13 » Estaré aquí para ti.

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Camino por el largo pasillo en dirección al apartamento de Chris, él yendo por delante y yo siguiéndole los pasos de cerca. Me siento nerviosa, muy nerviosa por estarme dirigiendo con él a ese lugar. Ir al apartamento de tu profesor. No es algo que acostumbre hacer.

—Tal vez no deba estar aquí —comento cuando nos detenemos justo en la puerta que da entrada a su hogar.

Él niega con la cabeza, no aprobando lo que dije. Da media vuelta para poder verme. Sus ojos azules me miran con lo que parece ser tristeza y me siento pequeña ante ellos. No quiero que él me vea así, no me gusta. Me hace sentir débil y no deseo tener esa imagen ahora, ni nunca con él o con alguien más.

—Dijiste que no podían verte así tus padres —dice él con tono suave, asiento— tus amigos están en el cine y como te he dicho antes, dejarte en el bar... sola. No me fue una opción —él se acercó a mí y colocó sus manos sobre mis hombros, enfocando su mirada aún más en mí—. Lo siento Kate, pero creo que aquí es mejor a que te deje por ahí a la suerte.

Inhalo profundo, y muevo la cabeza en forma afirmativa. No puedo contradecirle. Chris sonríe de lado. Intentando darme ánimos, con sus pulgares limpia mis lágrimas y yo me obligo a agachar la mirada para no verle cuando lo hace. Su tacto es cálido y me gusta.

Él no dice nada más, y yo tampoco. Él retira sus manos de mis mejillas y yo sorbo un poco por la nariz, lo noto dar vuelta hacia la puerta y tantea sus bolsillos del pantalón buscando algo. Frunce el ceño un par de veces.

—Podría haber jurado que las traía en mis bolsillos. A no ser que...

—Las hayas olvidado en la barra del bar —Chris se sonroja ante la posibilidad de aquello y el simple hecho de verle las mejillas rojas, me enternece.

Siempre me ha gustado ese aspecto varonil y rudo que lleva consigo. La barba usualmente le da ese efecto en él. Pero ahora que está se fue hace un par de días y tiene el rostro despejado, me muestra un Chris que parece totalmente diferente al que conozco, es como su versión adorable. Y me gusta también.

Sonrío internamente por los pensamientos que tengo; pero sonrío aún más al notar que él bien puede ser ambas cosas, rudo y varonil, pero a la vez, tierno y adorable.

—Creo que es una señal para que no esté aquí —comento al verlo no dar con las llaves de su departamento.

Él me mira confundido, le sonrío un poco y doy media vuelta yéndome por el pasillo por donde pasé minutos atrás.

—Kate —Chris logra alcanzarme, tomándome de la mano derecha. La acción me ha tomado por sorpresa y eso me hace ver nuestras manos unidas, luego a él.

—Para nada —dice seguro, y nuevamente se coloca ese tono rojizo en sus mejillas a la par que baja la mirada a nuestras manos unidas—. Siempre tengo un repuesto.

Él sonríe una vez más, se aclara la garganta y suelta mi mano para volver a su apartamento, le observo confundida, prestando atención a lo que hará, Chris levanta una maceta que tiene un tulipán amarillo en ella; y que está adornando la entrada de su departamento. Luego levanta algo del suelo y deja la planta en su lugar.

Chris se gira nuevamente en mi dirección y me enseña una llave, acompañada de una gran sonrisa en su rostro. Me es imposible no sonreírle también.

—Hombre precavido vale por dos —dice y eso aumenta mi sonrisa—. Ahora, primero las damas —él hace un ademan hacia la puerta.

Le miro por unos segundos y él asiente, invitándome a pasar, que no tengo nada que perder y tras verle directo a los ojos azulados suplicantes que ha puesto, termino aceptando.

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