—¿Ah? Si. Disculpen. Claro. Vamos juntos.

Pasaron la siguiente hora recorriendo algunas áreas o puntos de interés dentro del hospital. Incluso intentaron acceder a algunas zonas de especialidad solo que por cuestiones de seguridad e higiene, los accesos les fueron restringidos.

—Oigan, ¿creen que estando en nuestro primer año tengamos la oportunidad de realizar algún tipo de operación? —Omar tomó asiento en una de las jardineras del acceso del hospital. Tenían poco tiempo de haber salido.

—No tengo idea. Aunque sería genial que por lo menos tuviéramos la oportunidad de servir de apoyo en alguna —contestó Camila con anhelo.

—Será complicado si tomamos en cuenta el carácter del jefe de cirugía. ¿Se dieron cuenta que solo demoró apenas minutos para hablarnos?

—Si. Habrá que hacer bastante mérito para que siquiera voltee a vernos.

Camila observó a sus dos nuevos amigos quienes parecían algo nerviosos de lo que pueda ocurrir en el futuro. Ni ella misma estaba segura de lo que pasaría pero tenía la confianza suficiente para pensar que lo que sea que les aguardará serían vivencias positivas.

—No se desanimen, chicos. Hemos llegado tan lejos en esta carrera. No ha sido fácil para nadie. Algo me dice que quizá mañana sea solo el principio de algo genial —completó con emoción. Ambos la observaron pensativos para luego dejar a la vista una distinguida sonrisa motivados por el discurso de Camila.

—Tienes razón —dijo el chico—. Será difícil pero no importa. Ya llegamos hasta aquí y solo nos queda seguir esforzándonos.

Todos asintieron. Era obvio que se encontraban nerviosos de lo que fuera a ocurrir más adelante. Incluso Camila no había podido descansar bien la noche anterior por la ¿emoción? ¿Pánico? Tal vez un poco de ambos. Y ahora que se encontraba dentro podía sentir el alivio al menos hasta que lo difícil comenzará.

—Me voy chicas, tengo un mandado que hacer.

—Yo también. Mi transporte ya llegó —Julia se despidió de ambos antes de irse.

Camila fue la única en quedarse. Era temprano y como no tenía pendientes se tomaría más tiempo para darle otro recorrido al hospital.

—Eso fue inspirador —la voz repentina de una persona hizo que la joven se sobresaltara—. ¿Eres algo así como la mamá de los polluelos? —Cuando la vió y entendió de quién se trataba no pudo más que reñir.

—¡Alexa, me asustaste!

—Así tendrás la conciencia… —sonrió con malicia.

—Calla. Sólo fue porque siempre te apareces cuando menos lo espero.

—Auch —fingió ofenderse, reponiendose al instante—. Más bien, pienso… —Decidida, se levantó para acercarse a ella—, que tú siempre apareces a dónde quiera que voy.

—¿¡Qué!?

—O ¿cómo explicas que estés en el mismo hospital? —Con delicadeza la sujetó haciendo que la otra retrocediera hasta quedar aprisionada contra el muro—. Esto debe ser el destino.

El acercamiento era más de lo que una persona en su sano juicio podía soportar. Tenerla cerca, observándola era peligroso y más con aquel aura seductor con el que Alexa parecía estar bendecida, la volvía cosa seria.

—O-oye. ¿Qué haces, loca? —Se alejó. Sus mejillas parecían arder.

—Deberías verte en un espejo —bromeó—. Estás rojita.

Camila notó el tono de burla en su compañera, desde luego aquello le molestó porque tal parecía que lo hizo con esa intención.

—Dios. ¡Eres insoportable!

Diagnóstico al corazónحيث تعيش القصص. اكتشف الآن