En un gobierno injusto para con los omegas, Kang Yukio es un omega soltero que terminará embarazo luego de una noche de pasión con un alfa desconocido. Devastado ante el resultado decide contarle todo a su amigo y jefe, Hwang HyunJin.
Al ser un omeg...
—Pero hijo, Yukio sigue en el hospital, ni siquiera respira por si mismo. No sabemos cuándo despierte y mucho menos si podrá vivir por él mismo. Los aparatos médicos son lo que lo tienen con vida.
—Vete—dijo en voz baja y la omega lo miró sorprendida.
—¿Qué?
—Que te vallas. Sí no dirás nada bueno lárgate de mi casa, le pediré a la señora Joohyun que cuide a Yuan.
—Perdón, HyunJin, hablé sin pensar, no lo volveré a decir.
—Está bien, ya sabes dónde está todo lo que Yuan necesita, ahora me voy a ir al hospital.
—Ten cuidado hijo.
—Sí. En caso de que Yuan empiece a llorar avísame inmediatamente para venir.
—Está bien.
El rubio se sirvió un vaso con agua que bebió con calma y se despidió otra vez de su madre para tomar las llaves de su auto y salir.
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Joohyun acariciaba el cabello de su hijo mientras el médico encargado de la salud de este miraba el monitor que controlaba el ritmo cardíaco.
—No ha cambiado nada—dijo mirando a la omega que se mordió el labio inferior nerviosa.
—Yukio, cariño tu cachorro te está esperando—dijo en voz baja.
—Joohyun—la omega miró al alfa—. ¿Ya terminaste con todos los preparativos del sepelio de tu esposa?
—Sí, ya sus cenizas fueron enviadas a la cripta de su familia.
—¿No te despediste?
—No. Ella nos lastimó a todos, jamás se lo perdonaré ni aunque esté muerta.
—Comprendo.
—No lo haces, MinHo—dijo la omega mirándolo—. Mi hijo está aquí en un coma inducido solo porque ella no quería manchar su estúpida reputación.
—Calma, Joohyun, le puedes trasmitir la desesperación a tu hijo mediante tus feromonas. Él está a nada de estabilizarse.
La Bae iba a responder cuando la puerta se abrió dejando ver a HyunJin.
—Buen día...—se detuvo al ver al médico—. ¡¿Yukio está bien?!
—No te preocupes, HyunJin, el doctor solamente está revisando a Yukio, él está aún tratando de estabilizarse.
El alfa asintió acercándose para tomar la mano canalizada del omega Kang.
—Hola precioso, ya vine—dejó un beso en los nudillos del castaño.
