—Nathan yo...

—Sí, esta noche deberías quedarte con ella—sentencia el chico, ofendido—. No tengo ganas de soportarla en este estado—Nathan toma su móvil de encima de la isla y la observa un momento—. Ni que estuviera enamorado. Tú por lo que veo sí.

Nathan sale por la puerta de la habitación sin dar otra explicación. Adiele está tan ocupada viendo videos en su móvil que ni se percata que su "casi algo" ha salido por la puerta.

Darya se queda un momento intentando saber qué ha ocurrido.

—¡Quiero palomitas! —dice Adiele, en tono chillon.

—Ya voy, cariño—responde Darya, con un nudo en la garganta.

***

EVANGELINE BROWN.

Me enjuago la boca con el agua del grifo para quitarme el sabor a vomito que me ha quedado.

No puedo ni siquiera mirarme al espejo mientras me seco la comisura de los labios con papel.

Me limpio la nariz, esperando a que pase aquel ardor molesto luego de vomitar. Limpio mis ojos húmedos por derramar varias lagrimas tras lanzar lo que tenia en el estomago.

Evito el contacto visual con mi reflejo.

No quiero saber nada de lo que estoy haciendo porque sé lo mucho que decepsionaria a mis padres.

Tomo una bocanada de aire y salgo hacia el pasillo una vez que estoy lista.

Alex está de pie, pegado a la pared, mirándome con cierta preocupación.

—Estoy mal del estomago—le digo sin que él me pregunte.

—¿Te cayó mal el pollo?

—Sí—miento.

El pollo estaba delicioso y me hubiese gustado seguir comiendo. Pero no creo que deba seguir permitiéndome algo así.

—Debería avisarles a tus padres, Evangeline.

—Sólo vomité, estaré mejor. Sólo tengo que cuidarme un poco más con las comidas. Aquí te sirven de todo y mezclas a lo loco—vuelvo a mentir, con una sonrisa y deseando que me vea relajada.

Los espasmos del vomito me han dejado con más nauseas.

Mi móvil vibra dentro de mi bolso y cuando lo saco, tengo una llamada perdida de Dan. Que extraño, no lo oi.

Tengo un mensaje suyo.

"Te espero en NUESTRA habitación".

Le sonrío a la pantalla.

Evito pensar demasiado en el mensaje de Dan y trato de concentrarme en el presente. Alex aún me mira con preocupación, pero decido restarle importancia a mi malestar estomacal para no alarmarlo más.

—Gracias por preocuparte, Alex, pero de verdad, estaré bien. Solo necesito descansar un poco —le aseguro, tratando de sonar convincente.

Alex asiente, aunque parece escéptico.

—Iré a mi habitación ¿tienes una propia en el palacio? —le pregunto—. También deberías comer algo.

—De hecho eso quería mencionarte—ahora lo noto incomodo—. Tu madre se ha enterado que estabas compartiendo habitación con Dan Telesco y le exigió al palacio que te designen otra habitación.

Me detengo en seco.

—¿Qué? ¿Estás hablando en serio?

—Me gustaría decir que es broma pero son ordenes de ella.

—No voy a irme de la habitación de Dan. Me siento muy segura allí—le respondo, a la defensiva.

—Mira, yo no te voy a tomar del brazo y arrastrarte a tu habitación como si fueses pequeña—me aclara Alex—. El joven Telesco no parece tampoco mala persona, pero no puedo saltarme la orden de una señora que paga mis honorarios.

—¿Cuánto dinero quieres para que la habitación que me han asignado en el palacio sea ahora la tuya? —le pregunté sin rodeos, buscando una solución para quedarme junto a Dan.

Alex se río, pero rápidamente negó con la cabeza.

—Evangeline, no acepto sobornos. No puedo aceptar dinero para cambiar de habitación, eso no es ético.

—Nada en este pueblo es ético—pongo los ojos en blanco—. Por favor, no quiero irme a otra habitación. De verdad me siento muy segura con él.

—Te doy un día.

—De verdad, no quiero irme de esa habitación, Alex.

—No voy a ser yo el que te arrastre, Evangeline. Lo harán los del palacio. Lo que están haciendo con Dan está mal y me sorprende que nadie les dijera nada hasta ahora. Se supone que los dos deben permanecer "intactos" para sus bodas.

Boda.

Otra vez esa palabra.

—No pretendo casarme con nadie—contesto, tajante.

—Sí, yo decía lo mismo—resopla.

Me llega otro mensaje de Dan.

"¿Ya vienes?"

—¿Y se lo dejaste en claro a ese chico? Parece loco por ti.

—Dan sabe que no quiero casarme.

—¿Y le preguntaste a él lo que quiere?

Me quedo en silencio mientras caminamos. Bueno, nunca llegué a tener una idea de lo que Dan quería, pero no me sorprendería que él quisiera hacerlo.

—Pensé que eras más callado, Alex—confieso—, no la voz de mi conciencia.

Sonríe y yo también. Tomamos el ascensor porque claramente no puedo subir las escaleras.

Tras llegar a mi habitación, lo miro.

—Deberías ir a comer algo—le sugiero una vez que estamos en la puerta.

—Sí—asiente con la cabeza y sin decir algo más, vuelve a bajar por el ascensor.

Nuestros ojos se encuentran una vez que el elevador abre sus puertas y él ingresa, tomando una postura seria. Sus ojos pintaban un paisaje de un tono celeste intenso que reflejaba la serenidad y la frialdad de un lago congelado.

Asintió con la cabeza y yo le devolví el gesto. Las puertas se cierran.

Y la de mi habitación se abre, haciendo que Dan aparezca.

—Llegaste—me sonríe Dan, cálido—. Preparé palomitas.

En las sabanas de un TelescoWhere stories live. Discover now