—Nada, nada.

Jacaerys se forzó a respirar por la boca y se dio la vuelta para no presenciar más tal tentadora imagen.

—Deja de actuar como un mocoso y escúchame.

—No soy un mocoso.

—¿Estás seguro? A mí me parece que sí —Aegon sonrió con victoria cuando indignado Jacaerys volvió a hacerle frente, su sobrino era como un cachorrito de lobo—. ¿Ahora vas a escucharme?

—No tengo nada que escuchar, lo que vi fue suficiente —gruñó el alfa—. Creí que él iba a hacerte algo.

—Oh, él definitivamente iba a hacerlo.

Ahora quiso borrar esa expresión socarrona del rostro del omega, era el epítome del descaro y Jace sintió que la rabia lo invadió. Prefería que Aegon volviera a lloriquear y suplicarle, que se diera cuenta de lo mal que estaba que permitiera que otros lo profanasen. Él no era cualquier omega, era hijo del rey, una delicia codiciada por todo el reino.

Sabía que estaba cediendo ante sus emociones porque la sonrisa de Aegon desapareció y arrugó la nariz. Se espesó la cálida esencia de hidromiel y la madera que lo rodeaba, tornándose a madera chamuscada y acritud. No era un aroma asqueroso, pero distaba de ser un olor reconfortante para un omega.

Era culpa de Aegon. Él solo estaba disgustado porque no se daba a respetar, ya que prestaba sus cariños a quienes no eran merecedores de ello, la imagen que tenía de su precioso tío se había desmoronado frente a sus ojos. No estaba enojado, solo un poco indignado. Era por el bien de Aegon.

—¿Por qué él? —La pregunta salió de su boca entre dientes con la mandíbula apretada—. ¿Por qué dejaste que un sirviente cualquiera te tocara?

—¿Vas a decirle a todos? ¿Solo porque me estaba divirtiendo un poco?

—¡No te estabas divirtiendo un poco, él te estaba tocando!

—Mira, solo cierra la boca —cortó Aegon con gesto irritado—. Ustedes los alfas pueden rascarse la comezón, pero yo no porque soy un omega, ¿es así, mocoso?

«No soy un mocoso» pensó Jace. Pero sintió que si lo decía, solo le daría la razón a Aegon.

En cambio, meditó por un minuto lo dicho. ¿Era así? Siempre se imaginó que su omega prometida sería pulcra y virtuosa, una compañera dulce y amorosa con la cual compartir su vida, ¿y si había más omegas como Aegon? Empero, su tío tenía la razón, los omegas sufrían celos como él, su primera rutina fue terrible y sintió que podría arrancarse la piel hasta que finalmente pudo formar un nudo y correrse, se preguntó si los omegas sufrían igual.

La cuestión era que no había forma de que lo supiera, su madre se encargó de trasladar a Rhaena hasta el ala opuesta del Rocadragón cuando tuvo su primer celo, donde fue fielmente atendida por las mujeres de confianza de la princesa.

—Solo prométeme que no dirás nada y ya está.

—¿Ibas a tener sexo con él?

Los ojos de Aegon se abrieron en sorpresa.

—¿Por qué...? —Aegon sonrío con comprensión—. Oh. Quieres saber, ¿no es así?

Jacaerys se enderezó sintiendo su rostro caliente.

—Sí, quiero saber.

—¿Alguna vez tú...?

Se oyó una serie de pasos no muy lejos, ambos muchachos se miraron entre sí ante la amenaza de ser atrapados, Aegon tiró de la manga de Jacaerys a lo largo del pasillo para encerrarlos y ocultarse en sus aposentos.

CADENAS DE SANGRE ✦ HOTD +18Where stories live. Discover now