14 » ¡No coquetees conmigo!

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C H R I S

Cuando desperté esta mañana, Kate estaba a mi costado derecho, durmiendo. En un momento pensé que mi cerebro me jugaba una mala broma, pero después de tocarle el brazo, supe que ella era real. Ella estaba ahí.

Era raro. En muchos sentidos. No estaba correcto esto, pero se sentía tan bien tenerla aquí en mi departamento y mejor aún, despertar con ella a mi lado.

Me quedé mirándola un rato más.

—Buenos días Kate —le susurré aunque ella no pudiese oírme de momento. Me atreví a besarle le frente, no sabía si después ella me dejaría hacerlo, así que tomé la oportunidad.

Me levanto de la cama, dispuesto a hacerle un gesto noble. Ha pasado por un mal trago y en parte ha sido por mi culpa, así que lo menos que puedo hacer es intentar alegrarle un poco las cosas.


+


—Kate vamos, despierta. El desayuno está listo —le muevo un poco, pero creo que ha de tener el sueño algo pesado.

La llamo otra vez. Nada.

Hago un nuevo intento.

—Dame cinco minutos más, mamá.

Su tono de voz es adormilado y suena fastidiada. Toma una almohada para cubrirse el rostro y hala las sabanas para terminar de cubrirse aún más.

—No soy tu mamá.

Me siento en la cama, posicionándome a un costado de ella. Le sacudo un poco más para hacerla despertar y me gano un par de gruñidos malhumorados.

Me es imposible no reírme por el pequeño berrinche matutino, me hace preguntarme si ella es así todos los días. No me interesa, podría soportarle sus berrinches mañaneros, si tan solo con eso, despertaría con ella a mi lado.

Respiro hondo y dejo salir el aire en un suspiro dramático. No puedo pensar en este tipo de cosas, sin sentirme culpable. Por lo de Kate con Sebastian. Ellos tenían algo y mi mejor amigo se vio obligado a culminar eso por culpa mía.

No me importa que él haya dicho que fue él, el que se interpuso entre Kate y yo. Es obvio que fue al revés, porque entre ella y yo, nunca hubo nada. Odiaba siempre ser el chico con mayor tiempo esperando por alguien. El que no expresaba sus sentimientos y por ende, siempre alguien más daba el paso primero.

Ladeo la cabeza, alejando todo el asunto. Debía enfocarme en el presente. Sebastian había terminado con Kate para que yo pudiera estar con ella. Debía concentrarme en eso, sentirme feliz. No estando lamentándome como lo hago ahora. Así que si Stan hizo su parte, lo menos que puedo hacer, es hacer mi parte también.

Me acerco un poco más a ella, le retiro la almohada y hago lo mismo con los cabellos que cubren su rostro.

—Kate, el desayuno se va a enfriar —susurro cerca de su oído y la sensación le causa leves cosquillas haciéndola sonreír, sonrío también— es hora de levantarse.

Me atrevo a dejar un beso en su mejilla, la oportunidad estaba ahí. Debía tomarla. Además. Kate está dormida, no creo que lo haya sentido.

Error.

Kate abre los ojos, está sonriendo. Siento mis mejillas arder solo un poco, he sido descubierto en el acto. Vuelvo a sonreír, esta vez sin mostrar los dientes y ella frunce el entrecejo. Luego parpadea un par de veces, y su rostro comienza a tornarse confundido.

» Nuestro Secreto © Where stories live. Discover now