Capitulo 25.

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25. Prometo que un día.

~***~

La mañana llegó, Salma y Bennet no durmieron las horas restantes, tampoco había pasado mucho, un par de horas solamente; no sabían nada de Itzayana, ambos habían permanecido callados, no es como que tuvieran la confianza de ponerse a platicar tranquilamente.

—¿Ustedes son los familiares de Itzayana Álvarez? — pregunto la misma enfermera.

—Si, somos sus papás — contestó Salma poniéndose de pie al mismo tiempo que Bennet.

—Itzayana acaba de despertar, acompáñenme el doctor Arteaga esta con ella. — les indicó llevándolos a la habitación que se encontraba en el segundo piso.

—¿Como está? —preguntó Salma curiosa mientras caminaban por el pasillo.

—Estable — contestó tranquila la enfermera. Tocó la puerta de una de las varías habitaciones y abrió la puerta entrando con ellos detrás.

Itzayana estaba en la cama conectada a un suero, tenía unas profundas ojeras debajo de sus ojos, fuera de eso se veía normal, llevaba puesta ya una bata blanca de hospital y parecía muy cansada.

—¿Como estas mi niña? —Salma soltó las lágrimas acercándose a ella.

—Bien — apenas dijo.

—Itzayana está estable, lo qué pasó fue que tuvo un desprendimiento de placenta prematuro, le dimos medicación para detenerlo muy a tiempo — les empezó a explicar el doctor, quien había sido muy amable con Itza. —Tu bebé está dentro de los parámetros normales, está muy sano. — le habló Arteaga a Itza.

—¿Entonces ya no hay peligro? —preguntó Itza.

—Por ahora no, pero estás muy débil, presentas principios de anemia y desnutrición, si sigues así es muy posible que tengas un aborto espontáneo. —explicó. —Por lo pronto hay que mejorar tu alimentación y suplementar, tampoco está de más decirte que tu embarazo ahora es de alto riesgo y que debes cuidarte mucho.

—Muchas gracias doctor, ¿Cree que podamos hablar con mi hija? — pregunto Salma mareada por todo lo que dijo.

—Por supuesto, estoy a sus órdenes — sonrió antes de salir junto con la enfermera.

Se quedaron en silencio por un par de minutos, Itza miraba a sus manos con la cabeza baja, tenía mucha vergüenza, ¿cómo iba a admitir que se enamoró del hombre que la secuestro?, algo tenía que inventar.

—Perdón —murmuró empezando a lagrimear.

—¿Por qué no hablaste? — preguntó Bennet con cierta decepción. —Tienes qué decirnos la verdad.

—¿Quien te hizo esto? — Salma rompió a llorar destrozada.

—No es lo que creen —empezó a explicar al borde del llanto —Nadie me hizo daño.

—Mi vida, ya no tienes por qué mentir, nadie te va a hacer nada aquí —Salma la tomó de las manos creyendo que seguía asustada de hablar.

—Mamá, dejen que les explique — levantó la mirada, Bennet también estaba llorando. —Uno de los hombres que me cuidaban simpatizo conmigo, me trató bien, se encargó de que no sufriera y me enamoré de él, pero antes de que Wakanda me rescatara un día simplemente desapareció y no supe nada más de él. —alteró la historia.

Se quedaron en silencio por un par de segundos, Itza no se atrevía a dar la cara, se mordió la lengua para no gritarles que Namor era el padre de su bebé, pero ellos no sabrian a quien se refería, ademas si hablaba con toda la verdad no le creerían.

Yéetel le brisa | NamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora