destroy it ; hyunmin | seungjin

XIX. "Enfrentalo, Jeongin"

JEONGIN

Si todos los días de trabajo serían así de agotadores, prefería ir a tirarme debajo de un puente que volverlo a hacer.

"Recuerda que es por tu futuro, Jeongin, prometiste hacerte cargo de tí mismo" repetía esa estupida voz al fondo de mi cabeza.

Ni siquiera sabía si lo hacía por mí mismo o por los demás.

¿Qué esperaba, de todos modos? Ni siquiera tenía grandes planes a futuro.

Bajé del autobus con los brazos adoloridos y la cintura al fondo de la miseria. Esperaba que Chan haya descargado todo su enojo despues de hoy, quedar bajo su cargo luego de una discusión no era lo más conveniente.

Acomodé la bufanda que había robado del armario de Hyunjin y caminé esas tenues calles hasta llegar al edificio donde se encontraba su apartamento.

Me moría por encender un cigarrillo.

Cumpliendo mi capricho, presioné el botón del elevador que indicaba el último piso, abriendo la puerta que daba hacia las escaleras de la terraza una vez que el agudo "tin" indicaba el final de la subida.

Al abrir la última puerta, una brisa fría me golpeó el rostro, provocando que me resguardara bajo la bufanda y metiera una mano en el bolsillo del pantalón luego de tener el cigarro ya encendido entre mis labios.

Di una calada y sentí como ese enfermo vicio me sacaba el estrés de los hombros.

Caminé hacia el borde, donde la pequeña pared me permitía apoyar mis codos y mirar las luces citadinas junto a los autos bailando entre las calles.

Pero, antes de siquiera llegar, una extraña figura yacía en la posición que deseaba tomar.

Llevaba los hombros caídos, y pequeños vahos de vapor salían de sus labios, aun ignorante de mi presencia tras la suya.

Opté por retroceder mis pasos y apoyarme en la pared a un lado de la puerta, dando varias caladas al cigarrillo hasta terminarlo y lanzarlo al suelo.

En ese tiempo, me percaté que la persona frente a mí, se encontraba llorando. Sus sollozos eran silenciosos, a pesar de pensar que se encontraba solo. No deseaba interrumpir su ridículo lamento, solo fumar y mirar el cielo nocturno un rato.

Sin embargo, estaba equivocado.

—¿Cuánto tiempo más te quedarás allí mirando? Es incómodo —Su voz me resultaba familiar, mas lo ronca que sonaba desviaba cualquier sospecha.

—No lo tomes personal, solo deseaba un poco de soledad al igual que tú —pronuncié, mis dedos picando por encender otro cigarrillo—. Me iré pronto, no te preocupes.

El muchacho volteó sobre su hombro, con el ceño fruncido, al parecer la falta de luz y la lejanía le impedían ver a detalle mi rostro. Tampoco pude distinguir el suyo.

Suspiró tembloroso y volteó completamente, hasta apoyar sus codos detrás de su cuerpo, sobre el pequeño muro.

—¿Te conozco? —preguntó, pasando la manga de su abrigo por sus mejillas.

—Espero que no —respondí, deseando que así fuera en verdad.

Parecía que el muchacho frente a mí optó por la incertidumbre.

—¿Te da curiosidad porqué estoy aquí? Llorando como un idiota.

—No, para serte sincero. Pero si quieres contarme tu patética historia así me distraigo un momento, no me quejo. Es mejor que ver la televisión.