7. Día De Suerte

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—Da… Da… rien…— Serena intentó hablar pero le pedí que no lo hiciera. Su cuerpo estaba débil y aún le faltaba un camino qué recorrer para estar completamente repuesta.

Lo primero que nuestras hijas hicieron tan pronto como su madre abrió los ojos fue acercarse a ella para hacerle saber que estaban aquí, apoyándola, y que debido a eso no podía rendirse, después, salieron en busca del médico a cargo de Serena para comunicarle que había reaccionado y pudiera revisarla.

Por fortuna, todo había sido un éxito y la salud de Serena no estaba comprometida en lo más mínimo, ahora todo sería cuestión de seguir las instrucciones del médico para que no hubiera complicaciones.

Dos semanas habían pasado y por fin, Serena fue dada de alta. A primera hora, mis hijas, que hasta ahora habían permanecido en casa, a mi lado, se levantaron para arreglar un poco la casa y recibir a su madre mientras yo acudía al hospital por ella.

Después de una última revisión médica, se le entregó a Serena una lista con los cuidados físicos que debía tener, una lista de alimentos que debía y no consumir durante algún tiempo así como una par de recetas con antibióticos qué tuvimos que surtir al momento.

En verdad estaba feliz, mi vida poco a poco parecía volver a la normalidad. De nueva cuenta, mi casa estaba completa, y mi corazón lo estaba más. En cuestiones del trabajo, había contratado una nueva asistente con amplia experiencia y unas referencias impecables. Lo que menos quería era tener problemas de nuevo con una jovencita inexperta.

Tan pronto como Serena y yo volvimos a casa, fuimos recibidos por nuestras hijas quienes se habían encargado de preparar una deliciosa comida en señal de celebración, pero justo cuando estábamos a medio festejo, una llamada llegó a mi móvil.

El comandante de la policía se encontraba del otro lado de la línea. Fue tan grato para mí escuchar que Michiru había sido localizada y estaba bajo custodia en espera de que ratificara mi declaración. Por fortuna, ella y su cómplice, que resultó ser una chica llamada Haruka, habían sido vistas en una gasolinera, y el personal del lugar había dado aviso a las autoridades.

En verdad esto no podía ser mejor. Sin duda había sido un DÍA DE SUERTE. Mi amada esposa regresaba del límite de la muerte, y las personas a cargo de tan trágico suceso habían sido capturadas. Ahora lo único era acudir al llamado para que esas dos mujeres pagaran por lo que habían hecho. Ellas debían pagar, en verdad quería que lo hicieran. No era vengativo ni nada de eso pero, a pesar de los años, mi amor por Serena seguía intacto, tanto que me atrevería a castigar, incluso con mis propias manos a cualquiera que le hiciera daño.

 No era vengativo ni nada de eso pero, a pesar de los años, mi amor por Serena seguía intacto, tanto que me atrevería a castigar, incluso con mis propias manos a cualquiera que le hiciera daño

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