Capítulo 20: Impaciencia

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Me desperté confuso.

Mis pensamientos eran inconexos y se perdían en sueños y pesadillas. Me llevó más tiempo de lo habitual darme cuenta de dónde me hallaba.

La habitación era demasiado impersonal para pertenecer a ningún otro sitio que no fuera un hotel. Las lamparitas, atornilladas a las mesillas de noche, eran baratas, de saldo, lo mismo que las acuarelas de las paredes y las cortinas, hechas del mismo material que la colcha, que colgaban hasta el suelo.

Intenté recordar cómo había llegado allí, sin conseguirlo al principio. Luego, me acordé del elegante coche negro con los cristales de las ventanillas aún más oscuros que los de las limusinas. Apenas si se oyó el motor, a pesar de que durante la noche habíamos corrido al doble del límite de la velocidad permitida por la autovía.

También recordaba a Han, sentado junto a mí en el asiento trasero de cuero negro. En algún momento de la larga noche reposé la cabeza sobre su hombro. Mi cercanía no pareció alterarlo en absoluto y su piel dura y fría me resultó extrañamente cómoda.

La parte delantera de su fina camiseta de algodón estaba fría y húmeda a causa de las lágrimas vertidas hasta que mis ojos, rojos e hinchados, se quedaron secos.

Me había desvelado y permanecí con los doloridos ojos abiertos, incluso cuando la noche terminó al fin y amaneció detrás de un pico de escasa altura en algún lugar de California.

Haces de luz gris poblaron el cielo despejado, hiriéndome en los ojos, pero no podía cerrarlos, ya que en cuanto lo hacía, se me aparecían las imágenes demasiado vividas, como diapositivas proyectadas desde detrás de los párpados; y eso me resultaba insoportable.

La expresión desolada de Charlie, el brutal rugido de Hyunjin al exhibir los dientes, la mirada resentida de Jeongin, el experto escrutinio del rastreador, la mirada apagada de los ojos de Hyunjin después de besarme por última vez...

No soportaba esos recuerdos, por lo que luché contra la fatiga mientras el sol se alzaba en el horizonte.

Me mantenía despierto cuando atravesamos un ancho paso montañoso y el astro rey, ahora a nuestras espaldas, se reflejó en los techos de teja del Valle del Sol. Ya no me quedaba la suficiente sensibilidad para sorprenderme de que hubiéramos efectuado un viaje de tres días en uno solo.

Miré inexpresivamente la llanura amplia y plana que se extendía ante mí. Phoenix, la ciudad que mi madre habito durante diez años luego de separarse de Charlie y huir conmigo; las palmeras, los arbustos de creosota, las líneas caprichosas de las autopistas que se entrecruzaban, las franjas verdes de los campos de golf y los manchones turquesas de las piscinas, todo cubierto por una fina capa de polución que envolvía las sierras chatas y rocosas, sin la altura suficiente para llamarlas montañas.

Las sombras de las palmeras se inclinaban sobre la autopista interestatal, definidas y claramente delineadas, poco intensas. Nada podía esconderse en esas sombras.

La calzada, brillante y sin tráfico, incluso parecía agradable.

— ¿Cuál es el camino al aeropuerto? — preguntó Minho y me sobresaltó, aunque su voz era bastante suave y tranquilizadora. Fue el primer sonido, aparte del ronroneo del coche, que rompió el largo silencio de la noche.

—No te salgas de la I— contestó Han, quien dirigía el mapa —Pasaremos justo al lado.

El no haber podido dormir me nublaba la mente y me costaba pensar.

— ¿Vamos a volar a algún sitio? — le pregunté.

—No, pero es mejor estar cerca, sólo por si acaso. Viajar a Australia seria nuestro plan de emergencia.

Twilight || Hyunlix [Adaptación]Where stories live. Discover now