Deseos al límite -19

1.6K 87 5
                                    


Los labios de Tom se movían desesperadamente en los suyos, que seguían el movimiento brusco. Las manos del chico se movían por todo el cuerpo de ella, apreciando cada milímetro de su figura, cosa que prendía el deseo de ella y sobretodo el de Tom, para quien acariciar ese cuerpo fue una sensación demasiado placentera.
Comprendió que es la chica que más lo había excitado, por encima de cualquiera de las otras chicas con las que tuvo relaciones, por encima de cualquiera de sus fantasías sexuales. Solo sentir su cuerpo que era tan pequeño al lado del suyo entre sus manos, era una maldita bendición para él. Pronto no dudó en pasar una de sus manos por debajo de la camiseta de la chica, y al contrario de lo que pensó, ella no le reprochó eso... Ella quería llegar más lejos con ese juego.

Algunos jadeos salieron de la boca de la chica al sentir los labios de Tom recorrer su cuello con besos húmedos y algún chupetón. Podía sentir ese maldito y excitante piercing moverse por su piel mientras las manos de Tom le acariciaban la piel desnuda de su torso por debajo de la camiseta. El chico solo disfrutaba al saber que al fin podía darle placer sin que ella se opusiera, no estaba seguro de que ____ quisiera llegar muy lejos pero él desde luego lo quería, lo quería desesperadamente.

La respiración agitada de Tom se entrecorto por la excitación en el momento en el que su chica, sin miedo al éxito, introdujo sus manos debajo de la camiseta de Tom y comenzó a sacársela lentamente, acariciando todo su abdomen y subiendo al pecho despacio, por lo que él término el trabajo y se la sacó para darle una mirada que podría haber hecho que cualquiera se arrodillarse ante él, y no precisamente para rezarle...

La temperatura de la habitación subía por momentos, la respiración de ambos era cada vez más agitada y su excitación estaba por las nubes. De un movimiento hábil, Tom impulsó el cuerpo de la chica y lo subió al suyo, ella aceptó rodeando con sus piernas la cadera de él mientras no dejaban de besarse de manera salvaje. Tom literalmente la empotro en la pared sacándole sin querer un quejido más parecido a un gemido por  la situación, no saben la manera en la que estaba el chico en ese momento, necesitaba más.
La subió a una especie de mesa y rápidamente y sin previo aviso, casi le arrancó la camiseta a la chica, que no tenía planeado que eso pasara pero pasó y no le dio tiempo a evitarlo. Por suerte ya se esperaba una situación parecida y llevaba puesto un sujetador elegante con encaje y con pinta de costoso de color negro. La chica miró a Tom con algo de inseguridad que se relajó algo al ver como Tom le dio un repaso descaradamente y se mordió el piercing, se notaba un deseo feroz en sus ojos e incluso algo de sorpresa. El momento más tenso para la chica (y más divertido para el chico) llegó cuando sus miradas se cruzaron y él vio como ella buscaba en sus ojos aprobación sobre su cuerpo aunque sólo fuera de cadera hacia arriba.

sabía que estabas bien pero... Me gusta mucho más tu cuerpo que el de la mayoría de las chicas con las que me he acostado — rió un poco

La inseguridad aún no se había esfumado del todo, se sentía demasiado expuesta ante él aunque sólo fuera la camiseta lo que le había quitado. Tom lo notó quién sabe cómo y se acercó a ella para dejar un beso corto en sus labios e intentar calmarla.

me duele que seas tan linda

Sin dejarla reaccionar si quiera, la volvió a agarrar y está vez la tiró a la cama. Porque sí, en las suite hay cama, solo que ella no la usó la otra vez porque sabía que Tom la molestaría. Al tirarla a la cama ella se sentó pero Tom la empujó bruscamente haciendo que se tumbara. Apoyando su peso en sus rodillas, Tom subió encima de ella y apoyó las manos en su cintura para lentamente y con intenciones de calentar aún más a la chica, regaló besos suaves a su cuello y luego ir bajando, dejando besos húmedos y chupetones por su pecho y abdomen.

mmh — jadeaba la chica al sentir como mojaba y succionaba su cuerpo

sigue jadeando así y me vendré antes de tiempo

La Eterna Tentación | Tom Kaulitz Where stories live. Discover now