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Jiwoong sonrió frente a la pantalla en su escritorio al notar que ya no tenía nada más por hacer. Por primera vez había acabado con todos sus pendientes sin dejar nada para otros días. Se sentía feliz y aliviado.

Ordenó todo y salió de la gran oficina con una sonrisa en sus labios, caminando victorioso por los pasillos agobiados.

Los demás empleados lo veían confundidos y asustados, murmurando mientras lo veían salir. No era común que él se comportara así en ese edificio.

Al llegar a su departamento, buscó sus mejores prendas, se duchó y esperó a que Hanbin y Hao se dignaran a pasar por él. Podría usar su auto, pero quería evitarse el conducir.

De pronto obtuvo una llamada entrante de Hanbin y esperó lo peor. Habían pasado veinte minutos desde la hora acordada y él ya estaba perdiendo las esperanzas.

─ Jiwoong hyung...

Si Hanbin le decía que se cancelaba, él iba a llorar durante toda la noche. Literalmente solo hizo su trabajo por la salida que tendrían hoy.

─ Si dices que no vendrás te dejo calvo. ─advirtió, pero sólo escuchó risas tras la línea.

─ Antes muerto que cancelarlo. ─en ese momento, Jiwoong sintió su corazón latir con normalidad. Solo suspiró y esperó sus palabras.─ Ya estamos abajo.

Colgó con rapidez y salió de su departamento, no sin antes chequear su peinado y sonreírle al espejo. Esta noche estaba listo hasta para olvidar su nombre.

Cuando bajó, encontró a ambos chicos dentro del auto discutiendo otra vez. Nada nuevo. Abrió una de las puertas y subió esperando que ante su presencia se calmaran.

─ ¿Por qué tardaron tanto?

─ Es que a Hanbin se le rompió el pantalón y tuvimos que regresar a su departamento.

Hao no hablaba, reía. Ver a su mejor amigo con un gran agujero en su pantalón favorito le causó tanta gracia que se mantuvo en carcajadas por más de diez minutos.

Durante todo el camino estuvieron hablando muchas cosas y mirando las calles hasta dar con el lugar al que querían llegar. Según Hanbin, el evento era de su primo.

Los tres quedaron atónitos ante el aspecto del lugar cuando llegaron. Un gran local con música a todo volumen y alumbrada con luces moradas.

Había demasiada gente tanto fuera como dentro del lugar. Mujeres con vestidos super brillantes y hombres que solo intentaban ligarse a una de ellas de forma patética.

Se veía tan interesante que Jiwoong no se dio cuenta el momento en que sus amigos ingresaron, dejando el auto de Hanbin cerca al lugar.

Si por fuera se veía impactante, por dentro era mucho mejor. Un gran bar estaba a un lado, mucha gente se acercaba a pedir algo para beber; habían muchas mesas y sillones con personas hablando y cantando.

En el centro, una pista repleta de jóvenes bailando como si no hubiera un mañana. Jiwoong comenzó a reír al imaginarse estando así en una horas; esto recién empezaba.

Cuando miró a su alrededor, notó que estaba rodeado de muchas personas que solo lo empujaban hacia una esquina del lugar.

Ahí cayó en cuenta de que estaba solo. Sus amigos se largaron a quien sabe donde y lo dejaron a que sobreviva por su cuenta en un lugar nuevo para él.

Resignándose a esperar lo que el destino quería, avanzó hasta el bar y se sentó en una silla cercana a la pista. Ya que no tenía con quien hablar solo se dispuso a observar.

Con un vaso de whisky en la mano miraba hacia el centro y calificaba a cada persona en su mente, como si él fuera un jurado experto en baile.

Muchas chicas se les acercaron pero él las rechazaba; no tenía interés alguno en ellas. Nadie captaba su atención ni cumplía con lo que él buscaba aquella noche. Así fue durante unos largos minutos hasta que alguien se destacó entre la multitud.

A unos metros de él, un chico de menor estatura y cabello castaño se movía al ritmo de la música que resonaba en el local.

Jiwoong podía ver su sonrisa desde su lugar. Era hermosa a comparación de las que vio en esa noche. Tenía una mirada diferente a las del resto y una pequeña cintura que lo hipnotizaba.

Él no apartó la mirada del desconocido, quien bailaba acompañando de un chico alto moviendo su cuerpo con sutileza.

Pensó que el alcohol estaba haciéndole efecto, pues él estaba seguro de que aquel chico lo había mirado. Había conectado su mirada con él, importándole poco si fue por segundos.

Pero Jiwoong no disimulaba, él miraba directamente a la dirección del desconocido sin pudor alguno. Dio un sorbo más a su vaso y decidido, se levantó de su silla caminando hacia el lugar donde ese chico estaba.

Sonrió al notar como el más bajo lo veía acercarse, escaneando su cuerpo de pies a cabeza y prestándole atención a su presencia.

Se acercó peligrosamente a su oído, oliendo su dulce aroma, sin sentir la mínima pizca de vergüenza. Sin pensar lo que podría causar y con una voz grave por el trago que bebió, soltó lo que sería el comienzo de todo.

─ ¿Bailamos?

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¿𝐁𝐀𝐈𝐋𝐀𝐌𝐎𝐒? ❥ 𝐦𝐚𝐭𝐭𝐰𝐨𝐨𝐧𝐠 & 𝐡𝐚𝐨𝐛𝐢𝐧Where stories live. Discover now