|Capítulo 16: Conexión inefable|

Start from the beginning
                                    

Trazaba símbolos en el aire con una rama aromática, cortada de un kauri, que representaba el vínculo entre cada Lado de la Existencia. Cuando esta era colocada en un tazón junto al cabecilla, los presentes se enderezaban y entonaban los cánticos en honor a cada antepasado fallecido, relatando las vidas que llevaron. Estos duraban hasta que el sol descendía y el anochecer abrigaba el cielo con su oscuro manto, exhibiendo innumerables estrellas en su lienzo.

Según las tradiciones de antaño, eso simbolizaba que sus antepasados se encontraban allí, otorgándoles su abnegada bendición y gratitud debido a que existían noches en las que las estrellas no aparecían —o, en su defecto, eran tan escasas que podían ser contadas—.

Por tal razón, salían a cerciorarse del estado del empíreo.

De esa forma concluía.

Posteriormente, algunos nativos se quedaban conversando o iban a preparar banquetes familiares o, como era en el caso de Virav: se mantenían recitando plegarias personales. En compensación, Aroha se unió a él en mutismo.

Una vez que finalizó, ambos se enderezaron y abandonaron el santuario.

Se encaminaron, de manera pausada y silenciosa, hasta la entrada sur de la región. Instante que la joven Arshad aprovechó para entonar una antigua composición musical que Virav no recordaba haber escuchado.

Fue cautivado por la voz melodiosa de ella:

«Los dioses bendijeron su abnegado corazón.

Oria fue nuestro ancestro protector.

Hombres malvados codiciaban su tesoro,

mas nunca se lo permitió.

Convocó a nobles para guardar su legado.

Al primero le dio un reloj y le mandó que lo cuidase;

día y noche veló por él hasta la eternidad.

Al segundo le enseñó la inmensidad de la tierra y el espacio,

le mandó que la cuidara.

Mientras había sol, erraba por sus dominios y,

al anochecer, vigilaba el curso de las estrellas.

Al tercero le mostró las maravillas de la naturaleza y le rogó que la guardara.

Defendía el mar y el cielo, la tierra y sus frutos.

Al cuarto le reveló el Ha y sus secretos, suplicándole que los custodiara.

Cumplió su promesa, los atesoró y los veló...»

—Ya tenías mi atención, ahora no sé qué más podría ofrecerte —comentó Virav con una extensa curvatura en sus labios. Se detuvo en medio de los copiosos zyr'andor y los formidables peñascos grabados—. ¿De dónde proviene ese cántico?

—De Oge; tu madre me lo enseñó. —Las mejillas de ella se tiñeron de rojo y soltó una risa nerviosa—. Por desgracia, nadie conoce el final.

—¿Conociste a mi madre? —intervino con urgencia, sintiendo cómo su respiración se entrecortaba—. Hace poco la conocí yo, bueno, tú me entiendes.

—La conozco desde niña. Nosotros pasábamos mucho tiempo junto antes de que... olvidaras. Fue así que conocí a la señora Nyree. Además, es muy admirada en Oge por sus grandiosas hazañas. —Aroha apretó sus labios, esforzándose por mostrarse alegre—. Y para que te enteres, tú y yo fuimos juntos a la Gran Academia de Oge. Vine a Kihoi por ti.

|Una memoria perdida|Where stories live. Discover now