Capítulo número dos

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Harry Potter podría considerarse un tipo medianamente afortunado. Tenía una familia que lo quería, era más inteligente y poderoso que la media y lo más importante (que había acontecido en los últimos años), era correspondido en el amor. Cuando la conoció, creyó ver un hada con el cabello largo y de color rojo, nada parecido al de su madre y que lo hacía mucho más especial. Él no había conocido, además de su progenitora, alguien con el cabello de ese color y, por ende, la llegada de la pelirroja más la de su familia numerosa, creyó a sus cortos años que era un cuento de hadas. Aquellos que le fascinaba tanto escuchar y leer.

El joven era amante de los libros, cosa que había heredado de Lily Potter, su madre. También, sumándole a ello, era que Harry había manifestado tener rasgos de personalidad que se parecían mucho más a los de la señora Potter que a los de su padre, puesto que el joven además de pasarse horas y horas entre las hojas de un escrito, era bastante callado, tímido y pensativo, muy diferente a su gemelo, que además de ser físicamente la copia exacta de su padre, tenía la misma energía que este y solía ser bastante bromista y bullicioso. Sirius Black era el padrino de Harry y Remus Lupin, el del hermano de este, aunque a veces solían intercambiar roles. Al joven menor de los Potter no le importaba, su hermano era lo que seguramente esperaba el Black como ahijado y él al no tener la necesidad de llenarlas, dejaba que su hermano se divirtiera junto a él cada vez que planeaban bromas en conjunto con su padre. Harry solía entablar conversaciones mucho más entretenidas con el padrino de su hermano, quien siempre tenía algún libro nuevo que comentar.

Cuando Harry tenía cinco años, le confió un secreto a su madre y era que él estaba enamorado de la Hada rojita que venía casi todas las semanas a su casa. Al ver la expresión que puso su madre, él espero lo peor, a pesar de su edad solía ser bastante perceptivo y supo enseguida que algo estaba mal. Su madre a pesar de ser bastante estricta siempre había sido muy cariñosa y mucho más dedicada a Harry, como lo era James con Charles. Quizás notaba cierta debilidad que seguramente había sacado de ella. Con dulzura, Lily le explicó que quizás debiera olvidarse de la hadita:

–Mira, mi amor, cuando nacemos... existe un hilo rojo que nos une a la persona que más amaremos en el mundo. A veces la conoces cuando eres pequeño, a veces cuando grande y a veces... nunca –la joven madre guardó silencio. –Todos los niños como tú, mi pequeño y hermoso mago, están destinados a encontrar a su hadita especial... pero, la pequeña niña pelirroja, no es la persona a la que estas predestinada –Harry guardaba silencio, mientras que su madre terminaba de contarle la historia –Ginny nació predestinada para compartir una vida con tu hermano...

–¿Y cómo lo sabes mamá? –interrumpió el niño.

–Bueno, son cosas de la magia, mi amor, hay veces que unas pequeñas cosas redondas, como unas pelotas... a lo que los magos llamamos profecías nos cuentan lo que sucederá en el futuro y hay una que habla acerca de tu hermano y ella... –Lily observó a su hijo y rogó que el pequeño dejara su obsesión con la pequeña Weasley; tenía miedo, debido a que ya había notado como este la miraba por largos momentos. Temió por la relación de sus gemelos, que de por sí era distante.

Harry meditó su respuesta.

–Esta bien, mami, cuando encuentre a mi hadita tu serás la primera en saberlo y... tampoco molestaré a la hadita de Charles... –Lily sonrió, el pequeño Harry no compartía esa mirada traviesa que tenían su hijo mayor y su esposo, sino que era completamente sincera.

Lo besó en la frente y espero a que se durmiera para volver a la habitación que compartía con James. Él ya la estaba esperando acostado y con muchas intenciones de dormirse luego, al tener los anteojos sobre el velador.

Aquella noche Lily le comentó a su esposo lo de Harry y el tranquilizándola le dijo que solamente era un enamoramiento de niño y que no dudara de su hijo menor. El niño era demasiado bueno y muy diferente a su hermano, que solía siempre estar planeando travesuras por toda la casa. De igual manera, le mencionó que notaba como los lazos entre su hijo mayor y la pequeña Weasley estaban acrecentándose, podía dar buena fe de ello. Lily no pensaba igual que él y tuvo miedo, no quería que la relación de sus hijos se quebrara por una profecía y una mujer.

El otro hermanoWhere stories live. Discover now