El corazón me latía con fuerza mientras mi vista saltaba de Adiele, aún imperturbable en su trono, a Dan y Nathan, montados en sus caballos, preparados para darlo todo. No podía evitar preguntarme qué papel jugarían ellos en todo esto, y qué consecuencias tendría para mí.

Darya, que seguía agarrada a mi brazo, apretó con más fuerza. Sus ojos reflejaban una mezcla de emoción y preocupación.

Los jinetes competidores y sus caballos estaban impacientes, listos para desplegar toda su fuerza y velocidad en el circuito.

Dan emergió de los establos con su elegante atuendo de jinete, el cual combinaba perfectamente con el entorno. Su chaqueta negra con ribetes plateados brillaba bajo el sol, mientras que los detalles plateados en su casco y botas resaltaban su porte seguro y confiado. Su caballo, de pelaje oscuro y musculoso, parecía vibrar de energía bajo él, ansioso por correr y demostrar su destreza.

Por otro lado, Nathan salió de los establos con un traje más atrevido y llamativo. Su chaqueta roja resaltaba entre la multitud, y los detalles dorados añadían un toque de elegancia y audacia. Su casco negro y dorado, con la visera ahumada, le daba un aire misterioso y enigmático. Su caballo, de pelaje castaño y ojos vivaces, parecía compartir la confianza y determinación de su jinete.

Ambos jinetes se dirigieron hacia la línea de salida, donde los esperaban los otros competidores. La tensión en el aire era palpable, y los latidos acelerados de los corazones resonaban. Los espectadores aguardaban con ansias el momento en que los caballos se alinearían y la carrera comenzaría.

Las chicas presentes no paraban de alentar a los hermanos Telesco. Algunos estaban a favor de Dan y otros de Nathan. Darya, por su parte, alentaba a ambos al igual que yo.

Aunque por dentro deseaba que ganara Dan. Esto iba más que nada por afinidad.

Mis ojos se encontraron con los de Dan por un instante, y pude ver determinación y confianza en su mirada. Parecía estar en su elemento, listo para demostrar su destreza como jinete y ganar la carrera. Un escalofrío recorrió mi espalda, sabiendo que su éxito podría tener repercusiones significativas en el juego de poder dentro del palacio.

Dan al verme me guiña un ojo con picardia y yo le devuelvo el gesto con una sonrisa ensanchada.

En contraste, Nathan irradiaba un aura de misterio y audacia. Su expresión enigmática revelaba que estaba dispuesto a darlo todo en la pista y sorprender a todos con su habilidad. Si bien no podía evitar sentir una conexión especial con él, mis lealtades se debatían en medio de esta competencia.

Nathan también me encuentra entre la multitud de mujeres y me sonríe tras guiñarme un ojo. Mi sonrisa se desvanece.

Dan lo pesca hacer eso y se lo queda viendo, perplejo. Luego me mira a mí. No entiende que sucede ni yo tampoco.

Trago saliva. Siento mis mejillas acaloradas y no sé por qué me siento culpable.

—Evangeline ¿por qué mis hermanos parecen estar coqueteando contigo? — Darya me interrumpe con su pregunta, notando la extraña interacción entre Dan y Nathan conmigo. Puedo percibir la confusión en su voz, y sé que debo explicarle lo que está sucediendo.

Respiro profundamente, intentando calmar mis nervios antes de responder.

—Darya, no sé exactamente qué está pasando. No tengo ni idea de por qué. No ha pasado nada entre ellos y yo, y tampoco he dado pie a que piensen lo contrario —le explico, tratando de mantener la calma.

Darya frunce el ceño, evidentemente desconcertada por la situación.

—Es extraño. Nunca los había visto actuar de esta manera contigo antes. Quizás estén jugando o tratando de llamar tu atención de alguna forma. No quiero que te veas envuelta en un triángulo amoroso o que las cosas se compliquen aún más para ti—me advierte con sinceridad—. Y tampoco quiero que mis hermanos tengan un conflicto entre ellos por ti.

