—Tengo mucho dolor de cabeza, así que ni se te ocurra hacer ruido —advirtió la mujer señalándole con el dedo índice, y se dirigió hasta una de las butacas para tomar asiento. 

Jin se puso de puntillas y estiró su cuerpo lo más que pudo para poder alcanzar uno de los vasos de cristal acomodados en una de las gavetas de la cocina. Sin embargo, en cuanto pudo tomar uno de los vasos con apenas la punta de sus dedos, el artefacto de cristal se vino abajo, haciendo que el escandaloso ruido del cristal rompiéndose alterara por completo el aura silenciosa que estaba instalada en todo el lugar. 

Jin se estremeció, sabía que lo que le iba a ocurrir por el accidente que provocó no iba a ser nada agradable. 

Un tirón fuerte en su cabello lo hizo soltar un quejido de dolor. Jenica se había apresurado a llegar hasta donde él para tomar entre su mano derecha un gran puñado del cabello contrario, y halar con fuerza hasta casi hacerlo doblar y ponerlo de rodillas. 

—Lo primero que te digo que no hagas vas y lo haces. —Palabras llenas de ira que lo que salía a través de los labios color carmín de la pelirroja—. ¿Acaso crees que soy tu burla? —Soltó el cabello contrario para dar una fuerte cachetada en la mejilla derecha de Jin; de tal magnitud fue el impacto utilizado en el golpe que hizo que Jin callera al piso. 

Para ese momento, de los ojos de Jin ya salían gruesas lágrimas. Intentó ponerse de pie por sí solo, pero de nuevo el doloroso tirón en su cuero cabelludo se hizo presente.

La mano de la pelirroja lo arrastró hasta donde habían quedado los restos de cristal roto y tomó el trozo más grande en su mano libre. 

—¿Qué te parece sí dejo en tu suavecita y bonita piel un recuerdito de tu desastre? —preguntó y volvió a halar al rubio hasta la isla de la cocina, teniéndolo de frente a ella hizo que la cintura del rubio se presionara con fuerza contra el borde de la isla, buscando con eso causarle dolor en esa zona—. Pero debe ser en un lugar donde Kim no pueda verlo, ¿me ayudas? —Su voz ahora era suave, pero eso no era menos tenebroso, la suavidad con la que hablaba causaba hasta un poco más de temor que cuando gritaba con odio—. Dime, ¿en qué parte del cuerpo no te ve Kim... O te ve todo? 

—No, por favor —suplicó el rubio. Su mano apresaba la muñeca de la mujer, que mantenía el trozo de cristal roto peligrosamente cerca a su cuello. 

—Me gustaría dejarte marquitas en tu precioso rostro... Pero le prometí a Kim que cuidaría de ti... ¿no es así? —Ahora dejaba caricias en el rostro del más joven, y retiraba del mismo algunos mechones que se posaban ahí por más que los acomodaba hacía atrás. 

Dentro de su propio mundo no se dio cuenta de que alguien había entrado a la cabaña, sino hasta que sintió como la alejaron del rubio con fuerza bruta. De la boca de Jin salió un suspiro de alivio al ver como el cristal caía de la mano de la pelirroja al suelo, convirtiéndose en trozos rotos aun más pequeños. 

La pelirroja en completo shock observó a quien estaba frente a ella, ¿Kim Namjoon la había visto? Un golpe a puño cerrado del moreno fue lo que obtuvo por respuesta, hubiera esperado que ese golpe era lo único que iba recibir con especie de castigo por maltratar al rubio, pero algo le decía que Kim no se quedaría satisfecho solo con un golpe. Llevó su mano hasta su nariz y sangre fue lo vio en su mano en cuanto la retiró, no podía ver su propio rostro, pero sentía su nariz destrozada. 

De la misma forma con la que ella anteriormente había tomado al rubio por el cabello Kim la tomó, pero estaba segura de que con más fuerza aplicada. Lo siguiente que sintió fue como su rostro fue estrellado bestialmente contra el refrigerador, al mismo tiempo Jin gritó, seguramente horrorizado ante la imagen que veía.

Caja De Cristal   |Namjin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora