Capítulo 28

1.2K 196 5
                                    

Ambos se enfrascan en una conversación de moda, mientras yo solo me quedo aturdido, escuchando el sin fin de barbaridades que se dice uno al otro.

Afortunadamente la puerta del consultorio se abre y aparece el doctor, terminando de esa manera con el alboroto que el par de desquiciados mantienen a todo gañote en medio del pasillo del consultorio.

―Seokjin-chi, por favor pa...

Otro más que me ignora y se queda eclipsado con mi loco amigo.

Todo se queda en silencio. Ambos entrelazan sus miradas y se produce una especie de congelamiento del tiempo, en el que todos desaparecemos, a excepción de ellos dos.

Me quedo asombrado cuando noto una intensa coloración roja en las mejillas de Tae, síntoma evidente de que está afectado. Nunca antes lo había visto ser intimidado por un hombre y que el doctor lo haya logrado, es un milagro asombroso.

Aclaro mi garganta, para interrumpir el incómodo momento, porque no pasa desapercibido el hecho de que Irene, está dirigiendo una mirada furiosa hacia el doctor.

Las miradas se desconectan y el doctor toma el control de la situación.

—Te estaba esperando, Seokjin, puedes pasar para que iniciemos con el procedimiento.

El doctor no me engaña, puedo notar que también ha sido afectado por mi amigo, como él lo hizo con él .

—Doctor Jeon, quiero preguntarle ¿si no hay problema en que mi amigo, entre conmigo a la consulta?

Él vuelve a dirigir su mirada hacia él y con sonrisa pícara, me responde, pero sin apartar sus ojos de Tae.

—De mi parte, no hay ningún inconveniente.Contesta con voz sugerente y esta vez soy yo, el que se ruboriza, cuando lo pillo dándole un repaso descarado, de pies a cabeza.

—Pasen adelante, por favor.

Me adelanto para evitar el incómodo momento, al menos para mí, mientras me siguen inmediatamente él y el atrevido doctor.

Tomo asiento frente al escritorio e inmediatamente Tae, se sienta junto a mí.

―Seokjin, pasa por favor a la sala. Quítate la ropa y colócate la bata que está en el perchero. Luego espérame en la camilla mientras lo preparo todo. No tardaremos más de una hora ―me explica el doctor, al tiempo que mira una y otra vez a Tae, quien permanece callado, como nunca antes lo había estado―. El proceso es indoloro, así que no tienes nada de que temer.

Asiento en acuerdo. Sin decir una palabra me levanto de la silla y le doy una última mirada a la pareja, que no han dejado de observarse como si su vida dependiera de este único instante. Me apresuro y paso a la habitación y me dirijo al baño para cambiarme de ropa. Pocos minutos después, salgo y me subo a la camilla, a la espera del doctor, que extrañamente está demorando más de la cuenta.

Me pongo algo inquieto con su tardanza, pero poco después entra a la sala de exploración, un poco contrariado, lo que levanta de inmediato mis sospechas.

Sin mencionar una sola palabra cosa que me sorprende toma una especie de inyectadora con una catéter en la punta y se dirige hasta la camilla en la que ya estoy acomodado y algo nervioso. Me pide que me ubique a la orilla de la camilla y alce las piernas sobre los soportes. A pesar de la vergüenza que me produce estar en esta posición y exponiendo toda mi intimidad, contrariamente a lo que pensaba, el doctor parece estar distraído y fuera de lugar.

Enciende el ecógrafo y a los pocos minutos introduce el especulo en mi entrada y, mientras se guía a través de la pantalla, introduce finalmente la inyectadora.

―Hemos terminado, Seokjin-chi. Por favor mantente en esa posición durante 30 minutos, luego ya te podrás ir a casa.

El doctor se levanta y se quita los guantes descartables. Luego sale rápidamente de la habitación y cierra la puerta que divide su consultorio con la sala de examinación. Entrecierro los ojos porque la actitud del doctor es algo sospechosa. Me relajo a la espera de que pase el tiempo indicado y mientras todo se mantiene en silencio, al otro lado de la habitación, puedo oír algunos ruidos extraños, como si algunos objetos estuvieran cayendo al piso.

Miro en dirección a la puerta, pero debido a que está cerrada y que no puedo moverme de este lugar, me quedo quieto intentando averiguar qué es lo que está sucediendo al otro lado de la puerta. Pero no consigo escuchar nada más.

Cierro los ojos y media hora después, el doctor entra de nuevo a la habitación y con asombro, lo veo llegar un poco despeinado, con la boca inchada y su ropa algo desarreglada. Me ruborizo cuando a mi cabeza llega una idea que me hace estremecer de la vergüenza, pero que de inmediato desecho de un manotazo, al considerar que es una idea loca que se me ha ocurrido al permanecer tanto tiempo solo en esa habitación.

―Ya puedes vestirte, Seokjin-chi―me indica con la voz más gruesa de lo que la tenía cuando llegamos―, te espero en mi escritorio para darte las ultimas indicaciones.

Me dirijo al baño y me pongo mi ropa, luego regreso al consultorio.

Al entrar, consigo a mi amigo y al doctor mirándose con gran intensidad. Y como si fuera una especie de confirmación, noto a Tae algo despeinado, con los labios pálidos y con esa mirada llena de brillo que tenemos los donceles, luego de haber... ¿Follado?

Pego un grito mental y quedo estupefacto, sin poder creer lo que mis ojos están viendo.

¿Acaso paso lo que creo que pasó?

Me dirijo al escritorio y me siento a su lado, sin mirarlo, para evitar que vea la cara de bochorno que en estos instantes debo tener.

―Aquí tienes las indicaciones que debes cumplir a partir de hoy y la medicación que debes administrar a partir de mañana, debes seguirla al pie de la letra para que los resultados sean óptimos y efectivos ―escucho con poca atención, ya que estoy buscando pistas que me digan que realmente estos dos han follado en este consultorio, mientras esperaba en la otra habitación.— Durante estos 15 días antes de la prueba, observaras un pequeño sangrado, pero no debes alarmarte por ello, es un síntoma normal de este proceso ―alterno mi mirada entre el doctor y Taehyung, para ver si puedo ver algún indicio o prueba de que realmente sucedió lo que estoy sospechando.— Y eso es todo por ahora.

No escuche nada de lo que me explicaba, pero supongo que con las indicaciones tengo suficiente. Tomo el récipe y me levanto de la silla para salir del consultorio. Noto que Tae, se demora en levantarse, pero una vez que me adelanto, se para de la silla, seguido por el doctor.

―Gracias, doctor, seguiré todo tal cual me lo ha indicado.

Al dar la espalda lo escucho pegar un gritico, que me hace voltear rápidamente y apenas veo, cuando el doctor travieso aleja la mano del culo de mi pervertido amigo. Salgo del consultorio abochornado porque con lo que acabo de ver, logro en parte confirmar mis sospechas.

Al salir de la clínica no me aguanto ni un minuto más, me detengo y giro para colocarme frente a él y hacerle la gran pregunta del día.

―¿Acaso follaste con el doctor, mientras esperaba en reposo en la sala de examinación?

Extiende una enorme y pícara sonrisa que me lo confirma todo... y para mí es suficiente su respuesta, para terminar con broche de oro, el día más significativo de mi vida.

El doncel equivocado.Where stories live. Discover now