—Darya te juro que tus hermanos no me interesan de esa manera—insisto, desesperada.

—A las amigas no se les miente, Evangeline—comenta Adiele desde su silla y todas chicas se echan a reír.

No digo nada, me hundo en mi asiento cruzada de brazos.

La última cosa que quiero es crear tensiones innecesarias o dañar la relación entre los hermanos Telesco.

La multitud sigue vitoreando y la carrera está a punto de comenzar. Ambas nos concentramos en el hipódromo, dejando de lado momentáneamente la incertidumbre que rodea a Dan y Nathan.

A medida que los caballos se posicionan en la línea de salida, los latidos de mi corazón se aceleran una vez más. Estoy lista para presenciar una carrera que no solo determinará quién cruzará primero la meta, sino que también influirá en el complicado entramado de intrigas y rivalidades dentro del palacio.

Salto de mi silla cuando la carrera comienza al igual que Darya.

Los caballos se lanzan a toda velocidad, sus cascos golpeando el suelo con fuerza mientras se deslizan por la pista. El viento agita las crines de los magníficos animales, creando una estampa de poder y gracia en movimiento.

Dan y Nathan están en la delantera, compitiendo codo a codo en una lucha feroz por la supremacía. Sus caballos parecen fusionarse con ellos, convirtiéndose en una extensión de sus propios cuerpos. El brillo de determinación en sus ojos muestra cuánto desean la victoria.

Los espectadores contienen el aliento, animando y vitoreando a sus jinetes favoritos. El sonido de los tambores se mezcla con los gritos de emoción y las apuestas se vuelven cada vez más acaloradas.

Dan muestra su habilidad como jinete, manejando con destreza las riendas y empujando a su caballo a dar lo mejor de sí. Sin embargo, Nathan no se queda atrás. Su audacia y arrojo se hacen evidentes en cada movimiento, desafiando los límites y empujando a su corcel a alcanzar velocidades impresionantes.

La carrera se convierte en una batalla épica, un enfrentamiento de talento y estrategia entre los hermanos Telesco.

Ninguno de los dos está dispuesto a ceder, ambos desean el triunfo y están dispuestos a darlo todo en este hipódromo.

El final de la carrera se acerca, y la tensión en el aire es palpable. Los caballos de Dan y Nathan se esfuerzan al máximo, dando lo mejor de sí en cada zancada.

Ambos jinetes están decididos a llegar primero a la línea de meta y reclamar la victoria.

Sin embargo, en un último y arriesgado movimiento, Nathan logra adelantarse a Dan. Con una combinación de destreza, audacia y una conexión indescriptible con su caballo, logra acelerar y dejar atrás a su hermano.

Los espectadores estallan en júbilo mientras Nathan cruza la línea de meta en primer lugar. El sonido atronador de los aplausos y los gritos de victoria llena el hipódromo, reconociendo el talento y la habilidad de Nathan como jinete.

Dan, aunque decepcionado por no haber ganado, muestra un gesto deportivo y felicita a su hermano con un apretón de manos. Pero noto que contiene la furia por haber perdido.

Darya grita, feliz y me agarra de la mano para que vaya a reunirme con ellos. Yo la sigo, bajando las escaleras intentando no matarme en el intento.

El presentador se acerca con un micrófono una vez que estos están fuera de la pista. Entrevistan únicamente al chico que ganó.

—¡¡Felicidades, Nathan Telesco por tu primera victoria en el palacio, tu fotografía en la pared quedara en la historia!!¿Qué es lo que haras con el millón de dólares que ganaste?

Nathan, con una sonrisa radiante, toma el micrófono y dirige su mirada hacia la multitud que lo aclama. El viento agita su cabello y sus ojos brillan con determinación.

—Gracias a todos por su apoyo y por este increíble momento —responde Nathan, su voz llena de emoción. Sus ojos caen sobre mí inesperadamente—. El dinero es para mi nueva amiga y confidente, Evangeline Brown. Dije que te compensaría por cuidarme de la fiebre, bonita.

En las sabanas de un TelescoWhere stories live. Discover now