Capítulo 2: Cambios

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—¿Aún sigues culpándome por lo de Niall? Sabes perfectamente que aunque yo no le hubiera dicho lo que sentía eso no hubiera cambiado nada. Él tiene novia, Zayn. Supéralo.

Aquella fue la gota que colmó el vaso, haciendo al moreno levantarse del banco y lagarse de allí sin dedicarle siquiera una mirada al que solía ser su amigo. Liam era capaz de darle donde más le dolía y, aunque no quisiera reconocerlo, sabía que en el fondo tenía razón. Nada podía cambiar que Niall quisiera a Bea. Nada podía cambiar su dolor por aquel amor no correspondido.

Decidió volver junto a Harry, que en aquellos momentos les necesitaba más que nunca. Tras enterarse de que había perdido el bebé, Louis no había vuelto a ser el mismo. Apenas hablaba y se negaba a comer la comida que le llevaban las enfermeras. Su salud estaba delicada y Harry se temía que aquello terminara afectándole.

*flashback*

—Ha-Harry —titubeó Louis asustado—. Llama rápido a un médico, por favor. ¡No siento al bebé!

El chico de rizos bajó su mirada para que su novio no pudiera ver las lágrimas acumuladas en ella. Sabía que ese momento llegaría y que Louis se enteraría de aquello, pero el miedo a su reacción le sobrepasaba.

—Harry, ¿no me oyes? —continuó el ojiazul alterado—. ¡Tienes que avisar a alguien!

—No es necesario... —susurró él ocultando el rostro entre sus manos mientras sus mejillas se empapaban de lágrimas—. Ya no sirve de nada...

Louis se quedó de piedra ante sus palabras, intentando ignorar las suposiciones que se creaban en su cabeza. Oyó como Harry sollozaba y sin quererlo se encontró a sí mismo llorando también. No podía ser verdad, su bebé no podía haber muerto.

—Lou —le llamó el ojiverde entre lloriqueos—. Tenías razón, nuestro hijo iba a ser un niño.

*fin del flashback*

Zayn subió en el ascensor hasta la planta en la que Louis se encontraba. El hospital estaba lleno de personas que iban de un lado a otro y al chico moreno nunca le habían gustado los lugares así. Se sentía insignificante ante el bullicio. Una mísera partícula de polvo en un mundo demasiado grande para él. Pero a pesar de todo sabía que su lugar estaba allí, junto a su amigo, y que debía brindarle su apoyo.

—Hola, ricitos —saludó entrando a la habitación en la que habían puesto a Louis.

Harry se encontraba sentado en el pequeño sillón para acompañantes, con la cabeza apoyada sobre su brazo y a punto de quedarse dormido. Cuando oyó entrar a Zayn se sobresaltó, incorporándose y frotando sus párpados que luchaban por mantenerse abiertos. La falta de sueño por tantas horas en el hospital comenzaban a hacer mella en él, pero no quería apartarse de su novio sabiendo como estaba.

—Hey, Zayn —contestó  abriendo su boca, para soltar un largo bostezo.

—Bonitos empastes, Harry, pásame el número de tu dentista —bromeó él acercándose a su amigo—. ¿Cómo estás?

—No hagas preguntas por cortesía, sé que me veo como una mierda.

Y era cierto, Harry se veía realmente mal. Las heridas de su piel y el brazo en el que se había hecho daño se estaban curando, pero el cansancio era lo que en realidad le estaba matando. En aquella semana que Louis llevaba en el hospital, apenas había salido ir allí para ir a casa a ducharse o a dormir un poco. Tanto sus amigos como su madre insistían en que debía descansar y ellos podían quedarse con él, pero Harry estaba demasiado preocupado como para ceder a esas proposiciones.

—Tu mismo lo reconoces —contestó Zayn sentándose en una silla a su lado—. No puedes seguir así. Mira que ojeras tienes, Harry, y además te estás quedando en los huesos. Como Louis siga mucho tiempo ingresado, esto acabará contigo.

—Deja de decir tonterías. Estoy bien, en un rato me iré a casa a echarme una siesta y volveré como nuevo. Ya lo verás —el chico de rizos intentó quitarle importancia al asunto forzando una sonrisa, pero esa extraña mueca no era real y Zayn lo sabía. Aquel niño se había llevado la sonrisa de Harry con sigo.

Estuvieron un rato charlando sobre cosas triviales. El moreno intentaba sacar temas de conversación que le hicieran olvidarse de todo aquello, aunque no sólo lo hacía por Harry. Él mismo el que trataba de olvidarse de cierta disputa con un chico castaño, que poco tiempo después entró por la puerta.

—Buenos días —saludó Liam intentando no crear contacto visual con el ojimiel.

—Hey, Li —contestó el chico de rizos, en seguida—. Llegas justo a tiempo. Voy a irme a casa un rato para dormir, así que podéis quedaros los dos con Louis.

Zayn estuvo a punto de protestar ante eso. Sabía que nada bueno podía salir de estar junto a su ex-amigo a solas en aquella habitación, pero Liam se le adelantó a rechazar la oferta.

—Oh, lo siento Hazza, pero no puedo. Venía justamente para decirte que tengo algunas cosas que hacer, así que voy a irme. Pero si quieres puedo llevarte.

A Harry no le convenció demasiado aquella escusa pero decidió irse con el chico, no sin antes dejar un tierno beso en la frente de su novio, que seguía dormido por tantos calmantes. Se despidió de Zayn y salieron de allí para ir hacia el coche.

—Oye Liam, ¿puedo hacerte una pregunta? —habló Harry una vez que estuvieron dentro del coche.

—Claro, dime.

—¿Te pasa algo con Zayn? Ambos estáis muy raros últimamente.

Liam tragó saliva mientras arrancaba el coche y salía del parking. Ni él mismo entendía por qué estaba así con Zayn. Niall les había dicho que quería a Bea y era feliz con ella. Estar peleados ya no tenía sentido si Niall les había rechazado a ambos, pero por alguna razón el moreno guardaba dentro un fuerte rencor hacia él.

—No lo sé, Harry. Pregúntale a él.

El Secreto de Harry Styles (M-Preg) Larry StylinsonWhere stories live. Discover now