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─ Odio mi vida.

Sábado por la mañana, el edificio lleno, papeles sobre su escritorio; lo normal en la vida de Kim Jiwoong, hijo de uno de los empresarios más reconocidos del país.

Y como todo buen hijo de renombre, él debía seguir los pasos de su padre, o al menos eso creía. Estaba agotado de toda la mierda que tenía como trabajo, solo quería renunciar a todo lo involucrado con su familia e irse lejos. Lástima que hacerlo no era tan sencillo como decirlo.

─ Si Jiwoong, ya sabemos que odias tu gran vida. Lo dijiste unas treinta veces hoy.

─ Es que es verdad.

Ante lo dicho por el pelinegro, Hanbin rodó los ojos y siguió bebiendo su café. Ignorar las rabietas y quejas de su mejor amigo era lo mejor que podía hacer.

─ Mi rutina es la misma todos los días.

La voz del mayor sonaba pesada, pero aún así seguía hablando -o mejor dicho, reclamando- con euforia y prisa.

─ Despierto, vengo a este infierno, escucho los gritos de mi padre, me voy a casa y duermo. ¿Acaso no es aburrido?

─ Jiwoong, si tu padre te encuentra así, te mata.

Pero poco le importaba al de mechas negras, él seguía de espaldas sobre la alfombra dentro de su oficina, sin pensar en su traje de tela costosa. Como decía Hanbin, lujos que no muchos pueden darse.

De repente la puerta fue abierta de golpe, haciendo que el corazón de Jiwoong se detuviera por microsegundos.

Pudo respirar más tranquilo al notar como se trataba del cuerpo de Hao y no de su padre, no quería oír más regaños de su parte.

Miró con mala cara a su amigo que trataba de recuperar su aliento y volvió a su posición de antes. La alfombra era muy cómoda y le hacía olvidar todos los documentos que tenía por revisar.

─ Se me hizo tarde, no pensé que hubiera tanto tráfico. ─cuando ya estuvo más calmado, Hao tomó una silla y le sonrió al chico sentado a su lado.

─ Deberías despertar más temprano, así evitas los problemas con los autos.

─ Mejor debería mudarme y conseguir un empleo más bonito en el campo, lejos de tu presencia.

─ Si, deberías irte muy lejos.

─ Me extrañarías, no podrías vivir sin mí.

─ Sigue soñando.

Jiwoong solo ignoraba la pequeña discusión entre sus dos amigos. Él estaba más concentrado organizando y preparando su mente para hacer sus labores, ver a su padre y asistir a las reuniones que ya tenía planeadas para ese día.

Sin embargo, su cuerpo lo rechazaba, generando más pesadez y fastidio al recordarlo. Era la historia de su vida.

─ Mi vida ya no tiene sentido. Quiero salir y divertirme, pero no puedo ni ir a la esquina por el estúpido trabajo.

─ ¿Ahora qué tiene? ─preguntó Hao confundido.

─ Crisis existenciales. ─con las palabras de Hanbin no dijo más y siguió observándolo.

Parecía que exageraba, más su situación no sé alejaba mucho de la realidad. No recordaba la última vez que fue de fiesta con sus amigos.

Su vida se trataba de lo mismo, trabajo y más trabajo. Documentos por entregar y archivos por revisar. No tenía tiempo para salir y divertirse, y eso que recién tenía veinticinco años.

─ Oigan... ─interrumpió el menor de los chicos con una sonrisa.─ ¿Qué les parece salir esta noche?

─ ¿A dónde iremos?

─ Ni pienses que voy a meterme a una fiesta con alcohol de dudosa procedencia.

─ De eso no se preocupen, yo me encargo.

Ambos chicos se observaron y lo pensaron. No era mala idea, al final de cuentas aún eran jóvenes. Mirando a Hanbin, los dos asintieron al mismo momento, notando su sonrisa.

─ Bien, esta noche nos olvidaremos de todo.

─ Tengo el presentimiento de que algo va a suceder. ─con las palabras de Hao, Hanbin rodó los ojos y lo atrajo a su cuerpo en un abrazo.

─ Te quiero, pero a veces haces que me enoje. ─soltó negando pero oliendo su aroma a flores que de alguna forma le gustaba.─ No va a suceder nada.

─ Eso espero, porque no estoy listo para verte ir a la cárcel.

─ ¿Por qué solo yo? ─preguntó separándose en un instante.

─ Tú diste la idea, tú asumes la culpa. ─y ahí empezaban otra vez. No tenían cuando acabar.

Jiwoong miró su escritorio y vio la pila de documentos por revisar. Pensó que si se ponía a trabajar desde ahora, terminaría más rápido y podría salir antes de su hora habitual.

Así que empujando a sus dos amigos hacia el exterior de su oficina, empezó a preparar su mente para lo que se venía.

─ Lamento informarles que tengo mucho por hacer, así que tendrán que llevarse su pelea a otra oficina. ─sonrió e intentó cerrar la puerta, hasta que la mano de Hao lo detuvo.

─ ¿Vas a trabajar? ─podía ver su rostro sorprendido.─ ¿Tan motivado estás por salir?

─ Nos vemos. ─otra vez iba a cerrar, pero la mano de Hanbin lo volvió a detener.

─ Paso por tu departamento a las nueve. Usa tu mejor perfume, galán.

Cuando ambos se fueron, discutiendo como de costumbre, cerró la puerta y se sentó sobre su escritorio. Tomó aire y empezó su jornada, sería un día largo.

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¿𝐁𝐀𝐈𝐋𝐀𝐌𝐎𝐒? ❥ 𝐦𝐚𝐭𝐭𝐰𝐨𝐨𝐧𝐠 & 𝐡𝐚𝐨𝐛𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora