—Ah y le pidó paciencia con mis hijas, por ahí pueden ser muy demandantes y de mucho carácter —concluyó

—Si... lo haré —pronuncie nervioso

—Fantastico, bienvenido al equipo  —sonríe y me estrecha su mano

Salí de aquella oficina mientras seguía a Ivanna que caminaba delante mío, hasta llegar al comedor donde se encontraban tres de sus hijas

—Niñas, él es Tomás su nuevo chofer, siempre que quieran ir a algún lado se lo piden a él

Esos tres demonios vestidos de Gucci y Chanel, me miraron con el mayor de los desprecios como si fuese algo detestable, pero trate de no darle importancia

—Perfecto, ya tenía ganas de ir al centro comercial, necesito mucha ropa —dice Pilar

—Yo también, lo necesito, pero antes haber si se baña y se le quita el olor a pobre —sigue Alfonsina mientras sus hermanas ríen

—Alfonsina, cuantas veces te tengo que decir que no trates de esa forma al personal —menciona su madre

Yo ya quería renunciar sin empezar, pero la plata era mucha y realmente la necesitaba, así que no me podía negar

—Bueno voy a buscar mis cosas y vuelvo

—Antes nos vas a llevar al shooping que estuve dos días sin ir porque el otro chofer renuncio —continúa Pilar mientras Alfonsina y Delfina la siguen

—Esta bien, las llevo allí, busco mis cosas y cuando terminen me llaman —les digo sin ánimos y ellas sólo me miraron con asco sin decir nada

Me subo al auto que me asignaron para conducir y las chicas se suben las tres en el asiento de atrás, el silencio se hizo presente hasta que una de ella me habló

—Vamos a aclarar algunas cosas. Primero siempre que te pidamos nos tenes que llevar a todos lados, no nos podes decir que no. Y segundo no tenes permitido hablarnos de nada, no nos interesa tu miserable vida

Me di cuenta que era Alfonsina la que hablaba, pero las tres eran igual de detestables

—Y yo les voy a pedir que me traten con respeto, nada más

—Ah bueno hermanas, un pobre pidiendo respeto que risa

—Alfon para un poco, a mi sólo me interesa que me lleve al centro comercial. No hay porque recordarle que es pobre todo el tiempo —ahora la que hablaba era Pilar

—Si, creo que ya lo sabe —agrega Delfina

Estaba apunto de bajarlas en medio de la calle, hasta que pensé en el salario que necesitaba y decidí hacer oídos sordos a cualquier cosa que dijeran.

Deje a esas mocosas en el centro comercial y me dirigí a mi casa a buscar mi ropa.

Si bien los ricos suelen ser despreciables, esas eran unas nenas mimadas que no conocían otra realidad que no sea la ropa de marca, las joyas y viajes al exterior. Pero por más buen dinero que me pagarán no toleraría esos tratos, no me veía trabajando allí por mucho tiempo, era sólo cuestión de tiempo conseguir otro trabajo.

Luego de ir a mi casa, busque a las hermanas, y como era de esperar me tiraron todas las bolsas a mi, para que las acomode en el baúl, mientras ellas se sentaban atrás cual reinas esperando que las lleve. Sinceramente las detestaba.

Se hizo de noche y después que mi Mamá sirvió la comida a la familia en la mesa principal, nos sentamos a comer con los empleados en nuestro sector.

Ahí es cuando decidí hablar con mi Mamá y Isabella la mucama, sobre el comportamiento de las hijas de la señora

—Si hijo, te vas a tener que acostumbrar, son así. Una el otro día me escupió la comida

Millonarias y mal criadas Where stories live. Discover now