Jack Grealish.

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Jodido Grealish.

Desperté minutos después de sentir aquel frío enloquesedor de Manchester. Al abrir los ojos, emocionada por conseguir la figura del hombre que me traía loca. En vez de eso, solo conseguí un lugar de la cama mal tendido.

La sensación agobiante hizo que me parara y observara la habitación, intentando que con la mirada, hallara alguna de sus prendas. Totalmente sin éxito me levanté y me metí a la ducha.

Tenía un nudo grande en mi garganta, un nudo enloquesedor que me hacía picar el alma.

Jack se había ido otra vez, después de todo lo que me dijo anoche.

Jodido Grealish.

Miles de pensamientos negativos me hicieron apagar el agua y buscar una toalla con la mano. Sin querer, me desesperé al no sentir ninguna tela bajo mi palma, y lloré.

Salí entre lágrimas y mojando el suelo de mi habitación, entonces me envolví en una bata.

Otra decepción, otra mentira, y otra noche que Jack Grealish se aprovecha de los sentimientos que tengo hacia él.

Salí de mi pequeña habitación, y no muy lejos de esta entré a la cocina, gracias a la falta de espacio, todo se hacía en diminutas extensiones. Tomé un vaso, lo llené de agua y salí a la sala que no quedaba muy lejos.

Estaba tan cansada de escuchar promesas baratas por parte de Jack. Cada vez que me necesita, viene, me seduce, me dice un montón de mentiras, y luego se va. Estoy cansada de escuchar un cuento diferente. Ya no sabía ni qué inventar para mantenerme como su marioneta sexual.

Me senté en uno de los muebles dorados, qué con gran esfuerzo pude conseguir.

- ¿Charlotte? - la voz de Jack llamó mi atención. Confundida, bajé la mirada de su cara, a las bolsas que tenía en sus manos.

Esto tiene que ser una broma...

Corrí a sus brazos notando como no me había abandonado de nuevo, solo había ido por comida.

- Eres un idiota, no vuelvas a hacer eso.

Jack, estaba tan confundido, como sonriente.

- ¿Por qué llorabas? - preguntó.

- Porque pensé que te había ido, Jackie.

Sonrió ante el apodo y me alejó, para caminar a los muebles y sentarse rebrujando las bolsas qué había traído.

- Linda bata - elogió.

- Tu me la compraste.

Sonrió y sacó la hamburguesa, que mágicamente olía a felicidad.

- Quieres convencerme con comida.

- Si.

Me senté a su lado, observando como sacaba la comida proteínica qué tanto le gustaba. Tenía que seguir su dieta, mientras que yo comía cualquier cosa y no lograba engordar.

- Tengo que trabajar hoy - comuniqué, y él dejó a un lado su comida.

- Ya no trabajarás más - me dijo muy tranquilo de la vida.

- ¿Disculpa?

- Que no trabajarás más.

- ¿Y como pienso comer y mantenerme?

- Para que me tienes a mi.

Hace unos meses, cuando nuestra relación funcionaba, habíamos tenido esta conversación.

- Te dije que no quiero tu dinero.

- Pero no quiero que trabajes más allí. Te dije que puedo...

- No quiero de tus influencias, Jack.

- Pero no quiero que sigas trabajando allí - repitió, exactamente lo que yo dije cuando él se iba de viaje.

- Pero allí me consiste.

- Y por eso no quiero que lo sigas haciendo. Como la novia de Jack Grealish qué eres, tienes que dejar de trabajar allí - la manera en que firmó ese pacto entre ambos, me hizo emociónar un poco.

- Pero si no soy tu novia.

- ¿Y? Si lo eres.

- No lo soy - río, nerviosa.

- Bueno... - a Jack se le ilumina el rostro derrepente - ¿Por qué no trabajas para mi?

- ¿Ah?

- Si... Haces lo mismo que hacías en el bar, pero para tu chico.

Reí y negué con la cabeza. Esto iba a hacer sumamente peligroso.

- 20 mil dólares por noche - propone y casi se me atasca la saliva.

- Pero si eso es mucho dinero...

- ¿Qué dices? Si no es ni la primera parte de lo que  tu bales mi amor. - me lanzó un beso - Anda, ponte a bailar qué desde hoy serás mi bailarina privada.

Sonreí y me acerqué a él, dejando un suave beso antes de quitarme la bata. Y poner música.

- Cómo diga mi amo - Lo provoqué con esas palabras, y empecé a moverme.

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Jackie?

one shots - futbolistas Where stories live. Discover now