Cuando el Espíritu me despierta.
Porque sí, lo hace. ¿Alguna vez te ha ocurrido a ti? ¿Te despierta y sientes algo ardiendo en el pecho, como si debieras estar orando, como si tu cuerpo no tuviera encima cansancio alguno?
Me pasa, a veces. Y oro en...
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Para el hacedor de estrellas y galaxias, el dueño de toda ciencia y arte. Dime, Yavé, dime qué quieres oír. Pon en mi boca y en mis manos palabras de alabanza para ti.
Mi alma quiere ensalzarte, pero hay cosas elevadas que ella no sabe cómo decir.
Podría decir "te amo" en todos los idiomas y dialectos del mundo, pero eso no abarcaría la totalidad de lo que mi alma clama. Podría exponer los secretos de tus leyes físicas y químicas, pero eso no abarcaría la totalidad de tu conocimiento. Podría desentrañar lo inexplicable de tu hermosura y soñar que abres el cielo para dejar ver tu gloria, pero eso no bastaría para comprender tus misterios.
Mi alma podría hacer cosas grandiosas, pero ninguna de ellas está a tu altura. Tu corona es demasiado alta y tu bondad es inefable.
Papá Lindo, el día que estamos despidiendo ha sido uno en el cual has fortalecido mi fe. Oíste mis oraciones y le brindaste sanidad a mi abuela. Confié en ti y me demostraste que eso jamás será un error, al margen del tiempo que pase y de la ausencia de respuestas inmediatas.
Gracias por tu misericordia, porque te acuerdas del débil, porque oyes el clamor de tus hijos y no les das más peso del que pueden llevar. Gracias por tus métodos confusos, porque me obligan a salir de mi zona de confort, porque exigen que yo sea más inteligente y sabia, porque demandan que confíe en ti para poder resolver el acertijo.
Gracias, porque me diste límites pero, al mismo tiempo, me animas a desafiarlos.
Tú dijiste: "harás cosas que creíste que eran imposibles". Yo te escucho, con oídos que realmente quieren oír y un corazón que anhela entender. Y, Yavé, me lleno de poder, porque tu poder viene a mí y por alguna razón elige mis manos débiles para crear.
Crear, papá.
¡Qué bendición tan grande es poder parecerme a ti! Me hace sentir más como tu hija, me hace sentir más conectada a ti. Creaste personajes cuyos nombres anotaste en tu libro y diseñaste la trama más compleja de todos los tiempos. Y lo mejor de todo es que tú no das spoilers, no das pista alguna del final y dejas en mí esta tensión y desconcierto que ayudan a fortalecer mi fe.
¿Te gusta que escriba, Yavé? Debe gustarte, porque tú no das dones a tus hijos sin un plan en mente y sin en ellos deleitarte. Tú, que eres el mejor en todo lo que haces y, aun así, compartiste tus dones con estos hijos ingratos que no apreciaron tu amor. ¿Cómo puedes ser tan piadoso? ¿Cómo puedes desprenderte de tanto? ¿Cómo pudo el enemigo inventar que tú no quieres que seamos como tú, si les diste a Adán y a Eva dones, trabajo, responsabilidades y tareas a manos llenas?
¿Cómo pudieron ellos creerle?
Si en algo mío, aunque sea algo pequeño, te deleitas, permite que yo solo a ti te crea. Y es que tú eres la fuente del conocimiento auténtico, superas todo saber mundano porque todas las materias de estudio son tuyas. Permíteme aferrarme a tu vasto conocimiento para mantenerme cuerda en un mundo donde abunda la locura.
Apiádate de tus hijos y no los sueltes, ni al que trabaja siempre para ti ni al que perdió su camino. Al que trabaja para ti renuévale las fuerzas. Al que perdió su camino guíalo de vuelta a casa.
Tú siempre haces eso, tienes esa magia.
Yo solo estoy aquí, mirando embelesada y agradeciendo infinitamente haber sido salvada. ¡Gloria a Yavé de los ejércitos, porque él es dueño y vencedor de todas las batallas!
