Capitulo 7

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Encuentro Sobrenatural

                                       
¡Pero Padre…no puedo renunciar a mi propia herencia!

—¡Lo harás! Firmarás este documento para que yo, como tu progenitor, tenga el derecho y el deber de administrarlo a mi conveniencia.

Por su puesto me negué.

Padre me abofeteó tantas veces que creo que perdí el sentido, pues sin saber cómo, me encontré en un lugar oscuro, húmedo, donde escuchaba aterrada los chillidos de las ratas.

Comprendí que me encontraba en el sótano.

—¡Firma! —me exigió horas después. Yo volví a negarme rota por el llanto, el cansancio y la decepción.

—No saldrás de aquí hasta que firmes, a mi no me importa. Esa fortuna será mía. Tú decides cómo quieres salir, porque en caso de que perdieras la vida, la fortuna automáticamente pasaría a mis manos.

Lloré toda la noche, al día siguiente, y al otro… No me daban comida, y apenas agua.
Mis fuerzas se debilitaban por momentos, pensé en la mansión,... ¿me echarían de menos los criados? ¡Yo les amaba a todos ellos! ¿Y Gladys? ¿Le habría enviado la nota que escribí a los Porter anunciando mi viaje con Padre?... ¿Y Henry? ¿Me seguiría amando?
Al pensar en Henry... lloré amargamente. ¿Se olvidaría de mí?       ¿Y Padre? ¿Qué excusa inventaría sobre mi ausencia?

Mi mente no paraba de cavilar, sin embargo mi cuerpo sentía una alarmante debilidad;... incapaz de rendirme, me prometí a mi misma salir de aquella mazmorra. Intenté levantarme e inspeccionar el pequeño sótano, pero la diminuta ventana tenía barrotes y los trastos de alrededor impedían que lograra moverme con plena libertad en aquella terrible negrura.

Padre descendía los escalones cada tarde, esperando con la pluma en  mano a que firmara mi renuncia, pero yo había tomado mi decisión. ¡Jamás le entregaría mi herencia en vida!

—¡Eres una testaruda!

A medida que los días transcurrían inexorablemente, mi debilidad iba en aumento, apenas hablaba y menos aún podía mantenerme en pie, me resistía a afrontar mi triste destino...pero era consciente del final que me esperaba...

Me extrañó que Padre no se presentara como cada tarde a que firmara la renuncia,..mientras meditaba sobre ello...llegó  hasta mis oídos  como se alejaba el carruaje.

Entonces comprendí que me habían abandonado a mi suerte, y nunca jamás me encontrarían...

Derrotada y al límite de mis fuerzas, me acurruqué como pude entre los trastos del polvoriento sótano, y cerré los ojos dejándome llevar hacia un destino desconocido del que me entregaba voluntariamente, ya no tenía miedo, esperaba en paz a  la temida parca…

—Aquí estoy  —susurré.

A continuación, noté una sensación de bienestar; el hambre y la sed se desvanecieron...y de pronto me sentí flotar como una hoja arrastra por el viento; la sensación era indescriptible.

Me acerqué a la diminuta ventana con barrotes, y para mi sorpresa la atravesé sin obstáculos. ¿Cómo era posible? ¡Si por ella tan solo podían entrar o salir alguna ave despistada, y con cierta dificultad!  De repente dejé de encontrar un sentido a lo que me estaba pasando y sin saber por qué... fui invadida por una sensación de felicidad infinita...

En aquel instante mis pensamientos se centraron en Henry,... deseé estar junto a mi amado una última vez,... ansiaba su protector abrazo, su consuelo, en definitiva su amor... y de pronto,... me vi arrastrada por un torbellino que me atrapó,  no tuve miedo, no me resistí...al contrario, me dejé llevar... y acto seguido me encontré en las estancias privadas de Henry, que yacía en la cama durmiendo plácidamente. 

—¡Oh! ¡Henry! —exclamé acurrucándome contra él. Mi amado continuaba durmiendo ignorando mi presencia.

—Si estoy muerta, no me importa… mientras pueda estar unas horas contigo —confesé sollozante.

—¿Margaret? ¿Margaret? —farfulló somnoliento contemplándome con cara incrédula.

En ése momento, rompí a llorar entre sus brazos, confesándole la cruel artimaña de Padre. Henry me besaba intentando calmarme.

—Pero, ahora estás aquí conmigo… ¿Te han visto entrar en mis aposentos? Debemos pensar en tu honor, Maggie… 

—No, Henry,… mi Henry… creo que estoy muerta. Mi cuerpo está a las afueras de Londres, en el sótano de una casa.

En ese momento me vino a la mente la imagen de Alfred saludando con actitud de comadreo al cochero que contrató Padre para el viaje.

—¡Henry! ¡Alfred, conoce al conductor del carruaje! Si lo encontráis, él puede deciros a dónde me llevó Padre.

—Mi Amor, ¿no te das cuenta de que estás aquí conmigo? No sé cómo haremos para no comprometer tu honor, nadie debe verte salir de mis aposentos…¡Deseo tanto casarme contigo!...Dentro de poco  pediré tu mano...y... 

Me dio un cariñoso beso en los labios mientras me abrazaba con ternura, en ése momento su hermano abrió bruscamente la puerta, y todo se desvaneció, encontrándome de nuevo en el sucio sótano. 

Fin del capítulo 7

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Encuentro SobrenaturalWhere stories live. Discover now