Una historia de amor en la universidad puede ser emocionante y llena de experiencias únicas. Algunos dicen que la universidad es el lugar perfecto para encontrar el amor verdadero, ya que se puede conocer a personas con intereses similares y metas c...
El sol se ocultaba lentamente en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y dorados. Me encontraba en el campus de fútbol, un lugar que solía estar lleno de vida y emoción, pero en ese momento se encontraba vacío y en silencio. Las gradas se extendían frente a mí, invitándome a sentarme y disfrutar de la tranquilidad del lugar.
Me siento en la parte alta de las gradas, observando el campo vacío frente a mí. Es un lugar que conozco bien, donde ya he pasado unas horas entrenando. Pero en este momento, todo parece diferente. La soledad del lugar contrasta con la habitual algarabía de los partidos y los gritos de los aficionados.
En medio de mi ensimismamiento, noto que Carolina se acerca lentamente hacia mí. La observo de reojo, notando su expresión preocupada mientras se acerca. Ella se queda de pie a pocos metros de distancia, sin decir una palabra.
- ¿Qué les sucede a estas chicas hoy? -me pregunto a mí mismo sonriendo mientras mi expresión se nota. - Estoy buscando entender lógicamente una pesadilla extraña con la chica que me llama la atención y se me aparecen de repente. -me respondo mientras miro a Carolina y se nota mi expresión.
- ¿Andrés? ¿Por qué de repente estás sonriendo? ¿Por qué me ves y sonríes he? ¿Estás bien? -pregunta Carolina, con una mezcla de ternura y preocupación en su voz. Rompiendo el silencio.
Miro hacia abajo y la veo allí parada, con su cabello castaño, ondeándose suavemente con la brisa. -Sonrío, intentando disipar su preocupación.
- Sí, Carolina, estoy bien. Solo necesitaba un momento a solas aquí -respondo.
Ella sube hacia donde estaba yo, se acerca un poco más y se sienta a mi lado en las gradas. Me mira fijamente, buscando respuestas en mi rostro. Sus ojos reflejan una mezcla de curiosidad y comprensión.
- ¿Qué te pasa, Andrés? Sé que algo te preocupa. Puedes confiar en mí, sabes que estoy aquí para apoyarte -me dice suavemente.
Respiro profundamente antes de responder. Bueno, se las presento, ella es Carolina, siempre ha sido una gran amiga y muy cercana desde mis tiempos en el bachillerato, alguien en quien puedo confiar plenamente. Decido abrirme con ella y compartir mis pensamientos.
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- Sí, Carolina, estoy bien. Solo necesito un momento a solas para aclarar mis pensamientos -respondo, tratando de tranquilizarla.
No puedo evitar notar lo cerca que está de mí, lo cual me incomoda un poco y a la vez me reconforta. Parece que Carolina quiere sacarme conversación, pero no sé qué más busca en mi rostro.
- ¿Todavía sigues pensando en la pesadilla que tuviste con esa chica? -me pregunta Carolina en voz baja, sabiendo que es un tema que se tocó minutos atrás.
Suspiro y miro hacia el campo vacío. Las imágenes del sueño regresan a mi mente, recordándome la confusión y la sensación que tuve.
- Fue extraño, parecía tan real, tan intenso. Me desperté con dolor de cabeza y sudaba frío -le confieso, tratando de encontrar respuestas en mis propias palabras.
