Dos.

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Tal y como lo predijo, una vez le agradeció a su amigo el aventón, la casa Kim se llenó de regocijo, besos de su madre y habladurías de su padre, con una buena olla de miyeokguk como su madre siempre lo recibía, y un montón de palabras de orgullo ...

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Tal y como lo predijo, una vez le agradeció a su amigo el aventón, la casa Kim se llenó de regocijo, besos de su madre y habladurías de su padre, con una buena olla de miyeokguk como su madre siempre lo recibía, y un montón de palabras de orgullo hermosas dirigidas hacia él, haciendo su corazón derretirse. Los Kim no podían estar más orgullosos de su hijo.

Por ello, la noche pasó con su familia, contándose cómo estaba en Seúl y como les iba a ellos con el negocio, enorgulleciendo a Taehyung lo trabajadores que eran sus padres, y queriendo aportar un poco de su ayuda y suplantar a su madre en el puesto del mercado local, para que ella se quedara con su padre en el huerto y pudieran descansar un poco más. Por eso, ahí iba en su bicicleta, con un cajón implementado al frente donde llevaba  las cajas con las fresas más frescas y recién cortadas, un sombrero cubriéndolo del sol, un gran overol de su padre cubriendo su cuerpo porque amaba lo holgado que le quedaba, y una gran bonita decorando su rostro mientras saludaba a los conocidos pueblerinos.

Cuando las personas lo veían ir directo al mercado, le alzaban la mano, le saludaban, le gritaban que era bueno tenerlo por ahí devuelta, y es que Nonsan era chiquito, pero bueno, tan unidos y amorosos que simplemente amaba su pueblo. Su casa.

🍓 ୭̥⋆*。

Se encontraba acomodando la última caja de fresas en la caseta donde le tocaba estar, un puesto casi en la entrada principal del lugar. Este estaba muy bien distribuido, casetas en un buen orden y una vecina a la otra, dejando un pasillo amplio en medio, donde los pueblerinos ya empezaban a llegar con sus bolsas y canastas a comprar la fruta y verdura fresca del día. Taehyung ya estaba más que feliz por empezar su trabajo ese día.

— ¡Pase, pase! Vengan y compren las fresas más dulces del pueblo.

Era su cántico, vociferaba y atraía a los clientes detrás de la caseta con una gran sonrisa y llamados agradables, y no era mentira que las ventas para los Kim incrementaban cuando su carismático y amable hijo estaba en el puesto, atendiendo con una sonrisa, y poniéndole ojos de cachorro a los clientes para que le compraran más.

Su arma mortal era su belleza, le decía su madre, y eso solo lo avergonzaba y lo ponía del mismo color de las fresas.

Un pelinegro que observaba a la lejanía sabia sin necesidad de que la señora Kim se lo dijera, que lo hermoso y bueno que era Kim Taehyung era lo que atraía la mayoría de clientes que pasaban frente a su puesto, tentados a comprar un par de libras de fresas cuando este le enumeraba el montón de cosas que podían hacer con ellas, en compañía de una radiante sonrisa.

Jungkook quería que le dedicara esas sonrisas también, no solo para venderle fresas.

— ¿Tienes ganas de las fresas o del chico que las vende, Jungkook? No despegas los ojos de ese puesto. —escuchó una voz tras suyo que le hizo dar un respingo, causando una carcajada en su acompañante mientras volteaba a verlo con el ceño fruncido, el moreno sosteniendo su estómago y no siendo para nada callado, atrayendo un poco la atención de un par de puestos a la lejanía del de los Kim.

— Namjoon, cállate, nos verán. No creí que ibas a ser tan odioso. —bufó Jungkook golpeando levemente a su amigo en el hombro, en son de broma.

Kim Namjoon, su mejor amigo de la facultad, y quien había decidido pasar esas vacaciones con él en Nonsan en vez de viajar al extranjero a ver a su familia. No quería salir de Corea, y prefería un lugar tranquilo y alejado del bullicio de Seúl por una buena temporada antes de volver a la ajetreada vida de estudiante. Y, definitivamente le daba un plus molestar a su amigo con su enamoramiento y su cobardía con el chico que le gustaba.

— Muy tarde, Jeon, el chico fresa está viendo hacia acá. —le dijo Namjoon alzando levemente una de sus cejas con una ladina sonrisa que remarcaba uno de sus hoyuelos, señalándole con la cabeza al enfrente. Jungkook no pudo evitar tensarse en su lugar mientras su amigo lo volteaba sobre su eje.

Joder, se iba a derretir.

Un confundido Taehyung los veía desde lejos, con su carita levemente ladeada haciendo que sus pequeños rulos que sobresalían de su sombrero se inclinaran hacia un lado igual, con ojos curiosos y confundidos ante las grandes carcajadas que escuchaba a un par de puestos del suyo.

¿Acaso las berenjenas eran tan graciosas?

Jungkook se quería morir, no quería que Taehyung se diera cuenta de su presencia así, parecía un acosador.

Pero en cambio, ahí estaba, una amplia y preciosa sonrisa geométrica se posó en esos gruesos labios rosados, una de las estilizadas manos del castaño alzándose y ondeándola hacia él.

Lo estaba saludando.

Si, podría morirse.

— Jungkook, me avergüenzas. Te está saludando, idiota. —Namjoon le dijo por detrás de su cuerpo golpeándole la espalda provocando un quejido en el pelinegro, pero inmediatamente reaccionó, devolviéndole el saludo al chico detrás de la caseta de fresas. Pudo jurar que desde ahí vió sus ojos brillar y su sonrisa extenderse un poco.

Definitivamente ese era un ataque directo a su pobre corazón.

— Ahora, acércate, idiota, y no vayas a balbucear frente a él. Se nota que está muy feliz por verte. Confío en ti, sino no me busques que me darás pena. —escuchó a su amigo mientras este, sin esperarlo, le daba un empujón, haciendo que saliera de la caseta de verduras en la que estaban escondidos. El pelinegro volteando a verlo con el ceño fruncido pero ya no había marcha atrás, Taehyung ya lo había visto.

— Te odio. —le musitó entre dientes al moreno que solo le sonrió ampliamente y le hizo una seña con la mano para que se fuera, haciéndole reír al ver a su amigo caminar hacia el puesto de fresas, negando con la cabeza divertido ante la situación.

Vió desde lejos la interacción de ambos chicos, y a juzgar por la escena de ambos sonriéndose tímidamente y entablando una pequeña conversación con fresas de por medio, solo faltaba ser ciego para no notar que los sentimientos de Jungkook no eran los únicos presentes. Desde ahí podía ver el sonrojo en las acaneladas mejillas de Kim, y no era producto del caluroso día, y podía ver como Jeon se movía un poco inquieto en su lugar, como no sabiendo cómo comportarse con un chico lindo.

Era una escena divertida de ver, sin duda.

Jeon Jungkook no tendrá muy difícil enamorar al chico fresa.

Jeon Jungkook no tendrá muy difícil enamorar al chico fresa

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Strawberry boy. || KookV.Where stories live. Discover now