12. DEJA QUE ANOCHEZCA

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Mi mirada coincidió con la de Adrián, él tenía los ojos aguosos, decidí voltear hacia otro lado, lo último que necesitaba era quebrarme y si no dejaba de mirarlo, es lo que iba a suceder.

—¡No podemos solo irnos y permitir que la muerte de Ryan quede impune! —exclamó Adrián y también se puso de pie—. ¡No podemos permitir que ese hombre siga asesinando a cuanto chico se cruce en su camino! ¡Tú lo prometiste! —Adrián caminó hacia mí para encararme.

No tuve palabras para responderle, pero Sasha intervino.

—Adrián, muertos no podremos hacerle justicia a Ryan, tienes que entenderlo —le dijo y lo abrazó en un intento de tranquilizarlo.

—En ningún momento dije que voy a rendirme. —Tomé valor y miré a Adrián a los ojos—. Jackson, toma tu decisión, yo ya he tomado la mía. ¿Hay una forma en la que podamos salir de aquí?

—La hay —respondió Sasha—, la escalera exterior que da hacia el otro extremo de la calle.

El silencio, de pronto, se apoderó del apartamento, perdimos nuestras miradas mientras reflexionábamos las decisiones que tomaríamos.

—No sé qué hacer —expresó Jackson luego de un tiempo—, tengo miedo de quedarme y que luego me refundan en la cárcel y nunca me dejen salir, tengo miedo de que me hagan daño, o peor aún, que le hagan daño a alguien que quiero. Decidí seguir frente al caso por mi hermana, porque me sentía en deuda con ella, pero no me arrepiento, ni mi hermana merece lo que mis padres y yo le hicimos, ni esos chicos merecían lo que les hicieron. Creo que Sasha tiene razón, lo mejor que podemos hacer por ahora es sobrevivir para luego llegar hasta donde tengamos que llegar.

Asentí, hacia varios minutos que yo había llegado a la misma conclusión que mi compañero.

—Y entonces, ¿cuál es el plan a seguir? —inquirí, miré a Adrián a los ojos una vez más, él me correspondió con serenidad, eso me tranquilizó y me dio fortaleza.

—Tengo que encontrar la manera de llevarme a mi esposa y a mi hija —dijo Jackson—, tengo un hermano que vive en Tennessee, intentaré llegar hasta ahí.

—Bien, entonces, ustedes saldrán con los chicos por la escalera de emergencia —explicó Sasha—, yo voy a quedarme aquí para encarar a los policías y no levantar sospechas, aquí no encontrarán nada porque ustedes se lo llevarán todo. Irán a con mi amiga y le explicarán que van de mi parte, ella los llevará al Stonewall, ahí es donde trabaja y es un buen lugar para esconderse, al menos hasta que llegue el anochecer y podamos marcharnos. Yo me desviaré por la ciudad para distraer a la policía, luego los alcanzaré en el bar para partir.

El plan de Sasha me pareció el idóneo.

—Jayden, tú vas a encargarte de proteger a estos chicos en mi ausencia, ¿entendido? —me pidió Sasha.

—No tienes ni que pedírmelo —respondí.

—No perdamos más el tiempo, entonces. —dijo Sasha, luego, caminó hacia la mesa y en la misma bolsa negra echó las fotografía y documentos, incluidos los registros de propiedad y me los entregó.

Sasha nos condujo por el pasillo y nos indicó que entrásemos por la puerta que se ubicaba hasta el fondo, se apresuró a abrir la ventana que se encontraba a un lado del pequeño guardarropa de madera. Me apresuré a asomarme para analizar el panorama: debajo de la ventana, había una escalera de metal pegada a la pared que, tal y como Sasha lo dijo, daba hacia la calle trasera al edificio.

Fui el primero en descender, los escalones eran tan delgados que el vértigo me obligó a no mirar hacia abajo; uno a uno los chicos bajaron, Jackson fue el último. Sasha se asomó una última vez por la ventana y se despidió de nosotros con la mano, la vi lanzarnos una bendición. Los cinco caminamos hasta el final de la cuadra, vi al vehículo azul de techo blanco que Sasha describió, se encontraba estacionado en la esquina, me apresuré a llegar hasta ahí. Di un par de golpes en la ventana del conductor.

Deja que anochezca [ONC]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt