9 » ¡Somos amigos, recuerda!

12.1K 856 452
                                    

S E B A S T I A N.

Son las siete y media de la noche cuando llego al edificio de Chris, he recibido una extraña llamada de su parte, una hora atrás. En aquel momento me encontraba al otro lado de la ciudad en una cita con Kate Reeves.

Sí que me gusta esa chica.

Pasé a la Preparatoria Allen por ella, a eso de las tres de la tarde, hora que habíamos acordado pues para ese entonces, las clases ya habrían culminado para ella; y desde que salió para encontrarse conmigo, estuve con ella hasta la llamada rara de Chris.

Luego del paseo en moto por la ciudad, conocernos más y hacer boberías, la llevaría a cenar a un restaurante en el que hice reservación. Mi madre antes solia decirme que si quería impresionar a una chica, debía invitarla a una buena cena y bueno, las madres siempre tienen razón.

Pero por más que me gustase Kate y por más que quisiera impresionarla, debía terminar la cita por el hecho de que mi amigo me necesita y bueno entre nosotros, los amigos, siempre son primero.

Toco el timbre cuando estoy frente al 2J, pero nadie responde. Toco nuevamente y pasa lo mismo. Comienzo a preocuparme, en la llamada Chris se oía ebrio y fuera de sí, me reprochaba cosas sin sentido, como si le hubiese traicionado o algo por el estilo. Incluso me acusó de enterrarle una espada en la espalda.

Tonterías. El pobre deliraba.

—Chris abre, soy Sebastian.

—No hay nadie ¡Lárgate!

Escucharlo me hizo poner los ojos en blanco. Definitivamente esta ebrio. Me pregunto que lo ha puesto así, él no es de esos que se emborrachan. Ese es mi trabajo. Él normalmente es el que me saca de los bares o el que me sermonea para que paremos la fiesta.

—¡Chris si no abres romperé la puerta!

—Rómpela, no me importa—le escucho hipar y reprimo una ligera risa—. Ya tengo roto el corazón, así que da igual si me rompen otra cosa.

De sólo escucharlo casi me dan ganas de vomitar, él también suele ser el cursi.

Así que dedujo que su estado de ebriedad es por una chica. Seguramente es por aquella de la escuela, la chica sin nombre de la que tanto habla.

Le insisto un par de veces más, dándole tiempo para que recapacite y abra la puerta como se debe. No lo hace. Niego con la cabeza, al mismo tiempo que me dirijo a las pequeñas macetas que tiene de adorno en la entrada. Levanto la que tiene tulipanes amarillos plantados en ella y tomo la llave. Me le quedo viendo a la planta un rato más, sin embargo el ruido de algo caerse dentro de la casa de Chris me hace volver al objetivo principal.

Limpio la llave, la introduzco en la perilla, le giro, quitando el seguro y la puerta se abre. Un Chris Evans ebrio yace en el sofá, tiene una botella de wisky en las manos. Con mi vista recorro el apartamento, todo está bien, salvo por un pequeño vaso que se le ha caído, pero fuera de eso, todo pinta estar bien. Hasta cuándo se emborracha sigue manteniendo el orden.

—Hey amigo ¿cómo estás? —Chris me mira molesto. Levanto mis manos a la altura de mi pecho y retrocedo un poco en señal de rendición— Bien, ya entendí.

Chris lleva la botella a su boca para darle un gran trago. Suspiro.

—Ya has bebido demasiado ¿no crees?

—Ahórrate tus comentarios, traidor —Chris se levanta del sofá, se tambalea un poco y lo sostengo antes de que cayera al suelo— ¡Suéltame! —él me empuja— ¡Traidor!

Y ahí va la palabra otra vez ¿Por qué me llama así? ¿En que lo he traicionado?

Suspiro al ver a mi amigo así, está muy mal y me pregunto mentalmente si así me veo cuando salimos de fiesta y me paso con los tragos. Espero que no.

» Nuestro Secreto © Where stories live. Discover now