Capitulo 1.

256 39 0
                                    

LUKE.

Un bebé. Habian dejado un bebé en mi puerta.

No debia entrar en panico, eso jamás soluciona nada. En una crisis -y era obvio que esta era una- siempre habia que mantener la calma, volverme loco no arreglaria nada. El bebé seguiría estando allí, mirandome desde su sillita sobre mi sófa, luego de hacer una escena así que no me serviria de nada. No, no lo haria.

Tomé un respiro, llamando a la calma.

¿A quien mierda estaba engañando? Estaba en estado de panico, enloqueciendo, a dos segundos de perder la cordura. ¿Un bebé? ¿En serio? Ni siquiera habia sido capaz de cuidar de un pez dorado, el pobre desgraciado habia muerto de inanición luego de que olvidara que lo tenia, yo no podia cuidar de otra vida. No era capaz, no podia y no quería.

¿Y es que a quien se le ocurria dejarme un bebé a mi? El solo hecho de pensar en pañales sucios, vomitos y llanto lograba que me estremeciera. Yo no quería un bebé, nunca habia querido hijos. Luego de que mis padres se divorciaran habia prometido nunca tener familia, no sabia si era por el placer de castigarlos a ambos dejandolos sin nietos o por el miedo a ser responsable de alguien, en este momento no era algo que interesara realmente.

Ya estaba con la mierda al cuello.

Deteniendo mi caminata de ida y vuelta, volví a leer la carta que habian dejado con el bebé:

"Siento tener que hacerte esto, Luke, pero no tengo otra opción. El bebé es tu hijo, no puedo hacerme cargo de él, espero que tu si.

Te quiere. Scarlet".

Recordaba a Scarlet, la recordaba demasiado bien por desgracia. Me habia acostado con ella durante una borrachera hacia unos buenos diez meses. Pero eso no queria decir que le creyera, tal vez el niño ni siquiera era mío y ella me lo habia dejado esperando que fuera tan idiota de creermelo. Vamos, la chica se acostó conmigo durante una fiesta, tal vez otro estupido habia cometido el mismo error de caer en sus redes.

Levantando la mirada del papel, me encontré directamente con los brillantes ojos azules que me miraban desde el sofá. Cabello rubio y la misma marca de nacimiento en el tobillo izquierdo que yo.

Mierda.

—¡La perra madre que me pario! —gruñí, arrojando el papel lejos—. Tendria que cortarme la polla con un hacha, esa sería una buena idea.

Un grito agudo seguido por el llanto fue la unica respuesta que recibi. Haciendo una mueca, me acerque a la sillita con pasos tambaleantes mientras veia la palida piel volverse de un preocupante rojo. Lagrimas gruesas bajaban por sus mejillas y su chupón habia rodado fuera de su boca, la cual estaba abierta en un llanto agudo.

—Vamos, bebé, no llores. —pedí lo más suave que pude, moviendo mis manos frente a mi con las palmas hacia el frente—. Soy un idiota, no debi haber gritado pero ya no llores.

Eso solo lo hizo gritar más fuerte. ¿Lo ven? No apto para niños pequeños. No podia hacer esto, era malo con los niños, ellos me odiaban. Soltando un gruñido, pase las manos por mi rostro y solté un suspiro de frustración. ¿Que rayos iba a hacer ahora?

La idea de dejarlo en la puerta de mi vecina pasó como una estrella fugaz por mi mente pero la descarté rápidamente. Yo habia metido la pata -o en este caso otra extremidad- ahora debia hacerme cargo de las consecuencias. Era mi hijo. Dios, mi hijo, ¡Tenia un hijo! Mi padre me patearia el culo cuando lo supiera, nunca habia estado de acuerdo con él pero en esta ocasión permitiria que me golpeara.

El llanto solo pareció intensificarse junto con mi desesperación al paso de los minutos.

—Por favor, cariño, ya no llores —volví a rogar—. Por favor.

El llanto se detuvo por un segundo antes de que volviera a empezar. Enredando mis manos en mi cabello, jale un par de veces mientras intentaba buscar una solución a mi situación. Debia encontrar ayuda, alguien que no me juzgara por mi estupidez y que pudiera ayudarme con el bebé. La respuesta fue rápida y sin dudas.

Debia ir con Ashton.

Tomando la sillita y las llaves de mi auto, corrí escaleras abajo, recibiendo extrañas miradas mientras bajaba las escaleras con el bebé aun llorando. Mi auto era pequeño pero aun así, pude acomodar con facilidad la silla en el asiento trasero.

—Iremos con el tio Smile, él resolvera esto, te lo prometo. —susurré al bebé.

Rodeando el auto, me arrojé en el asiento del conductor y saqué el vehiculo del estacionamiento. Era demasiado temprano como para que Ashton estuviese en la tienda de tatuajes donde ambos trabajabamos, por lo que me dirigi directamente a su apartamento. Para el momento en que estacioné frente a su edificio mis nervios estaban destrozados gracias al llanto incesante en la parte trasera. El niño tenia muy buenos pulmones, maldición.

El mundo parecia conspirar en mi contra cuando intenté sacar la silla y la cosa no cedió. Soltando un grito de frustración, alcancé las correas que mantenian al niño dentro de la cosa y las desprendi. Mis dedos vacilaron unos segundos sobre la pequeña forma, indeciso sobre si deberia cargarlo o llamar a Ashton. Sacudiendo la cabeza, saqué al pequeño y lo acomodé en mis brazos, ya habia decidido quedarme con él, debia acostumbrarme a sostenerlo. Su llanto no cesó mientras corría escaleras arriba y tocaba la puerta de mi mejor amigo.

Ashton abrió la puerta y se quedo inmovil. Su telefono aun permanecia pegado a su oreja mientras sus ojos verdes se deslizaban de mi al bebé y de nuevo a mi. Llevaba solo unos viejos pantalones de chandal y su cabello estaba en todas direcciones, seguramente recien habia despertado. No movió un musculo mientras me miraba. Sus cejas se fruncieron en confusión y no pude evitar el sonido desesperado que escapó de mi boca.

—Ayudame.

Eso pareció despertarlo de su estupor, parpadeando rapidamente se despidió de la persona con la que estaba hablando y cruzó los brazos sobre su pecho.

—¿Que hiciste ahora, Luke?

El bebé grito más fuerte, como si quisiera llamar nuestra atención y la mirada de Ashton se dirigió hacia él. Pude ver la luz encendiendo en las orbes del castaño mientras más miraba al niño llorando en mis brazos. Con un gran ceño dirigido a mi, estiró los brazos y me hizo un gesto para que le diera al bebé. No me negué, pasandoselo rápidamente. Mi shock fue grande cuando el castaño acomodó la cabeza de mi hijo sobre su hombro y acarició suavemente su espalda logrando que el llanto cesara. Un pequeño sonidito escapo de sus labios antes de que sus ojos se cerraran, durmiendose al instante.

—Tienes mucho que explicar, Hemmings. 

Besos de un Casanova |Luke/Ashton|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora