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Amity siempre había sido una buena amiga para Anne Boonchuy , y cuando había llegado a casa, llorando, no dudó en hacerla entrar, sirviéndole un vaso con agua para lograr calmarla y así poder escucharla. Poder oír todos los balbuceos sin sentido que soltaba.

Luz había ingresado minutos después con el pequeño Liam en brazos, sin embargo, al ver a Anne llorando sin control alguno, hizo un gesto de sorpresa para luego llevarse al niño lo más rápido que pudo de allí.

Sin embargo, Anne pudo escuchar las inocentes palabras del niño:

—¿Por qué tía Anne llora?

Su corazón se quebró un poco más.

Amity no la presionó para hablar, esperando en silencio a que se calmara, a que pudiera tener la suficiente tranquilidad como para poder decir algo, que llegó segundos después, con Luz entrando al comedor. Su torpe amiga se sentó al lado de Amity, tomándole la mano a su novia y esa visión solo la hizo sentir patética y miserable.

—Marcy me pidió el divorcio.

Su mejor amiga abrió los ojos por la sorpresa en tanto Luz soltaba una maldición, aturdida.

Por supuesto, nadie se lo esperaba. ¿Quien iba a pensar que Marcy le pediría aquello cuando había sido ella quien había dado siempre los primeros pasos para todo?

Cuando se conocieron, fue Marcy quien la había salvado de ser objeto de burlas en la preparatoria debido a lo asustadiza y torpe que fue Anne el primer día de clases.

Fue Marcy quien le había pedido salir y quien le dio un beso.

Fue Marcy quien le dijo que deberían irse a vivir juntas.

Fue Marcy quien le pidió matrimonio.

Y ahora parecía ser Marcy quien quería acabar con todo.

Y, a pesar de que pareciera que era Marcy quien tenía que tomar esas decisiones, no era como si Anne no hubiera puesto de su parte: Anne era, como veía todo el mundo, la persona que podía sacarle una sonrisa enamorada a Marcy con una acción tan tonta como un beso sorpresivo, y la única persona que la hacía bajar las defensas totalmente, haciendo que se comportará de una manera infantil e, incluso, caprichosa.

Para todo el mundo, no había Marcy sin Anne, y no había Anne sin Marcy, porque hacían una de las parejas más bonitas y honestas que se podía ver.

Pero, al parecer, las cosas no eran tan felices como le mostraban al resto.

—¿Por qué?—preguntó Amity en voz baja.

Los labios de Anne temblaron.

—Dice que ya no me ama—su tono se rompió y las lágrimas volvieron a salir—. Ya no me ama, Amity. Marcy ya no me ama.

Anne quería negárselo, ver lo inevitable, pero no era tonta, y mucho menos una adolescente enamorada: si Marcy lo decía, era cierto.

Porque Marcy jamás le mentiría con algo tan importante como eso, Anne lo sabía.

Marcy siempre había sido brutalmente honesta con sus sentimientos, tanto, que a veces no se daba cuenta de que sus palabras le hicieron daño, mucho daño.

Tomó un poco más de agua.

—Está enamorada de otra persona—barboteó antes de romper a llorar otra vez, e inmediatamente los brazos de Amity la rodearon—. Ama a alguien más. La perdí, Amity, la perdí...

Su corazón no se había sentido tan roto como en ese momento: saber que la persona que amaba, con quien compartió tantos años de su vida, ya no le quería como antes, la había dejado de lado, se entregó a alguien más, era como una estaca clavándose no sólo en su corazón, sino en todo su cuerpo, haciendo que todo dolería y se estremeciera.

Haciéndola ver todo de un horrible color negro, siendo incapaz de ver un poco de luz en medio de tanta oscuridad. 

Marcy suspiró, leyendo un informe que su secretario le dejo esa tarde, para luego bajarlo y dejarlo sobre la mesa, cansada

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Marcy suspiró, leyendo un informe que su secretario le dejo esa tarde, para luego bajarlo y dejarlo sobre la mesa, cansada.

Recordó los ojos llenos de lágrimas de Anne, su labio temblando, sus mejillas húmedas por el llanto, y se sintió culpable y triste por lo que había ocasionado, pero no arrepentida. Tenía que hacerlo.

¿Cómo podía seguir casada con alguien que ya no amaba?

No era justo para Anne ni para ella, así que no podía seguir con esa farsa.

Ya no amaba a Anne, era un hecho claro, pero seguía apreciándola lo suficiente como para no seguir haciéndole daño con sus acciones.

Tocaron la puerta de su oficina y murmuró un "pase" lo suficientemente alto como para que la persona entrara.

Al verla, sonrió con relajación.

—Tienes un aspecto horrible—dijo la de cabello castaño con una sonrisa dulce, cargando un montón de carpetas.

Dejó salir un bufido, recostandose en la silla, y pronto su amante se acercó, comenzando a hacerle un masaje suave en los hombros.

—Le pedí el divorcio a Anne—le comunicó Marcy con un tono de pesar.

La castaña parpadeo, inclinándose, con una expresión triste.

—Oh, lo siento tanto, Marcy—le dijo de forma honesta—. ¿Estás segura de esto, de lo que tenemos nosotras? Llevas tanto tiempo con Anne que quizás...

—No digas eso—le interrumpió Marcy con suavidad—. Todavía quiero a Anne, claro, pero es un cariño que le tengo por todo el tiempo en el que hemos estado juntas, así que... tengo claro lo que siento por ti, Alexa

Alexa asintió, titubeante, para luego inclinarse y darle un pequeño beso en los labios.

—Lo lamento mucho por Anne—murmuró Alexa entonces, sin alejarse demasiado—, debe estar pasándola mal, me siento culpable por hacerle esto pero...

—Lo va a entender—contestó Marcy dándole un beso en la mano, seria—. Anne lo entenderá con el tiempo.

Marcy esperaba eso: que Anne pudiera, con el pasar de las semanas, curar esa herida que le hizo a pesar de haber prometido, años atrás, que nunca le rompería el corazón.

Pero las promesas, al igual que los sueños, parecían destinados a ser rotos de cualquier forma y sin posibilidad alguna de evitar aquello. 

 

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Apego [Marcanne]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz