Capítulo 22: El Juego del Escondite

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Todo el pavor, la desesperación y la devastación de mi corazón habían requerido menos tiempo del que había pensado.

Los minutos transcurrían con mayor lentitud de lo habitual.

Minho aún no había regresado cuando me reuní con Han. Me atemorizaba permanecer con él en la misma habitación —por miedo a lo que pudiera adivinar— tanto como rehuirlo, por el mismo motivo.

Creía que mis pensamientos torturados y volubles harían que fuera incapaz de sorprenderme por nada, pero me sorprendí de verdad cuando le vi doblarse sobre el escritorio, aferrándose al borde con ambas manos.

— ¿Han?

No reaccionó cuando mencioné su nombre, pero movía la cabeza de un lado a otro. Vi su rostro y la expresión vacía y aturdida de su mirada.

De inmediato pensé en mi madre. ¿Era ya demasiado tarde? Me apresuré a acudir junto a él y sin pensarlo, extendí la mano para tocar la suya.

—Hannie— exclamó Minho con voz temblorosa. Este ya se hallaba a su lado, justo detrás, cubriéndole las manos con las suyas, apartándole de la mesa a la que se aferraba. Al otro lado de la sala de estar, la puerta de la habitación se cerró sola con suave chasquido.

— ¿Qué ves? — exigió saber.

Él apartó el rostro de mí y lo hundió en el pecho de Minho; casi aterrado.

—Felix— contesto Han.

—Estoy aquí— repliqué.

Aunque con una expresión ausente, Han giró la cabeza hasta que nuestras miradas se engarzaron. Comprendí inmediatamente que no me hablaba a mí, sino que había respondido a la pregunta de Minho.

— ¿Qué has visto? — inquirí. Pero en mi voz átona e indiferente no había ninguna pregunta de verdad.

Minho me estudió con atención. Mantuve la expresión ausente y esperé. Estaba confuso y su mirada iba del rostro de Han al mío mientras sentía el caos... Yo había adivinado lo que acababa de ver Han.

Sentí que un remanso de tranquilidad se instalaba en mi interior, y celebré la intervención de Minho, ya que me ayudaba a disciplinar mis emociones y mantenerlas bajo control.

Han también se recobró y al final, con voz sosegada y convincente, contestó: —En realidad, nada. Sólo la misma habitación de antes.

Por último, me miró con expresión dulce y retraída antes de preguntar:

— ¿Quieres desayunar?

—No, tomaré algo en el aeropuerto.

También yo me sentía muy tranquilo. Me fui al baño a darme una ducha.

Por un momento creí que Minho había compartido conmigo su extraño poder extrasensorial, ya que percibí la virulenta desesperación de Han, a pesar de que la ocultaba muy bien, desesperación porque yo saliera de la habitación y él se pudiera quedar a solas con Minho. De ese modo, le podría contar que se estaban equivocando, que iban a fracasar...

El pacífico estado de ánimo en que Minho me había sumido cumplió su cometido y me ayudó a pensar con claridad y a planear.

Me preparé metódicamente, concentrándome en cada una de las pequeñas tareas. Rebusqué en mi petate hasta encontrar el calcetín lleno de dinero y lo vacié en mi monedero.



***

Twilight || Hyunlix [Adaptación]Where stories live. Discover now