Rosas blancas

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—Te juro que si lo arruinas te daré un maldito puntapié —dijo Vegeta colérico, agitándose dentro del carruaje.

Bulma lo miraba molesta e irónica. —¿De cuándo acá te interesa tanto la compañía?

Vegeta bajó la cabeza, avergonzado; prefirió no decir nada. Si algo sabía en este mundo, era que alegar con su mujer era la peor de las ideas.

Trunks apretó los labios; estaba realmente nervioso, y su papá lo hacía peor. Por un día, todo dependía de él. Ahora crecido, estaba obligado a agradarle a la hija del señor Pilaf; de ello dependía el futuro de una posible fusión de empresas; la de su querido abuelo Brief con la del honorable señor Pilaf, a quien ni conocía. Su matrimonio con la señorita Mai, hija adoptiva del señor, lo haría posible. Si es que lograba conquistar su corazón, que según palabras de todos los jóvenes varones, era indomable.

El carruaje, por fin, arribó, y el pecho se le arrugó al jovencito, quien apretó todavía más los labios. ¡¿Qué iba a ser de él?! Seguramente ella no querría ni hablarle.

El mayordomo los recibió con la mayor cortesía. —Por aquí, señores... —los guiaba con su mano—. El señor Pilaf los espera en el salón.

Ocupado el sirviente con Bulma, Vegeta le habló entre dientes a su hijo, enojado, como solía ser. —Ve al jardín, ahí debe estar. Y no metas la pata.

Trunks asintió deprisa, nervioso. Se dirigió prontamente al vasto jardín, precioso. Lo dejó algo impactado, pese a el provenir de una de las familias más ricas. Quizá lo asombró el color tan claro de las rosas; todas eran blancas y bastante grandes; lucientes.

Alucinado con este nuevo mundo similar a un paraíso virginal, se metió en el laberinto verde, y siguió el camino, sin saber en dónde pararía.

De repente, se topó con una visión angélica. Ella, de piel tan blanca como sus rosas castas, cabello tan negro como la obscuridad misma, esa que atormenta, ojos índigo y labios carnosos, rojos, lo había volteado a ver al tiempo que sostenía una rosa. No se espantó ni tampoco le dijo que se largara. No era lo que los jóvenes habían dicho.

Al menos no lo fue con el muchacho que tenía enfrente, cuyo viso hermoso y alma que transmitía bondad la conquistó de inmediato.

Ella sonrió, feliz, oliendo una rosa. —Hola
—le dijo ella después de una risita preciosa.

—H-hola —dijo él, ido. No sabía cómo actuar ante tanta perfección. Se preguntaba si estaba en algún libro; así lo parecía.

—¿Tú eres Trunks, verdad? —le preguntó ella alegre.

—Eso es correcto —se apuró a decir él, mientras los nervios lo carcomían.

La dulce diosa volvió a reír. Contenta, lo invitó a tomar asiento con ella en la banca de ese pedacito tan especial del laberinto, formado especialmente para ella.

Trunks estaba todavía muy nervioso; en cambio, la joven reía, del corazón, libre de penas, vestida de blanco, como un ángel. Trunks la volteó a ver, ya más tranquilo, pues ella le depositaba calma. Sonrió para ella.

—Yo...

—¿Vienes a cortejarme, verdad? —lo interrumpió, sin perder su sonrisa.

—A-ajá —asintió Trunks con la cabeza. Arrugó los labios.

—Nunca se lo he permitido a nadie...
—decía ella mirando al cielo azul— pero... haré una excepción hoy, y nos casaremos.

El rostro de Trunks se tornó completamente rojo. Así de sencillo había sido; no lo podía creer.

—¿Por qué me aceptas tan fácilmente?

—Por la manera en que me miraste al entrar; nunca nadie me había visto así... con tanta devoción; sé que me amarás hasta tu último aliento, y eso es lo que yo quiero: amor —le dijo mirándolo a los ojos.

—Mai... —dijo Trunks embelesado. Y la besó en la banca. El beso fue el más amoroso y limpio de este mundo. Desde entonces se unieron sus almas.

Vegeta no lo podía creer.




















Nota de autor: ¡Hola 😍! He aquí un drabble más, uno de época. Siempre me imagino a Mai como una damita victoriana, y cuando digo <<siempre>>, es siempre XD.

Nos vemos pronto 💗.

Tú y yo (drabbles TruMai)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora