mis fuerzas, evito autos y motocicletas, por lo que no es sorpresa cuando mis piernas empiezan a arder pidiendo por un discando. La patrulla de la policía me persigue, y huir en las calles de Washington puede ser más complicado de lo que se imaginan, especialmente si estas manchado de sangre en las manos, camisa y parte se la cara, y como si fuera poco, la hora pico se acerca. Gotas de sudor se deslizan por mi cara, bloqueando mi vista. Con una mano me la aparto de la cara. Inmediatamente la vuelvo bajar, conducir con una sola mano no es una muy buena idea

Llego a una calle totalmente transitada y repleta. Perfecta para una huida en bicicleta. Me cuelo por los pequeños espacios entre los autos hasta colarme por un callejón y salir a otra calle. Ignorando el olor, ese callejón me salvo. Dejo salir aire y luego resoplido. Estuvo cerca, maldita sea. Demasiado cerca. Y... ¿ahora qué? Siendo perseguida por la policía no podre quedarme en ningún lugar. Precioso, 18 años y ya una fugitiva. Mis padres estarían tan orgullosos

Estoy adolorida, y no solo por la paliza, sino también por haber pedaleado parada por más de media ciudad. Me gustaba montar mi querida bicicleta, es solo que jamás había tenido la necesidad de huir en ella de un jodido policía, así que perdón si suena amarga. No sé cómo sigo en pie, no soy exactamente una persona de ejercicio físico, mas bien, lo evitaba lo más posible. Prefiero quedarme en mi casa acostada en mi sofá mientras veo la tv antes de salir a correr, aunque creo que eso es sentido común, no conozco a nadie que prefiera correr a ver tv, aunque para ser justa no conozco a muchas personas. Este ejercicio será suficiente por todo el año, en mi opinión

Ahora lo que quiero es dormir. Mire mi camisa. Está bien, primero un bajo, luego lavo mi ropa (la sangre no es fácil de sacar) y ahí sí puedo irme a la cama. Debo ir a mi casa. Con un suspiro de cansancio vuelvo a pedalear, esta vez sentada, hasta mi casa. Me demoro una buena media hora, y yo escasamente puedo mantenerme de pie y con los ojos abiertos. Pero para mi satisfacción, por fin llego

Mi casa no es exactamente lo que digamos "un hogar acogedor". Era un apartamento pequeño en un edificio viejo y abandonado, algunas plantas están habitadas por adictos y habitantes de la calle y criminales, así que es fácil saber que encajo perfecto. Como no tiene ascensor (y aunque tuviera, dudo de que funcionara) cargo mi bicicleta y la empiezo a subir escaleras arriba por seis pisos, hasta que llegamos a la puerta del fondo blanca y corroída. De mi mochila, saco la llave y después de forcejear puedo abrirla.

Dejo mi bicicleta a un lado y luego cierro con llave y cierro los seis cerrojos de seguridad. En un edificio como este cualquier sistema de seguridad es muy apreciado. Siendo sincera, no es que tengo mucho para robar. Miro a mi alrededor, no es mucho, más bien es poco. Pero cuenta con lo básico, más o menos

Es un apartamento pequeño con dos habitaciones, un solo baño en el pasadizo, una minúscula cocina con apenas comida con cajones que parecen a punto de ceder y caer, un sofá marrón viejo pero en buen estado, una mesa de sala y un televisor antiguo de segunda mano. No es precisamente un lugar en el que una chica debería criarse, pero estoy tan acostumbrada que no le veo nada malo, ya ni siquiera noto el olor a narcóticos que parece irradiar del edificio

Es bueno para mí. Muy aceptable

Y por ahora, es lo único que puedo permitirme

Voy a mi habitación, que solo cuenta con un colchón de cama matrimonial, tengo una almohada vieja pero cuidada y lavada, algunas sabanas y tres cobijas acolchadas. No es mucho, me faltan cosas como un comedor o un tocador, el único espejo que tengo esta en el baño y mi alacena no está muy llena pero puede ser peor. Al menos tengo un lugar que llamar mío, tengo un lugar caliente si está lloviendo y puedo estar en relativa tranquilidad. Y en realidad mis vecinos no son tan malos, por ejemplo, mi vecino de al frente, Alan, es un buen hombre de cuarenta y pocos que sabe hacer un muy buen estofado. Alan es un hombre barbudo, robusto y serio, pero lo suficientemente amigable como para invitarme a cenar algunas veces. Pertenece a un cartel de narcotráfico que maneja todo Nueva York, así que sale algunas noches y no vuelve por días, no es que me preocupe, puede irse dos semanas y un día llegar tan saludable como un caballo y parece que nada paso. 

Corazon De Hierro (Steve Rogers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora