Capítulo 4

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Phoenix abrió la puerta, observando de reojo a Hydrus, quien rápidamente entró y se dirigió a la cama. La habitación era enorme, similar a la que se encontraba en el templo del menor. Después de todo, estaba diseñada para que pudiera descansar cómodamente cuando decidiera quedarse en el gran templo, por lo que no tenía muchos muebles, ya que no era común que pasara mucho tiempo allí. En resumen, no había nada fuera de lo normal.

Al acercarse a la cama, se podían distinguir varias almohadas y, entre ellas, un rostro conocido. Aun no entendía cómo Bahir había apenas sobrevivido y, aún menos, cómo era posible que su herida no sanara. Era cierto que en ese momento no había utilizado sus lágrimas, ya que se centró en buscar signos de vida en los demás.

Dejó la tarea de estabilizarla a los cazadores de Lynx, quienes utilizaron un medicamento que contenía muy poco de sus preciosas lágrimas, ya que tampoco quería que su intervención afectara el ciclo de vida de un humano. Aun así, el efecto debería haber sido lo suficientemente fuerte como para mostrar alguna mejoría.

—Pobre criatura, seguro estaba aterrada —susurró suavemente mientras intentaba averiguar el motivo de la lenta recuperación.

La hidra observaba a su único familiar sobreviviente. Detestaba ver a Bahir en ese estado. Sin embargo, era consciente de que era incapaz de hacer algo más que cuidar de ella. Phoenix trató de acomodar un poco el cabello de la menor y fue capaz de notar un detalle que nadie más pudo notar, probablemente por la poca iluminación durante la noche y por lo caótico de la situación, que incluso Hydrus olvidó mencionarlo.

—La mordiste... ¿Puedo saber por qué? —cuestionó con tono compasivo, mientras realizaba su curación y dejaba caer una lágrima. Probablemente su expresión mostraba poca sorpresa, pero en su interior, no podía creerlo.

—Ella estaba perdiendo sangre muy rápido, y tú has visto lo que hace mi veneno, ese efecto extraño que hace que la sangre sea menos líquida —explicó el de cabellos grises, algo nervioso, probablemente esperando un regaño.

—Si, si lo recuerdo.

Sin entrar en detalles, la fénix agradeció a su instinto por tener la idea de visitar a Bahir. Probablemente, si hubiera pasado más tiempo, la chica no hubiera sobrevivido. Ya había experimentado con el veneno de la hidra antes y conocía los efectos que tenía en la sangre humana, pero nunca directamente en un humano. Era consciente de que sus lágrimas eran capaces de repelerlo, y ahora comprendía que al menos el medicamento que se creaba en su templo era capaz de retrasar los efectos graves del veneno.

—Además, Acuario una vez dijo que a los humanos se les puede volver subordinados, aunque no me quedó muy claro cómo funciona eso. Tampoco entró en muchos detalles —admitió Hydrus, entrando nuevamente en un mar de dudas sobre si sus decisiones eran las correctas.

—Les he dicho que no salgan con Acuario o cualquiera de ellos. No son buenos para ustedes, pero hablaremos de eso después. Retomando lo que te dijo, y si dice la verdad, no creo que Bahir vuelva a ser la misma, aunque no soy la más apta para explicarlo, pues desconozco el tema —reprochó, negando suavemente con la cabeza, tratando de mantener la calma.

—No puedo perderla, es lo único que me queda —insistió el menor, aferrándose a las sábanas de la cama con angustia.

—Solo el paso de los días nos dirá qué tan fuerte es su voluntad por vivir. Ahora sé una buena hidra e intenta descansar, lo necesitas. Estaré por aquí si necesitas algo —añadió, ofreciendo su apoyo.

Phoenix no pudo hacer otra cosa más que retirarse después de ver a Hydrus enroscarse alrededor de Bahir con sumo cuidado. Una vez salió de la habitación, cerró la puerta suavemente y dejó escapar un suspiro cansado. Sin embargo, no esperaba que Horologium apareciera a su lado en total silencio.

—¿Cómo está él? —cuestionó Horologium, colocando su mano en el brazo de ella.

—¡Por mis plumas! Cariño, no aparezcas así o harás que mi ciclo de reencarnación comience antes —exclamó Phoenix, llevando sus manos al pecho y tomando un momento para calmarse nuevamente.

—L-lo siento... No era mi intención. Te lo compensaré después cuando te desocupes, si quieres —propuso Horologium, algo nervioso por haberse pasado al llegar en total silencio.

—Está muy alerta incluso conmigo, pero lo que más me preocupa es que lo haya mordido. ¿Sabes lo que eso significa, verdad?

Lie Of The GodsWhere stories live. Discover now