Capitulo 8

6 0 0
                                    

Capítulo 8.

Notas Con Valor.

La presencia constante de Matteo se había convertido en mi refugio, acompañándome en cada aspecto de mi día. Desde mensajes constantes hasta compartir risas viendo películas o paseando por el parque, su apoyo se había vuelto indispensable. Habíamos establecido una rutina reconfortante que incluía incluso las noches en las que mi madre no llegaba a casa a tiempo, permitiendo que Matteo se quedara a mi lado hasta el amanecer.

Aunque nuestra amistad florecía, la sombra de Charlotte seguía oscureciendo mi vida. Su resentimiento se intensificaba cada día que veía a Matteo más cerca de mí, y sus intentos de sabotaje se volvían más desesperados. Sin embargo, estábamos decididos a no ceder ante sus artimañas.

La noticia del baile de invierno trajo consigo un dilema. Aunque todos parecían emocionados, la perspectiva de participar me llenaba de dudas. En mi antigua escuela, mi condición de "rarita" me excluía de eventos sociales, y la idea de ser juzgada en un baile no me resultaba atractiva. Prefería mi propio mundo, donde la música en mis audífonos actuaba como un escudo contra el entorno exterior.

En un intento de escapar de las tensiones, me refugié en el campus para adelantar tareas. Mis audífonos a todo volumen creaban una burbuja de aislamiento, pero pronto las sombras de Charlotte y sus secuaces rompieron esa barrera.

Con fastidio, me quité los audífonos dispuesta a poner fin a la situación.

—¿Qué quieres, Charlotte? No estoy de humor para tus tonterías.

—¡Tonterías! ¿¡Crees que son tonterías!? —exclamó elevando el tono.

—A ver, baja tu tono. No te he hecho nada para que estés así.

La discusión escaló rápidamente, y aunque intenté explicar que no tenía nada que ver con la distancia entre Matteo y ella, su furia no disminuyó. Fue entonces cuando decidí poner fin a la confrontación, recogiendo mis cosas para marcharme. Sin embargo, lo que sucedió a continuación superó cualquier expectativa.

Súbitamente, un tirón fuerte en mi cabello me desequilibró, haciendo que cayera hacia atrás con mis pertenencias esparcidas por el suelo. La sorpresa se apoderó de mí al ver a Charlotte, con una expresión de furia desenfrenada. A pesar de mis intentos por mantener la calma, las lágrimas comenzaron a fluir.

—Eres una maldita bastarda —gritó mientras mantenía su agarre—. ¡Tú no conoces nada de mí! Te crees fuerte solo por tener a Matteo, pero él es mío, ¡mío!, que te quede claro.

La multitud que se había formado solo exacerbaba la vergüenza, pero algo dentro de mí se quebró. Tomando fuerzas, le propiné un puñetazo en la cara, rompiendo la nariz de Charlotte y generando un alboroto entre los presentes. Mi reacción impulsiva dejó un rastro de incertidumbre sobre las consecuencias, pero por primera vez, me sentí empoderada al enfrentar la hostilidad de Charlotte. Aunque las lágrimas seguían cayendo, esta vez no eran solo de vulnerabilidad, sino también de determinación.

La tensión en el aire era palpable mientras Charlotte sostenía mi cabello con fuerza, arrojándome comentarios hirientes sobre mi padre. A pesar de que nunca había hablado de mi situación familiar con nadie, ella parecía conocer un secreto que guardaba celosamente.

—Eres una maldita bastarda —gritó con furia, aferrándose a mis mechones—. ¡Tú no conoces nada de mí! Te crees la fuerte solo por tener a Matteo, pero él es mío, ¡mío!, que te quede muy claro. Él te va a abandonar como tu papá, pobrecita.

La sorpresa y la confusión se mezclaban con la rabia en mi interior. ¿Cómo diablos sabía sobre mi padre? No había hablado de eso con nadie, ni siquiera con Matteo. Las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, y Charlotte, en un intento de humillarme, gritaba a su alrededor que quería llorar.

—¿La niña quiere llorar?

Sentí cómo el dolor emocional se transformaba en un impulso de rabia. En un instante de pura determinación, reuní todas las fuerzas que tenía y le propiné un fuerte puñetazo en la cara. Un grito agudo escapó de sus labios, y al abrir los ojos, vi que su nariz estaba sangrando profusamente.

Mierda, ¡le rompí la nariz!

El tumulto de espectadores que rodeaba la escena murmuraba y se agitaba, algunos grabando con sus teléfonos. Sin embargo, la atención no estaba en mí, sino en Charlotte, que retrocedía sujetándose la nariz. Aunque lamentaba haber llegado a la violencia física, una parte de mí se sentía liberada al verla herida, al menos momentáneamente.

—¡Te lo mereces por meterte con cosas que ni te incumben! —le espeté con firmeza, aprovechando la oportunidad para recoger mis cosas del suelo.

Mientras me alejaba de la multitud, noté que algunos murmullos de apoyo se alzaban en mi favor. Sin embargo, también percibí las miradas de desaprobación de algunos compañeros y la indiferencia de otros. Sabía que esta confrontación solo intensificaría la hostilidad de Charlotte y sus secuaces, pero no podía permitir que mi pasado se convirtiera en su arma para lastimarme.

Me retiré del lugar con la cabeza en alto, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con escaparse. A pesar de todo, la sensación de haberme defendido, aunque fuera de manera violenta, me proporcionó una extraña mezcla de empoderamiento y desesperación. Mi refugio en la música ahora se sentía lejano, y me enfrentaba a la incertidumbre de las consecuencias de mi acto impulsivo.

Mientras caminaba lejos del tumulto, la cabeza en alto pero las lágrimas aún luchando por salir, reflexioné sobre la extraña amalgama de emociones que me embargaba. Había dejado claro que no permitiría que nadie me pisoteara, pero el precio de mi defensa impulsiva estaba por revelarse.

Mi refugio en la música se sentía más lejano que nunca. Aunque mis audífonos seguían colgando de mi cuello, la melodía que solía ser mi escape ahora resonaba distante. La incertidumbre de las consecuencias de mi acto impulsivo se cernía sobre mí, como una nube oscura amenazando tormenta.

La noticia de la confrontación se había extendido rápidamente, impulsada por los teléfonos que grabaron el incidente. En mi mente, el eco de los murmullos y la conmoción persistían, y no pude evitar preguntarme qué pasaría a continuación. Temía las posibles represalias de Charlotte y sus secuaces, pero al mismo tiempo, sentía una extraña liberación por haberme defendido.

Al llegar a casa, me sumergí en un mar de pensamientos. ¿Cómo afectaría esto mi relación con Matteo? ¿Cómo respondería la escuela ante el incidente? La idea de enfrentar las consecuencias de mi impulso violento me llenaba de ansiedad.

Aunque traté de mantener la calma, las horas pasaron lentamente, y la incertidumbre persistía. Finalmente, recibí un mensaje de Matteo. Su tono era sereno y solidario, asegurándome que estaría a mi lado pase lo que pase. Su apoyo me reconfortó, pero aún quedaba el temor de lo que vendría.

Los días subsiguientes se llenaron de rumores y miradas. Charlotte, con la nariz vendada, no había olvidado el incidente. A pesar de los intentos de la escuela por calmar las tensiones, la atmósfera estaba cargada.

El baile de invierno se acercaba, y la decisión de participar seguía siendo una incógnita. La idea de enfrentar las miradas curiosas y los juicios se interponía en mi deseo de simplemente disfrutar la música y la compañía de Matteo.

 La idea de enfrentar las miradas curiosas y los juicios se interponía en mi deseo de simplemente disfrutar la música y la compañía de Matteo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La Ultima LlamadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora