--La sensación de no pertenecer--

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Siempre había sentido que algo no encajaba. Desde que era niño, había tenido la extraña sensación de estar fuera de lugar, como si no perteneciera a ningún sitio. No importaba dónde estuviera: en casa, en la escuela, con amigos, siempre había algo que no encajaba. Como si estuviera observando todo desde la distancia, sin poder formar parte de ello.

Al principio, pensó que era algo temporal, algo que se iría con el tiempo. Pero a medida que pasaban los años, la sensación solo se hacía más fuerte. A veces se sentía como un espectador en su propia vida, como si estuviera viendo todo en una pantalla en lugar de experimentarlo en persona.

A medida que crecía, la sensación de no pertenecer se convirtió en algo más que una simple incomodidad. Empezó a sentirse cada vez más desconectado del mundo a su alrededor, y a menudo se encontraba perdido en pensamientos y fantasías. A veces, incluso se olvidaba de dónde estaba o qué estaba haciendo en ese momento.

No fue hasta que descubrió la palabra "disociación" que empezó a entender lo que estaba sucediendo. Descubrió que la disociación era un mecanismo de defensa que el cerebro usaba para protegerse del estrés y el trauma. Y de repente, todo tenía sentido. Había pasado por momentos difíciles en su vida, momentos que había reprimido en su memoria, pero que seguían afectándolo.

Pero saber lo que estaba sucediendo no hizo que la sensación de no pertenecer desapareciera. Todavía se sentía perdido y desconectado, y a menudo se preguntaba si alguna vez encontraría un lugar donde realmente pudiera encajar. Un lugar donde pudiera ser él mismo sin sentir que estaba fingiendo o tratando de encajar.

Así que decidió empezar una búsqueda. Una búsqueda de un lugar donde realmente pudiera pertenecer. No sabía exactamente qué estaba buscando, pero sabía que lo sabría cuando lo encontrara. Y con esa idea en mente, comenzó a prepararse para un viaje que podría cambiar su vida para siempre.

Con esa idea en su cabeza, decidió que era hora de comenzar su búsqueda. La búsqueda de un lugar donde pudiera finalmente sentir que pertenecía. No sabía exactamente qué estaba buscando, pero estaba seguro de que lo sabría cuando lo encontrara. Y con esa idea en mente, comenzó a prepararse para un viaje que podría cambiar su vida para siempre.

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El protagonista se levantó en la mañana con una sensación de vacío en su interior, como si algo faltara en su vida. Sin embargo, decidió seguir adelante y comenzó su rutina diaria, desayunando, tomando un baño y vistiéndose. Agarro sus cosas, las metio en su mochila y decidió salir de su casa y comenzar su búsqueda por un lugar donde pudiera sentirse verdaderamente feliz y en paz consigo mismo.

Caminó por las calles sin rumbo, perdido en sus propios pensamientos. Pasó por varios lugares sin prestarles atención, hasta que encontró un café muy conocido en la ciudad. Entró y se sentó cerca de la ventana, observando a la gente pasar y aún perdido en sus pensamientos.

De repente, una voz femenina lo sacó de su ensimismamiento. El protagonista preguntó si podía repetir lo que había dicho, y al voltear vio a una mujer con una sonrisa en su rostro, pero no reconocía a la mujer.

La extraña mujer le pregunta al protagonista si la recordaba, y el protagonista confundido le responde que no. Ella menciona su nombre y el protagonista lo reconoce inmediatamente.

"¿Ana Hernández? ¿Mi compañera de segundo?" -Dice el protagonista.

El protagonista se levantó y le dio un abrazo débil, mostrando su sorpresa y desesperanza al mismo tiempo. Ana le propuso sentarse y charlar un rato, y aceptó.

"¡Hola samuel! ¿Como te ha ido estos últimos años?" -Pregunto emocionada con una gran sonrisa en su rostro.

El protagonista no sabía cómo responder, ya que no había tenido muchos amigos en su vida adulta.

"Realmente no tengo muchos amigos en estos días", dijo Samuel, el protagonista.

"No sé qué pasa, pero simplemente no logro conectarme con la gente. Me siento solo y perdido".

Ana asintió con comprensión.
"A veces puede ser difícil encontrar gente con la que realmente conectemos", dijo ella.

"Pero eso no significa que no existan. Quizás necesites buscar en lugares diferentes o simplemente dejar que las cosas sucedan naturalmente".

Samuel se sintió un poco mejor al escuchar esas palabras. Había olvidado lo reconfortante que era tener a alguien que lo escuchara y le diera consejos.

"Gracias por los consejos, Ana. Los tomare en cuenta." - Dijo samuel, con una pequeña sonrisa en su rostro antes de volver mirar a la ventana.

"Una pregunta Samuel... ¿Cual era un apellido? No estoy muy segura." - Pregunto ana.

Samuel le dice su nombre y apellido, un poco avergonzado ya que nunca le ha gustado su nombre.

"Samuel moss.." -Repitió ana.
"Me gusta, es un nombre muy bonito."

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