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127 d.C.


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AEGON resultó ser imposible de olvidar. Aquella noche se repitió. No una, ni dos, incontables veces. Cada vez que la familia de la princesa Rhaenyra visitaba Desembarco del Rey o el Rey Viserys, asesorado por Lord Mano, invitaba a sus nietos para involucrarse en los asuntos del reino, Jacaerys aprovechaba para retozar en los aposentos de su tío omega.

Aegon le enseñó tantos usos de su cuerpo; boca, su lengua, sus manos... Estaba absolutamente enamorado de sus grandes manos y su nudo. Con el tiempo lo moldeó a su gusto y creó a su amante perfecto, así como Jacaerys hizo de Aegon el omega de sus más oscuras fantasías. Poco quedaba ya de aquel inexperto alfa desesperado por complacer.

Aegon era la obsesión de Jacaerys y él era el gusto culposo del que el alfa no podía librarse.

Aunque no debería ser tan importante, al final del día, solo era puro sexo, desenfrenado y adictivo.

¿Pero lo era realmente?

¿Era solo el vínculo entre un alfa y un omega que confiaban el uno en el otro, si Jacaerys apenas observaba a los demás omegas y a Aegon ninguna polla podía satisfacerlo como la de su sobrino?

En una ocasión en el que hubo una gran celebración en Desembarco del Rey, las Casas mayores brindaron su presencia y La Fortaleza Roja se encontraba abarrotada, con demasiados ojos curiosos, lenguas mezquinas y oídos expectantes por intrigas.

La desesperación por disfrutar de al menos minutos a solas con Aegon era tanta que Jacaerys se vio obligado a solicitar la ayuda de su hermano menor para que lo cubriera durante una de las fiestas.

Era lamentable al punto que había llegado. Asimismo, no contribuía el que se sintiera avergonzado cada vez que hacía un nudo al pensar en Aegon ahogándose con su polla o recordando cómo se sentía su el cálido interior del omega.

No se arrepintió de tocarse a sí mismo. Estaba avergonzado de llegar al abismo del placer con un recuerdo que con seguridad apostaría, carecía de toda importancia para Aegon, cuando para él cada toque del omega se tatuaba en su cuerpo y alma. Pero Jacaerys nunca se atrevería a pedir más. No sería capaz de romper la confianza de Aegon y arriesgar el paraíso que construyeron en las habitaciones del príncipe omega.

Por supuesto, Lucerys no se tragó ninguna de las excusas que le dio su hermano mayor. Eran los mejores amigos y habían crecido juntos, el chasqueo en su mandíbula cuando mentía lo delataba. Abochornado, Jacaerys no tuvo mayor remedio que confesar su más grande secreto.

Lucerys no dijo una sola palabra hasta que finalizó el relato con una gran cantidad de eufemismos y oraciones susurradas con las mejillas rojas. Al final, se limitó a mirar a su hermano con los ojos bien abiertos, riéndose a carcajadas diciendo:

—Eso explica por qué el tío Aegon luce como si se estuviera aguantando las ganas de ir al baño cada vez que estás cerca. Creí que no le gustaba tu olor.

—Él adora mi olor —replicó el alfa con tanto ímpetu que Lucerys tuvo que reírse de nuevo. Jacaerys lo empujó para que se recompusiera, no fuese a ser llamara la atención de alguien.

El heredero al trono de Driftmark no abandonó las burlas, contento de aprovechar cada oportunidad que tenía para señalarle a su hermano que no era tan intachable como aspiraba a ser. A pesar de ello, fuera de ellos dos, nadie era más fiel a él, por lo que se aseguró de que Jacaerys pudiera escabullirse sin problemas.

CADENAS DE SANGRE ✦ HOTD +18Where stories live. Discover now