PRÓLOGO

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—¿No hay ninguna pista? —Preguntó, viendo que los otros hombres vestidos de negro solo negaban con la cabeza. 

—¡Maldición! —Gritó pateando la silla hasta romperla—¡Se supone que teníamos todo listo para atraparlo! ¡Como es posible que se escape de nosotros! —En ese momento los hombres aprovechando la distracción del contrario se escabulleron rápidamente de la habitación sin hacerse notar. 

Se encontraba tan molesto que no notó la sombra detrás suya que lo miraba sin siquiera moverse. Al momento de sentir un tremendo escalofrío por la nuca volteo rápidamente apreciando las mismas cuatro paredes, donde se había estado quedando por esos días, y no se encontraba nada ni nadie. Extrañado camina lentamente agarrando el revólver de su escritorio con dirección a la ventana. En eso se escucha un ruido por la zona de la puerta, asustado y alarmado alza su arma en dirección al sonido logrando apuntar hacia uno de sus compañeros.

 —¡Wow wow! ¿Qué pasó jefecito? ¿Viste un fantasma o porque te encuentras tan pálido?—preguntó de manera burlesca el nuevo visitante al ver el estado en el que se encontraba su jefe. 

—¡Maldita sea Niko! ¿Quién te crees que eres para entrar de esa manera?¿No ves que estoy ocupado? —preguntó exaltado por el reciente trabajo y la inesperada visita, logrando que el contrario solo se riera. 

—No se enoje jefecito —Tarareo de manera tranquila y sarcástica —Encontramos algo que seguramente te gustara—Sonrió de manera escalofriante, sacando de su maletín una bolsa tapando su contenido. 

—Dime que encontraron de una vez—Respondió alterado por la lentitud en la que sacaba la bolsa de su maletín. Al recibir la bolsa sus ojos se agrandaron de una manera extraordinaria alver el contenido. —Pero que ¿De donde sacaron esto? —Habló rápidamente al ya poder tener una pista, que aunque no fuera una pista sólida, se conformaba con lo que tenía escrito la nota. 

Sonriendo de manera espeluznante, respondió el contrario—Lo encontramos dentro del cuerpo específicamente entre sus órganos —menciona sintiéndose satisfecho al observar la mueca de desagrado de su jefe— ahora ya podremos saber que en verdad existe ese maldito bastardo—diciendo lo último con odio y apretando con fuerza la carpeta en sus manos.

CUANDO CAE LA OSCURIDADWhere stories live. Discover now