¡Shh!

Ella deja un momento sus cubiertos para entrelazar sus manos y respirar hondo todavía sonriendo.

Cuando abre los ojos me mira atentamente.

—¡HAY UNA FIESTA DENTRO DE UNA SEMANA EN MI CASA!—.dice alzando su voz 1000 decibeles.

Yo la miro con mala cara. Algún día me va a dejar sorda, ya me veo...

Incluso sorda se seguirían escuchando sus gritos...

—¿Y por qué una fiesta en...?—digo todavía cubriendome los oídos. No vaya a ser que ponga una bocina a lado de mis oídos o algo así.

—¡ES TU CUMPLEAÑOS, ASHLEY!

Ahhhh. Eso. Ya hasta se me había olvidado.

¡Yujuu!, qué emoción.

No. Aquí no queda el positivismo.

—Ah... sí. Mi cumpleaños.—digo no muy convencida.

Jamás me ha gustado mi cumpleaños. De hecho, desde que tengo memoria no me ha gustado ninguno de los que he tenido.

Solo uno que recuerdo hasta el día de hoy. Cuando tenía 4 años y me hicieron una fiesta de Miraculous. El pastel era demasiado perfecto para ser arruinado...

¿Y adivinen quienes decidieron arruinarlo?

¡Pues claro!, ¡Los invitados!

Me llenaron mi pobre carita de betún y seguramente la cara de LadyBug estaba deforme en mi cara por tremenda aventada que me dieron en el pastel.

Pobre niña...

—Tienes que ir, Ashley. ¡Es tu fiesta!—me dice Hannah entusiasmada sacándome de mis pensamientos.

Si te dijera lo que pasó en la última...

—Ahí estaré, supongo...

Hannah suelta un chillido de emoción y empieza a parlotear sobre la planeación de la fiesta. Creo que necesita ayuda con la decoración, o eso estaba escuchando hasta que mi vista se desvía a lo lejos, donde veo a un chico pelirrojo que me observa atentamente. Está rodeado de su grupo de amigos y les dice algo para después comenzar a caminar a nuestra mesa.

Yo he dejado de escuchar a Hannah, todas mis alarmas se disparan inmediatamente y me pongo de pie casi cayéndome de cara al suelo.

No le doy tiempo a Hannah para asimilar la situación.

—Tengo que irme—.le digo precipitadamente recogiendo mis cosas.

Salgo corriendo rápidamente a los pasillos de la facultad hasta encontrar mi casillero. Cuando llego estoy tan cansada que me tomo un momento para respirar.

Qué condición física tan buena, ¿eh?

Los pasillos están casi vacíos porque la mayoría del alumnado se encuentra fuera de la facultad.

A lo largo del pasillo logro ver a Ethan volteando a ver a todos lados. No quiero creer que me está buscando, así que me apresuro en abrir mi casillero y prácticamente aviento libros dentro de este.

Solo espero que no me vea...

Cuando cierro el casillero con lentitud y me asomo por el con cuidado doy un respingo cuando veo a Ethan avanzando hacia acá.

Me quedo helada por un momento al verlo y me confunde más ver su expresión al caminar hacia acá.

A simple vista no parece enojado...

El día que la luna dejó de brillar. Where stories live. Discover now