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SENTÍ como el móvil se me resbalaba de la mano y caía al suelo, al igual que mi cuerpo.
Solté un jadeo mientras mi vista se nublaba gracias a las lágrimas que se comenzaban a acumular en mi los ojos.
Solté un sollozo, cubriéndome la boca mientras miraba como todo se derrumbaba en mi interior.
— ¿Gabi? — Murmuró una voz por el teléfono. — ¿Estás bien?
Lo único que yo podía escuchar era un pitido que llenaba mis oídos por completo.
— Yo... — Balbuceé tratando de ponerme de pie.
Caí de nuevo al suelo, notando como todo a mi alrededor daba vueltas lentas y tortuosas. Sentía que mi pecho se contraía y me costaba cada vez más y más respirar.
Unos brazos me agarraron por los hombros. Abrí los ojos para encontrarme a una Sofi claramente preocupada.
— ¿Qué pasó, Gabi? — Preguntó exaltada.
Suspiré con fuerza. — M-mi madre tiene c-cáncer.
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ME ABALANCÉ hacia los brazos de mi madre, sintiendo sus caricias en mi cabeza.
— Está bien, cariño. — Murmuró con suavidad. — Estoy aquí.
