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─ ¿Bailamos?

Sin decir palabra alguna, el castaño guió con copa en mano a Jiwoong, quien lo miraba con una sonrisa embobada.

Él hizo la pregunta, pero ahora era llevado al centro del lugar de la mano. Aunque no podía quejarse, le gustaba el tacto del chico sobre su piel. Era suave y delicado.

El más bajo sonrió y llevó su copa hacia sus labios con sumo cuidado, como si el más mínimo toque con el vidrio fuera a destrozarlo.

Terminando dejó el cristal en una mesa y comenzó a moverse de manera lenta y suave. Todo ante la vista del pelinegro que parecía hecho de piedra.

Se había quedado paralizado con tremenda belleza frente a él. Ese chico era tan sutil y delicado, tan hermoso sin caer es lo llamativo. Sin duda era lo que Jiwoong esperaba ver esa noche. Se juró a si mismo jamás haber visto persona tan encantadora.

Sin saber que hacer, trató de seguir los pasos que el ajeno daba, fallando en el intento ya que no lograba siquiera encontrarle ritmo a la canción. La falta de fiestas lo oxidó.

El castaño rió ante su intento de baile mostrando una sonrisa brillante por más que el lugar estuviera oscuro. Su risa era tan tierna que derritió su corazón con solo escucharla.

La música cambió repentinamente tocando ahora algo más lento. Jiwoong se tensó, puesto a que había olvidado la última vez que bailó algo así. Solo recordaba a la chica que lo pisaba una y otra vez hace un tiempo.

Su acompañante se le acercó, tomando su mano y posicionándola en su cintura, mientras que con la otra sujetaba su mano restante, y con suavidad empezó una secuencia de pasos que el pelinegro trató de imitar.

Jiwoong, ya estando un poco acostumbrado al ritmo empezó a acostumbrarse, pero aún le costaba. No podía concentrarse teniendo un rostro tan lindo frente de él mirándolo fijamente. Ellos estaban en su mundo.

El mayor se acercó de forma inesperada a su oído, tomando las castaño por sorpresa, pero aún así no se alejó, mucho menos se detuvo.

─ ¿Sería mucho pedir tu nombre?

Susurró. El castaño empezó a reír, mientras que de alguna manera iba pegando su cuerpo al del más alto, cortando toda distancia existente entre ambos.

─ Seok Matthew, para servirle. ¿Y el tuyo?

─ Kim Jiwoong, un gusto.

No necesitaban palabra alguna para comunicarse. Inconscientemente ahora estaban abrazados en lugar de su posición inicial. Así mantenían el ritmo de la música, mientras que sus cuerpos se balanceaban con pasos lentos y calmados.

Cada vez, distintos tragos eran bienvenidos en ese par, que ahora se encontraba conversando en una esquina del lugar.

Jiwoong, sin vergüenza alguna, acorraló al cuerpo más pequeño entre la pared, atrapándolo bajo sus brazos. Iba acercando su rostro al hueco entre su cuello y cabeza, olfateando cada centímetro del castaño, mientras escuchaba su risa.

Jiwoong quedó deleitado con aquel aroma. Una combinación única, dulce pero sin llegar a empalagar. Iba tan bien con Matthew.

─ La música está empezando a molestar...¿quieres ir a otro lugar? ─su voz se perdía entre la música que cada vez se hacía más fuerte, pero Matthew podía escucharla a la perfección.

─ ¿Qué estás insinuando? ─aunque las luces eran moradas, Jiwoong podía notar el sonrojo en sus mejillas.

Era sumamente adorable pero seductor al mismo tiempo, más cuando sus labios rojos y brillantes que se abultaban lo llamaban para ser atacados.

─ Pensé que querías divertirte.

Cortando distancia entre ambos rostros, Jiwoong rozó la punta de su nariz con la mejilla de Matthew, quien mantenía una sonrisa pícara en sus labios. Él sabía lo que hacía.

─ Matthew, ambos sabemos lo que queremos. ─susurró sobre sus labios.

El menor fijó su vista en sus ojos; dos esferas oscuras con un brillo inigualable. Si pudiera describirlo diría que llevaba estrellas en su interior.

Bajó su mirada a sus boca, luego a su mentón. Recorrió cada centímetro de su rostro con su mirada, cada rasgo, cada facción. Sin duda, Jiwoong era una persona muy atractiva.

─ Vamos. ─soltó con voz firme.

Pero antes de que el pelinegro abandonara su lugar, Matthew lo tomó del cuello de la camisa, estampando sus labios en un beso repentino.

Beso el cual iniciaba lento y con movimientos suaves, para que Jiwoong, quien estaba sorprendido, manejara el ritmo y se acostumbrara.

Matthew mordió su labio inferior, sacando un gruñido del mayor, sonriendo en medio. Se soltó del beso, aunque no quisiera, y guiñó un ojo antes de alejarse hacia la salida sin decir palabra alguna.

Jiwoong estaba embobado e inmóvil. No podía creer lo que había sucedido. Sin moverse de su lugar, solo miraba como el castaño caminaba mientras él estaba hipnotizado. Tenía un cuerpo muy lindo.

Cuando reaccionó, Jiwoong corrió hacia la salida, siguiendo sus pasos y llevándolo hacia el auto de Hanbin. A él no le importaría si lo tomara prestado una noche.

Hizo que Matthew ingresara y llevando un cigarrillo a su boca, empezó un viaje hasta su departamento, donde ambos chicos sabrían lo que sucedería.

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¿𝐁𝐀𝐈𝐋𝐀𝐌𝐎𝐒? ❥ 𝐦𝐚𝐭𝐭𝐰𝐨𝐨𝐧𝐠 & 𝐡𝐚𝐨𝐛𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora