Cuatro.

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Las visitas de Jungkook al puesto de fresas de los Kim se había vuelto constante

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Las visitas de Jungkook al puesto de fresas de los Kim se había vuelto constante. Desde que se dió cuenta que Taehyung estaría todas las mañanas en la caseta de su familia en el mercado local, no había día que no se perdía ir a ver al bonito castaño. Amaba cuando lo atendía y siempre le ofrecía más y más fresas. Sabía el encanto que tenía, y lo usaba a su favor, pues Taehyung siempre lo mandaba con varias bolsas llenas de fresas al hogar de su abuela, la cual estaba impresionada de que su nieto se había vuelto demasiado obsesivo con comprar libras y libras de fresas diariamente.

"Jungkook, ¿es acaso un extraño antojo tuyo? Ya no sé que más hornear con tantas fresas que traes, y ya todo Nonsan no me agarrará los postres que les regalo. ¿Debería poner una repostería? Niño desubicado..."

Fue lo que su abuela le dijo al ver tantas bolsas de fresas en la mesa y no saber que hacer con ella. Pero, como la vieja señora Jeon tenía un gran corazón, no había dudado en invitar a toda su cuadra la variedad de galletas, tartas, mermeladas y muffins que había hecho gracias a su nieto y su compra obsesiva.

Había tenido que parar de comprar tantas fresas por orden de su abuela, y eso lo preocupó solo un poco, pues esa era su principal excusa para ir a ver a Taehyung. Pero, luego el mismo se tranquilizó, había avanzando demasiado todos esos días que había ido al puesto de los Kim, hablando por largos ratos con el menor, acompañándolo casi toda la jornada de la mañana que era cuando vendía, y muchas veces se quedó hasta que se iba, ayudándole a empacar.

Luego de eso, solo se acercaba con la excusa de que andaba haciendo el mercado diario y no era mentira, se había ofrecido de manera exagerada a su abuela que el haría la compra diaria, con la excusa de que ella ya estaba muy anciana para caminar y que el llegaría más rápido en moto. La señora Jeon aceptó, recalcándole mil veces que ella no había nacido ayer para no saber sus escondidas razones.

De ahí, empezó a ser detallista con Taehyung: abanicos y bebidas frías diarias para el calor, algunas canastas para que decorara su puesto, un nuevo sombrero porque escuchó al menor quejarse del suyo, y hasta le cambió las llantas a su bicicleta porque este le contó que un día casi se le vuelca porque estaban solo un poco flojas.

Namjoon se reía de lo demasiado obvio que era con el futuro médico, y a la vez estaba orgulloso de que el pelinegro había tomado al fin las agallas de actuar con el chico que le gustaba y ganar su corazón.

Y que ganado se lo tenía, pues Taehyung se había acostumbrado tanto a su presencia, a que le llegara a hacer compañía y distraerlo un poco de su jornada, ayudarle a cobrar si muchos clientes se le acumulaban, y que ya tomara las confianzas de ir a sentarse a su taburete detrás de la caseta nomas llegara a la misma hora de siempre, solo por estar con él. Aquello le derretía su corazón, sin duda alguna, hacía que cada día le gustara un poco más el tatuado, yéndose a su hogar siempre con una sonrisa por las grandes ventas, pero también por la agradable compañía que tenía.

Strawberry boy. || KookV.Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora