La Cabaña

40 4 2
                                    


«Veo borroso, me duele la cabeza ¿porque me sangra la cabeza?, ¿estoy en el suelo?, ¿qué carajos pasa?» pensó mientras veía a su alrededor «¿es esto una cartera?, supongo que es mi cartera, y tiene una licencia... ¿ese soy yo? ¿cómo es que no recuerdo quién soy?... Aquí dice que soy Adán, que soy de Monterrey y al parecer soy donador de órganos» pensó mientras revisaba la información en la cartera «¿qué carajos pasa? ¡¡¡La cabeza me zumba!!! ¡¡¡Dios que dolor!!! Necesito agua o algo, me siento mareado primero me sentaré».

Adán se sienta en un sofá viejo; mientras sujeta y mantiene presión en su cabeza, empieza a observar a su alrededor dándose cuenta de que está en una cabaña, tiene un comedor de 5 sillas, una sala de 3 sofás, una cocina bastante amplia una puerta en frente, y una más pegada a la cocina , un dulce olor a pino y madera con barniz y además unas escaleras en forma de caracol, de pronto le vuelve a dar un dolor de cabeza fuerte y agudo que lo hace retorcerse.

– Debo de atender esta herida, debo buscar un botiquín, aspirinas o algo.

Comenta Adán mientras busca entre todas las bolsas y cajones que encuentra, pero solo ve dulces, comida chatarra, tijeras y un montón de cosas, pero ninguna que le ayude con su dolor de cabeza.

– Debo encontrar el baño; seguramente allí encontraré algo que me ayude; si tan solo recordara donde carajos está.

Adán decide abrir la puerta que está al lado de la cocina y encuentra el baño, tenía piedras incrustadas en las paredes como decoración, y madera con barniz en el resto de sus paredes y techo y además un espejo grande , pero sin botiquín Adán de todas formas aprovechó para limpiarse la herida, abrió la llave y con las manos tomó toda el agua que le cabía en sus palmas y la vertió en su cabeza donde se mezcló con su sangre y bajó en chorros hacia el resumidero; continuó haciéndolo hasta que sintió que había lavado toda la sangre, después movió su cabello y empezó a buscar el origen de la sangre, pero no la encontró, ya que estaba en la parte trasera de la cabeza y no lograba ver allí. Aun así tomó jabón y limpió la herida para evitar que se infectara, notó que ya casi no salía sangre, pero aun así sabía que ocupaba vendas o gasas para detener la sangre por completo.

Había olvidado su nombre o quién era, ni siquiera reconocía a la persona que veía en el espejo, pero sí recordaba qué hacer cuando se tiene una herida.

– ¿Este soy yo?

Adán se tomó un tiempo para contemplarse en el espejo, no reconocía al hombre de cabello castaño y ojos marrones que veía, pero la licencia de su cartera le confirmaban que este era él, este hombre era Adán.

De pronto un sonido fuerte vino de afuera, una especie de gruñido. -¡¡¡Grhhh!!!

– ¿Qué mierda fue eso?

Adán se sobresaltó y empezó a caminar lentamente hacia la fuente del ruido que se ubicaba cerca de la puerta principal, y nuevamente se escuchó -¡¡¡Grrhhh!!!-.

Adán dio 2 pasos hacia atrás y decidió que ocupaba algo para defenderse, así que volvió a la cocina y buscó un arma, movió cajón tras cajón, buscó entre los electrodomésticos, revisó en el refrigerador y en todos lados en búsqueda de algo para defenderse pero al ser solo una cocina tuvo que conformarse con un cuchillo que era delgado pero afilado que encontró en el fregadero; el cuchillo se le hizo familiar y le ayudó a recordar algo, recordó haber usado ese cuchillo para cortar tomate, la memoria le volvió de a poco y recordó que cortó 5 tomates que usaría para una lasaña, pero un ruido le arrebató el pensamiento -¡¡¡Grrrhh!!!-

Era ese gruñido nuevamente, Adán suspiró y se acercó con cuchillo en mano hacia la puerta y observó por la mirilla y solo vio el pasto, una ladera y un poco de humo a la distancia.

La cabaña en la oscuridadWhere stories live. Discover now