Capítulo 7

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Sabine Lenox

Tratado Temporal De Paz

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— Odio esto — le decía con una mirada de cansancio a Eli mientras mojaba con agua las partes de mi ropa que se habían teñido de café.

— Tranquila Sab, tal vez fue un accidente — me decía ella apenada.

— Claro que no fue un accidente Jacqueline — le digo frustrada — ¿Acaso no recuerdas de los pequeños "accidentes" que ha hecho en estos años? — refregaba con el agua lo más fuerte que podía intentando deshacerme de la asquerosa mancha que se había formado.

Apenas había ingresado al primer baño que encontré, me había deshecho de la blusa y procuré en echarme agua lo más rápido que podía en la cara y pecho.

El café había estado tan caliente que me había enrojecido demasiado el mentón y cuello; en cambio, no me había quemado tanto el pecho gracias a que la blusa era de algodón. Temía por qué me salgan ampollas por la quemadura, ya que en los pocos minutos que llevaba en el baño se me había hinchado el mentón y parte del cuello.

— No creo que sea para tanto — me decía Eli alzándome una ceja.

— El pelotazo en la cara que rompió mis lentes, el chicle que pegó en mi cabello, el empujón que me dio cuando a penas sabía andar en skate y me raspó todas las rodillas, la vez que se le cayó tinta en todo mi proyecto escrito, la nariz rota que tuve por los juegos de integración, el pie roto por la caída en las escaleras, el incidente del ácido en clase de química, de la tenaza, la piscina, el café y demás ocasiones todo "accidentalmente"— le digo enojada mientas dejo a un lado lo que estaba haciendo — claro, no es para "tanto" porque siempre esos "accidentes" que ocurren, pasan justamente cuando estoy cerca de él — le digo con sarcasmo haciendo el ademán con las manos.

— No creo que sea intencional Sabine.

— Pues si no lo es, ¿Por qué sigue pasando?

—¿Mala suerte? — me dice alzando los hombros.

— Vete al diablo.

— No seas grosera — me dice algo enojada.

— Para qué dices estupideces.

— Es que no sé qué decirte Sabine, entiendo tu punto, pero no lo entiendo a él, la verdad no sé.

— Lo sabes muy bien, que te quieras hacer la loca es tu problema.

—¡Oye!

— Jacqueline, todos saben muy bien que él me odia, no hay que ser muy inteligentes para darse cuenta de eso, es simple ¡Xenofobia, racismo, como lo quieras llamar! — digo alzando la voz con algo de furia — desde que llegué acá la mayoría le da igual por conocerme o no, pero con Franco aunque me conozca se nota el odio que me tiene por no ser de acá — sentía que las lágrimas querían salir de mis ojos, bajé la mirada y continué mojando mi blusa para después absorber un poco la humedad con el papel del baño.

La mayoría del tiempo estaba preparada para este tipo de ocasiones, llevaba mi abrigo envuelto en mi cintura para poder cambiarme cuando sucedían cosas así y esta no era la excepción, procuré en cambiarme lo más rápido posible y salir hacia la enfermería a que me pusieran un ungüento para quemaduras.

Había nacido y vivido gran parte de mi vida en Melbourne, aunque mi acento era australiano, en mi rostro se reflejaban con claridad los rasgos asiáticos heredados de mi madre.

Ascendente ©Where stories live. Discover now