De la manera en que pienso, las personas estamos condenadas a llorar por dolor más cantidad de veces en la vida de las que podremos contar a nuestros hijos como épicas. Es improbable que un día en el futuro, me siente con mi hijo de diez años sobre mi regazo y le diga:
— Hijo, cuando tenía tu edad salte en Bonyi. Justo unos meses después viaje con mi banda favorita por todo el pais. A los trece me separe de la banda y viaje con el circo. Estuve secuestrado en afganistan pero me escape. Regrese a colombia en un submarino Ruso. E incluso, antes de conocer a tu madre, estube comprometido con Natalia París.
Esta clase de cosas suceden menos a menudo que llorar.
Lloramos al nacer por que a los médicos no se les ocurrió mejor forma para comprobar el estado de alerta de un bebé que nalgearlo. Lloramos en nuestras primeras caídas cuando aprendimos a caminar. Lloramos cuando mamá nos dejó en el jardín de niños, por que pensamos que nos había abandonado. Lloramos a la muerte de nuestra primera mascota. Lloramos con nuestro primer rechazo. Y contaría muchas más veces en que nos hemos pasado llorando en lugar de ver lo que aprendimos. Por que es así; el sufrimiento nos ha enseñado algo, es parte de nuestra vida, parte de crecer, parte de madurar. Y forma esencialmente parte, de estar enamorado.
Y creanme cuando se los digo; he estado enamorado y lo di todo, ganando nada. Pero llegó el momento en que no di nada y me lo dieron todo.
No lo reconoci, hasta que fue demasiado tarde.
Y ahora me paso los días, esperando. Por que eso es lo que hacemos las personas desoladas, esperar.
Esperar una repuesta a nuestros E-mails, twitter, facebook, instragram y tantas redes sociales que no hacen más que acrecentar mi dolor, al saber que tengo tantas formas por comunicarme con ella, y no me contesta.
Pero tambien me paso los días llorando, por que no quiero que llegue el día en que la vuelva a ver y no haya aprendido del dolor que sentí al perderla.
Odio los vistos.
Odio el dolor.
Odio las canciones románticas.
Odio las imagenes cursis.
Odio la cara que mi perro le pone a la puerta esperando su regreso.
Odio ir al trabajo sin motivación de un beso y un café hecho por sus manos.
Odio, odio, odio.
pero...
La amo a ella.
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Lo Mejor Que Hay En Mi Vida
RomanceRecuerdo la primera vez que la vi a los ojos. El mundo parecio desaparecer. Llenaba de sonrisas los días grises, no me dejaba aburrir. Cuando me enfermaba, su remedio era salir al campo, y la muy mendiga me hacia correr. Pintaba sus labios con el ne...