¿Donde me estan llevando?

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Aleister...

No la odiaba, ya que el fue el que mandó a matar a Farrokh, el hombre que había pagado millones por ella. Ni siquiera el sabia que tanto la atraía de esa joven, no fue algo planeado.

Cuando el secuestro sucedió, ellos mantuvieron a las cinco chicas encerradas por 3 semanas, tan solo tres de ellas fueron enviadas a India. Blair que era la cuarta chica, murió una semana antes del viaje a Odisha.

—¡Eres un hijo de puta! ¡Prefiero morirme que ir a manos de un hombre asqueroso como tu! — Aleister estaba perdiendo la amplia paciencia que carecía, Blair nunca se quedaba callada, de las cinco chicas era la única que se atrevía a gritarle al mayor de los trillizos.

—No soy la clase de persona que le gusta dar advertencias. Pero no pienso perder millones de dólares por una mojigata como tu. Así que te callas o te callo.

La mirada de Scarleth le estaba pesando a Blair, podía ver de reojo como su compañera estaba a punto de cavar su propia tumba. Pero tenía miedo de hablar, de que la maten, de no poder ver a su familia y de ser privada de su libertad, en ese tiempo ella creía que el poder ir a India le ayudaría a poder escapar. Pero nada de eso fue así, ella nunca llegó a India, ni ella, ni Blair.

—¡Mátame! No pienso quedarme y tener una vida de mierda. Te doy el honor Aleister...

Siempre fue un hombre de palabra, al instante agarró su arma y disparó, atravesándole la cabeza a la mayor de todas las chicas que tenían retenidas. Se escuchaba por toda la habitación el llanto de las adolescentes. El cuerpo de Blair quedo 5 días en aquel cuarto junto a las demás jóvenes, el olor era insoportable, pero en unos días llegaron 3 hombres y se llevaron el cuerpo.

Scarleth estaba totalmente cansada, no se sentía ella misma, no se alimentaba, ni siquiera tomaba agua, y esto desesperaba a Aleister, al punto que el mismo llegó a darle de comer, obligándola a comer todo lo que el le servía, no le importaba si ella después vomitaba todo, el seguía atándola a una silla y le provenía alimentos forzadamente.

Cuando llegaron para despegar e irse rumbo a India, se encontraban dos aviones, uno que se dirigía a Odisha, y otro que iría directo a Tokio. Scarleth estaba totalmente destrozada, no quería irse a India pero en su cabeza era una buena idea para planear su huida, pero cuando se dio cuenta que ella estaba subiendo al avión contrario que sus compañeras le desesperación se apoderó de ella.

—¿Dónde me están llevando?

Los hombres que la tenían agarrada no soltaron ni una palabra, no tenían permitido hablarle ni dirigirle la palabra. Scarleth miraba hacia atrás y veía como las chicas subían al otro avión, no entendía absolutamente nada, le habían explicado que ella iría a India y no tenía opción.

—¡¿Dónde me están llevando?!

Las lágrimas no tardaron en salir, no tenía idea de que pasaría con ella, tenía demasiado temor de terminar muerta, la pizca de fe que tenía de poder ver a sus padres desapareció en el momento que la arrojaron dentro del avión. Los Dämonen estaban sentados en una mini vinoteca, viendo la cara de pánico de la adolescencia.

—Pensé que harías más escándalo, normalmente las mujeres lo hacen.

Las palabras de Alonso sacaron del trance a Scarleth, le daba más miedo estar con ellos que vivir con un desconocido por el resto de su vida. Sus padres le hablaron sobre Kerr Gianniotti y sus trillizos, sabía sobre ellos, sus padres eran los "abogados" que se hacían cargo del caso de Nerida Jackson, una mujer que fue empleada domestica de la familia Gianniotti, pasó por diversos maltratos por partes de los trillizos y de la pareja de la casa.

Nunca los había visto, solo había escuchado sus nombres ya que se habían encargado de matar a Nerida antes de que diera su paradero y pudiera dar información de la aparecería física de la familia. Sabia la mayoría de crímenes que ellos cometieron y tenía miedo, no quería ser una víctima más.

Los hombres la ataron en el primer asiento, dejándola completamente inmóvil.

—No creo que debamos de atarla. Suéltenla.

Aleister hablo por primera vez desde su entrada al avión, si la dejaba suelta sabía que ella no haría nada por matarlos, no iba a defenderse, podía oler su miedo y sabía que se iba a dejar mangonear.

—¿Hablas en serio?

—Si suéltala, de igual manera no podría con nosotros. No seas un maricón Alonso.

Alessandro creía que era muy exagerado tenerla atada, no tenía sentido atar a una chica que no sabía ni defenderse.

Scarleth solo pensaba en que harían con ella, si la torturarían, si la matarían o si la meterían en la prostitución. El pánico se despertaba sin reproche acechándola, igual que la mirada del mayor, que la miraba fijamente a sus hermosos ojos celestes. Podía ver como el pánico se alimentaba del miedo, lo confirmaba al ver como sus lágrimas se deslizaban por su rostro, como su nariz se estaba tornando de un color rojizo.

Saco el cuchillo de su pantalón dejando ver el brillante filo, Scarleth paso saliva asustada. Se acercó a ella dejándola completamente boquiabierta por el pánico que la inundaba, pudo observar como el tenía un lugar en su nariz, y un tatuaje de un Escorpión en su muñeca, gracias a esto era más fácil diferenciar a los trillizos.

—Sé que nunca nos harías daño ¿No?

Sus ojos color marrón claro eran tan hipnotizantes, ninguna palabra salía de la boca de la adolescente, Aleister la quería escuchar, quería escuchar su voz.

—Dímelo.

Le gustaba observarle, ver esos ojos de un color celeste único, ella emanaba tanta dulzura, tanta inocencia y de cierta manera eso le gustaba, le gustaba pensar que ella era completamente diferente a él.

—No...claro que no.

Un sentimiento perverso estaba naciendo en el, quería que ella se rindiera completamente, quería volverla solo de él, no llevaba ni un año de conocerla, pero el ya sabía que su historia sería un peligro que duraría para siempre, y si no dura para siempre terminaría pronto.

El miedo más adelante se mezclaría con el deseo y las ganas de cometer lo insano aparecerán, algo que no se debería de hacer, la víctima nunca se tira hacia las riendas del verdugo, tampoco provocaría el diablo. Solo existirá el sometimiento y la confusión, esa confusión en donde preguntas constantemente si es realmente posible amar al ser que te devastó.

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La fragilidad del ser humano es tanta, que la cordura se desvanece rápido, en especial cuando te aferras con la persona equivocada, solo por querer creer en algo cuando estas en lo más bajo.

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Corazones Envenenados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora