—¿Hasta Tucson?

—Sabes que eso no es problema.

Y era verdad. Michelle podía pagar diez viajes en Uber hasta Tucson, cada día, si así lo quería.

—¿Y qué hay de toda la gente ahí fuera?

—Dame dos minutos y no habrá absolutamente nadie.

—Vamos, Mich. Debes quedarte, disfruta de esta noche, de los chicos, de Demian. Lo mereces.

—Alex...

No la dejé hablar.

—Necesito ir a ese bar, y necesito estar con ellos. Y creo que entiendes perfectamente eso. De verdad no tienes nada de qué preocuparte. Sé que Travis no te agrada, que las chicas no te agradan, pero al menos en ellas yo sí confío.

—Bien, haz lo que quieras. —Alzó sus manos en señal de rendición, sabiendo que no había absolutamente nada en el mundo que pudiera hacer para que yo cambiara de parecer cuando estaba así de determinada—. Sólo envíame tu ubicación, ¿sí? Y no la apagues por nada del mundo. Envíame mensajes cada hora, porque si no lo haces juro que te buscaré por cielo y tierra, y cuando te encuentre vas a arrepentirte. —Me amenazó con uno de sus índices.

—Prometo enviarte mi ubicación, pero sé un tanto flexible con los mensajes, por favor.

Se acercó a abrazarme con excesiva fuerza.

—Cuídate mucho. Y que sepas que no estoy para nada de acuerdo con esto.

—Ni falta hace que lo digas. Te amo.

—Te amo más. Ya vete, antes de que me arrepienta de dejarte ir. Y lo que sea que necesites, me llamas, por favor. —Se separó de mí y aproveché para colgarme la mochila de uno de mis hombros.

—No olvides enviarme tu ubicación apenas salgas de la casa. Y por dios, te lo suplico, no mezcles tu baba con la de Travis. No es para nada higiénico —exclamó, cuando abrí la puerta, en un tono lo suficientemente alto como para que él escuchara.

Casi me reí.

Salimos de la casa por la puerta principal yendo al encuentro del resto del grupo que nos estaba esperando en el improvisado y atestado estacionamiento. Escuché una voz familiar provenir de detrás nuestro, llamándome, y se me aflojaron las piernas.

—¡Alex!

Volteé a ver a Liam que poco a poco detuvo su trote conforme se acercaba a nosotros. Su mirada se clavó en Travis y luego se desvió hacia mí. No había expresión alguna en su rostro.

«No ahora, por favor. Esto es lo último que necesito».

Me sentía incómoda y a la vez inquieta.

—¿Podemos hablar un momento?

—Voy de salida, y llevo prisa.

«Cobarde» se quedaba corto para describirme.

—Sólo será un momento.

Alcé la mirada a Travis, cuyo semblante era totalmente parsimonioso, casi indiferente.

—¿Me das un minuto?

—Claro. No te tardes, bonita. Debemos llegar pronto.

«¿Bonita?»

Su tono fue más grave y profundo de lo habitual, casi oscuro, llegando a expresar, quizás, lo que su semblante no.

Tomó la mochila de mi hombro y se la llevó consigo. No me esperaba esa amabilidad de su parte. Aunque probablemente lo había hecho para tener una garantía de que iba a volver con él.

Abismo [Libro 1]Where stories live. Discover now