Capitulo 10: El muelle de las promesas

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Mentiría si dijera que el camino no fue de lo más hermoso que he visto en mi vida, sería la persona más mentirosa del mundo si digo que la compañía era incómoda, porque por supuesto que no. Asher estuvo hablando conmigo en todo el camino, contándome que pronto tendría un campeonato con el equipo de natación; también profundizamos un poco más en mi competición de baile y dijo que iría a verme bailar, por lo que yo dije que también iría a lo suyo.

La vía se iba tornando más boscosa con cada tramo, con un montón de árboles y vegetación. Era tanto verde que podía tatuármelo en el alma. Podía observar las manos de Asher afianzadas sobre el volante del coche, sus nudillos apretados y la vista siempre al frente, su cabello negro ligeramente despeinado y con semblante pensativo.

- Muy bien chica capital, hemos llegado - parqueo el coche en un muy reducido estacionamiento, y bajo del auto -. Ven aquí - rodeamos el auto hasta llegar al maletero, de ahí saco una toalla.

- ¿Y eso para que es? - pregunte curiosa.

- No preguntes y camina, vamos - cerró el maletero y señaló un pequeño sendero.

Caminamos unos minutos, hasta que llegamos a algo que parecía ser un muelle abandonado. Es precioso, con lo que me gustan los lugares así, con paz, con calma.

- ¿Te gusta? - pregunto con entusiasmo.

- Me encanta, es realmente precioso - y por un momento vi a Asher con otros ojos, no me sentí rara, solo diferente. Fue diferente, lo vi diferente.

- Lo se, es mi lugar favorito - me miro -. Puedo compartirlo, pero solo contigo - sonrío.

Por la torre de Paris, ¿Por qué tiene que sonreír de esa manera?.

- Pues vale, lo acepto - le devolví la sonrisa.

- ¿No quieres subir una foto de este lugar? - cuestionó con las manos en los bolsillos.

- No, quiero que se quede así - hice una pausa -. Tranquilo, sin ser ultrajado por nadie más - me giré hacia Asher y él ya había hecho lo mismo.

Segundos o minutos. Tiempo corto o largo. No lo sé, realmente no lo sé, solo soy consciente de que me perdí en sus ojos, en su cabello, en su olor. Y fue tan hipnótico como para darme cuenta del tiempo en el que habíamos durado así, viéndonos de cerca. Nuestras narices rosándose, las puntas de su cabello desordenado rosando levemente mi frente. Mis pies en puntillas sin darme cuenta y él un poco encorvado hacia abajo, era el momento perfecto para dar un beso. Sin duda lo era, pero no somos de esos, por supuesto.

- Eeh, pues yo creo que podemos sentarnos a charlar un rato - comentó reventando la burbuja que habíamos creado.

Caminamos hasta el final del muelle, Asher se sentó, se remangó los pantalones y se quitó los zapatos.

- Quítate los zapatos y remoja los pies en el agua - ordenó con entusiasmo palmeando el lugar a su lado.

- Estoy bien así - me negué aún de pie.

- Vamos anda, no me puedo permitir que no disfrutes por completo la experiencia. Trae aquí - me obligo a sentarme, agarro mis pies y empezó a desatar los cordones de los zapatos, para luego quitarme el calcetín y repetir el mismo proceso con el otro. Hasta que sentí lo fresco del agua rozarme la punta de los dedos, porque soy tan pequeña que no llego a tocar el agua por completo.

- Espero que no haya ningún animal peligroso ahí dentro - dije divertida fingiendo mala cara.

- Hay solo peces indefensos que te van a besar los pies si logras meterlos por completo en el agua - bromeó - Ven aquí - señaló el hueco entre sus piernas.

Una luna para París Where stories live. Discover now